Uno de los secretos más guardados sobre la tercera temporada de Ted Lasso es si también es la última. Los productores han evadido ser directos, con lo más cercano a una respuesta es que “es el final de la historia que quieren contar”. Sin dar muchos detalles, los primeros cuatro episodios disponibles para la prensa dan una impresión de hacia donde se dirige ese “final”, sin necesariamente sentirse una completa conclusión.
La tercera temporada de Ted Lasso vuelve anotar otro gol, logrando desarrollar los personajes en nuevas facetas sin perder el tono que la hace especial, simultáneamente reflexionando sobre los efectos genuinos de su personalidad. Como alguien que lleva toda su vida usando el humor para lidiar con las malas experiencias, esta temporada me está pegando duro, aunque estoy consciente que ese cantazo es necesario.
Por ejemplo, en la segunda temporada descubrimos, dolorosamente, que el eterno positivismo de Ted (Jason Sudeikis) es una manera cuasi subconsciente de lidiar con el terrible trauma de perder su padre por suicidio a los 16 años. Un trauma que eventualmente le afecta con ataques de pánico y, aunque su terapia con la Dra. Sharon Fieldstone (Sarah Niles) ayuda enfrentar su condición, los escritores son lo suficientemente sabios para mantenerlos como un reto en los nuevos episodios.
Porque trabajar en la salud mental no es un proceso lineal. No se cura mágicamente, requiere constante trabajo y esfuerzo, en un camino lleno de altos y bajos, urgente de afrontar, pero que valen la pena.
Aunque en vida real han pasado casi dos años desde la última vez que los vimos, la tercera temporada comienza unos dos meses después, con el equipo AFC Richmond un día antes de su primer juego de vuelta en la liga Premier. Por su parte, Ted envía su hijo de vuelta a Estados Unidos, acto que lo mantiene pensando en las razones para mantenerse en Reino Unido. Después de todo, había aceptado manejar el equipo al otro lado del mundo para darle tiempo de recuperación a su matrimonio. Al no haber funcionado, Ted ahora se cuestiona cual es el punto de seguir, especialmente cuando no puede ser parte diaria de la crianza de su único hijo.
Por su parte, Rebecca (Hannah Waddingham) ha recaído en la antigua rivalidad contra su ex esposo Ruppert (Anthony Head) luego de que este, no solamente comprara el equipo West Ham, sino contrató a Nate (Nick Mohammed), el “chico maravilla” anterior miembro del equipo de manejadores. Al mismo tiempo, Keeley (Juno Temple) lidia con la presión de manejar su propia agencia de publicidad, intentando balancear su estilo personal con el profesional. Al final de la segunda temporada vimos el rompimiento de su relación con Roy (Brett Goldstein), quien maneja esa frustración metiéndose más de lleno en su faceta de manejador luego de la salida de Nate.
A pesar de que esta temporada el equipo de Richmond parece estar funcionando como un personaje colectivo, algunos reciben atención especial; Jamie Tartt (Phil Dunster) enfrenta una crisis de confianza llevándolo a buscar asistencia de quien menos esperaba, mientras continua su propia redención, acompañada de una bienvenida madurez como persona, Sam (Toheeb Jimoh) maneja su restaurante y posible futuro lejos del football, y otros que no quiero revelar son lanzados al frente.
Al menos en los cuatro episodios disponibles para reseñar, el conflicto principal parece ser la relación entre Ted y Nate. El primero testarudamente se niega afrontar la traición, mientras el segundo parece divagar entre arrepentido y decidido. En manos menos hábiles, Nate sería un villano completo, pero el equipo detrás de Ted Lasso tiene una historia que contar, específicamente sobre el efecto que las inseguridades tienen sobre nosotros, y como algunos se aprovechan para explotarla. Quizás demasiado obvio, con una escena entre Ruppert y Nate sacada directamente de Star Wars: El Retorno del Jedi, con el Emperador en su trono seduciendo el aprendiz hacia el lado oscuro.
Ted Lasso regresa sólida, con la misma mezcla de humor, ternura, y emoción que nos conquistó, prometiendo una temporada de igual risas y lágrimas, y estoy completamente listo para ambas. ¡Inmensamente recomendada!
Podcastero, comediante, crítico de cine y TV miembro de la Critics Choice Association, crítico certificado en Rotten Tomatoes, y padre de gatos. Una vez cuando niño entré a un cine, y en cierta forma nunca salí.
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