En honor a Peter Jackson y The Hobbit, esta reseña será dividida en tres partes y luego publicaremos la versión extendida… obviamente estoy bromeando, quería establecer un punto: The Desolation of Smaug es mucho mejor película y más entretenida que la anterior. Pero como quiera sufre el hecho de que esta sobre rellenada con material fuera del libro en que se basa. Hacer tres películas —de dos horas y media pa j*der— de un libro de 300 páginas no es más que ganas de trabajar… o sacar dinero de una franquicia hasta lo máximo, ustedes decidan.
En la continuación de la misión para rescatar el tesoro robado de Erebor, Bilbo Baggins, Thorin, Gandalf y el resto de los duendes se acercan a la “Montana Solitaria” para robar la sagrada piedra que dará a al príncipe Thorin la autoridad de rey para unir a los sobrevivientes de su especie y marchar contra el dragón Smaug. Solo para que sepan, eso es solo uno de las “huele mil” distintas historias que maneja el filme en espacio de dos horas y media.
De nuevo, lo mejor del filme es la cinematografía; Andrew Lesnie maneja la cámara expertamente para capturar la belleza de Nueva Zelanda convertida en “Middle Earth” aunque en esta ocasión las escenas son más oscuras —en todos los sentidos— ya que la mayor parte transcurre en la noche, al atardecer o en interiores. Claro, sin olvidar la pantalla verde, que sigue siendo otra protagonista de esta saga.
En The Hobbit: The Desolation of Smaug hay mucha mayor acción y el ritmo es más acelerado que en su anterior entrega, tanto en lo que vemos como en diálogos. Conocemos varios personajes nuevos, como el cambiante Beorn (Mikael Persbrandt) y el humano Bard (Luke Evans) y vemos otro lado de personajes conocidos como Legolas y el mismo Gandalf. Mi preferida fue sin duda la elfa Tauriel, no solo por ser interpretada por la hermosa, carismática y talentosa Kate Evangeline Lily (call me!) o porque me guste ver mujeres pateando traseros convincentemente en pantalla (en serio Lily, Call me!), sino porque junto a Bard, es de los pocos personajes que tienen algo parecido a un arco de historia desarrollado: conocemos su situación, su conflicto, como se desarrolla y conclusión (bueno, más o menos).
Al resto de los personajes que conocemos, por lo general se añade muy poco, Bilbo está más seguro de sí mismo en papel de “ladrón” y vemos el principio de su relación con el anillo de poder, especialmente la fuerte tentación de usarlo para salir de problemas o hasta salvar vidas. A Gandalf apenas lo vemos pero, al menos nos presentan su lado de hechicero guerrero, un verdadero “bad-ass” medieval. De mis escenas preferidas del filme y me quede con ganas de más. Si algún estudio piensa hacer un reboot de esta historia, les aconsejo que esperen por lo menos 100 años después que Ian McKellen muera, porque mientras quede alguien que recuerde haberlo visto en este papel, quien quiera que lo trate, va a perder su tiempo. (Sí, ya sé que he dicho que ningún personaje pertenece a ningún actor pero el que está escribiendo esto soy yo, así que breguen con eso). No dejo de mencionar que esta vez la historia da más oportunidad a cada uno de los 13 duendes de brillar un poco y distinguirse individualmente en otras cosas aparte de comer y cantar.
El mejor papel que ha hecho Orlando Bloom en su carrera es el Elfo Legolas y en The Hobbit: The Desolation of Smaug vemos una versión más… pues, supongo que la palabra es joven pero, como para los elfos 80 o 100 años no es tanta diferencia, prefiero usar inmaduro, recto y arrogante, aunque no menos valiente y capaz. También conocemos más de su padre, el Rey Thranduil, un elfo mucho menos simpático y dispuesto a ayudar la causa que Elrond.
Basta de todo lo demás, lo que ustedes quieren leer y ver en esta segunda parte de The Hobbit es el Dragon Smaug. ¿Hay algo que Benedict Cumberbacth no pueda hacer bien? El británico se ha hecho de fama rápida en Estados Unidos y su trabajo como la voz de Smaug lo aumentará más. La mayor arma de Smaug es su astucia y en este filme lo vemos claramente. Peter Jackson sabe que la expectativa de los fans es alta y junto a un buen libreto logran colocar a Smaug como el peligroso y casi invencible enemigo que es. Si les gustó la interacción de Bilbo con Gollum en “Journey”, me imagino que la de él con Smaug provocará nerdgasmos demás en la salas de cine. Por lo menos a mí sí.
Como mencione al principio, el problema de “Desoltation” es que sencillamente debió ser la parte del medio de una sola película, no una segunda parte en una trilogía y se nota por completo cuando estamos viendo material de The Hobbit y cuando no porque el ritmo y el tono cambian por completo. Sin mencionar que cuando por fin llega el enfrentamiento con Smaug ya me sentía exhausto de todo lo que había visto.
Como quiera, disfruté muchísimo The Hobbit: The Desolation of Smaug. Se nota el cariño que Peter Jackson y todas las partes de la producción al frente y detrás de la cámara sienten por la historia y “Middle Earth”, lo que se traduce a hermosas imágenes, divertidas y emocionantes secuencias y personajes muy bien plasmados en pantallas. Alta y mágicamente recomendada.
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Podcastero, comediante, crítico de cine y TV miembro de la Critics Choice Association, crítico certificado en Rotten Tomatoes, y padre de gatos. Una vez cuando niño entré a un cine, y en cierta forma nunca salí.
2 Comments
¿Duendes? ¿DUENDES?
Son enanos maldita sea! Eso junto con varios errores de redacción hicieron que no tome esta crítica demasiado en serio…
¿Duendes? ¿DUENDES?
Son enanos maldita sea! Eso junto con varios errores de redacción hicieron que no tome esta crítica demasiado en serio…