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Crítica de Pachinko y la resistencia contra el coloniaje

En una escena de la película puertorriqueña La Guagua Aérea, unos cangrejos escapan del equipaje de un pasajero, provocando gritos, especialmente de las asistentes de vuelo estadounidenses. Es una escena corta jugada con comedia mezclada con un mensaje sobre la puertorriqueñidad abrazada con más fuerza por los inmigrantes buscando mejor vida lejos de la patria. En Pachinko, nueva serie de Apple TV Plus, hay una escena similar donde la protagonista Sunja, maravillosamente interpretada por Minha Kim, intenta vender Kimchi, un plato típico coreano. Las miradas de asco de los transeúntes japoneses me recordaron la expresión de desprecio de las asistentes de vuelo, sorprendidas ante la idea de una persona transportando esos animales tan importantes en nuestra cultura. El colonialismo es igual de soberbio sin importar lugar o tiempo. Es un acto de violencia dejando marcas en los subyugados, quedándose por generaciones.

Basada en el libro homónimo de Min Jin Lee, Pachinko presenta la historia de una familia desde los principios de la invasión japonesa en Corea, durando desde el 1910 hasta el 1989. Durante los ocho magníficos episodios, vemos los principios de la incursión nipona, convirtiendo Corea en un estado marcial, con sus nativos sujetos a persecuciones, pobreza, y explotación. Mientras tanto en 1989, en un Japón boyante debido a la burbuja económica de esa década, un banco intenta adquirir la última propiedad necesaria para un gran proyecto, la cual su última habitante (Park Hye-jin), se niega vender debido al significado sentimental de haber criado su familia allí. Todas estas historias son unidas por Sunja, interpretada por tres actrices; Yu-na Jeon cuando niña, Minha Kim cuando joven adulta, y la ganadora del oscar por MInari, Youn Yuh-jing.

Los directores Justin Chon y Kogonada mezclan las líneas de tiempo llevándonos entre las distintas eras de Sunja, con su nieto Solomon (Jin Ha) como el joven ejecutivo intentando completar la mencionada venta en 1989. Con Solomon es que Pachinko expresa una de sus varias tramas, pues Solomon el sueño cumplido de un padre, siendo exitoso trabajando en Estados Unidos, educado de una universidad prestigiosa, y a punto de una promoción si logra la venta en Japón. Por otro lado, hay un resentimiento no hablado entre Sunja y su nieto, ya que para estos ancianos sobrevivientes, su descendencia no conoce el sufrimiento que pasaron durante los peores momentos de la invasión, no comprende la tristeza de abandonar tu tierra para migrar a un país que siempre los tratará con inferioridad, ni aprecia las ventajas que tienen ahora.

Los brincos de tiempo son manejados con elegante habilidad, pues cada uno ocurre cronológicamente. Vemos a Sunja de niña con sus padres, luego adolescente conociendo a Koh Hansu (Lee Min-Ho), un hombre que cambiara drásticamente su vida, y finalmente en Japón acompañando su esposo, uno de miles reclutados para trabajar en fábricas como mano de obra barata, fácil de explotar por su condición migratoria. De anciana Sunja cuida su cuñada en las últimas etapas de cáncer, mientras asiste a Solomon en su intento de conseguir la ansiada venta.

La serie nos ayuda indicando cuando y donde ocurre cada situación pero también utiliza una brillante estrategia de darle distintos colores a los subtítulos dependiendo que idioma se hable. Pachinko ocurre mayormente en coreano, seguido por japonés con algunos momentos en inglés. La diferencia de color ayuda demostrar la separación invisible entre ciudadanos, pues los japoneses desprecian los coreanos aun en su propia tierra, aparte de ser otro nivel de la historia acerca de como el idioma es una forma de resistencia adicional de aquellos que hemos sido colonizados, aunque tengamos que vivir en la tierra del colonizador. Es una táctica sencilla pero poderosa.

Las actuaciones son todas excelentes pero, Yuh-Jung prueba cuan merecido fue su Premio Oscar, siendo una experta veterana del arte, sabiendo expresar sentimientos con simples gestos del rostro y una poderosa mirada capaz de romper corazones, especialmente una hermosa escena cuando come un plato de arroz de su natal Corea. La actuación es un arte tan maravilloso, ya que su reacción traspasa idioma, desgarrando el corazón ante su emoción. La otra destacada es Minha Kim, con quien transcurrimos la mayor parte del tiempo. Kim utiliza su lenguaje corporal con cuidado, pues Sunja creció en un mundo donde las mujeres deben mantenerse reservadas, tanto por ser mujeres como por el control japonés. A medida que van pasando las vicisitudes, vemos la evolución de su personalidad, terminando en una secuencia que nos deja con ganas infinitas de ver más.

Pachinko es la mejor serie que he visto en lo que va del 2022, dándole a Apple TV Plus todavía más fuerza a su estrategia de “calidad versus cantidad”. Es humana, poderosa, emocional, magistralmente filmada y dirigida, una obra de arte en ocho episodios. ¡Altamente recomendada!

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