Si había una serie que, en teoría, quizás podía repetir el efecto de Game of Thrones fue The Witcher, basada en los libros e historias cortas de Andrzej Sapkowski. El problema es que Netflix, al igual que la mayoría de los servicios de streaming, no entienden o no aceptan que el modelo “todo de cantazo” no capta la atención colectiva como el tradicional de una vez a la semana a la misma hora.
Este tipo de historia triunfa porque la audiencia se enamora de personajes bien delineados, con tramas intrigantes, y desarrollos absorbentes. Pero la clave siempre es que a uno le importe las figuras y le importe lo que les pase. Eso no ocurre igualmente en series lanzadas al mismo tiempo, que series permitiendo que la historia se desarrolle semana a semana, con calma, permitiendo que los televidentes analicen, y conversen sobre ellos.
Por eso es que en Game of Thrones había personajes con distintas fanáticas, mientras que en The Witcher el personaje que la gente más conoce es…Henry Cavill.
Y así The Witcher se fue por el mismo roto que The Rings of Power, y The Wheels of Times (aparte de algún otro que ni recuerdo), desperdiciados por ser lanzados en temporadas completas, o en episodios debutando a la medianoche.
El problema principal como siempre fue dinero; quieren adaptar historias de fantasía ocurriendo en magníficos mundos pero gastando lo menos posible, reduciendo así lo que precisamente lo que las hace tan especiales.
Pero al menos The Witcher consiguió suficiente audiencia para darle un final, que comienza con la cuarta temporada, grabada simultáneamente con la quinta, adaptando los últimos tres libros de Sapkowski.
La cuarta temporada de The Witcher comienza lenta, pesada y desorganizada, pero la segunda mitad acelera motores con tremendas secuencias de acción, especialmente una épica batalla que inmediatamente cayó en mi lista de favoritas de la serie y, cuando vine a ver, terminé viendo todo porque verdaderamente quería ver lo que pasaba.
Vamos a salir de esto ya: Henry Cavill se fue, ahora tenemos a Liam Hemsworth como Geralt de Rivia. No es el Hemsworth que hizo de Thor y nos cae bien, es el Hemsworth que le rompió el corazón a Miley Cirus.
A mi me cae bien Henry Cavill pero, anda pa’l carajo, hay gente con una obsesión con el tipo bordeando en fetichismo. O sea, el tipo es carismático, cumplió con el personaje pero, no estamos hablando de Daniel Day Lewis en “There Will be Blood”, y Geralt no es McBeth, o Rett Butler en “Lo Que le Viento se llevó”.
Habiendo dicho todo eso, Liam Hemsworth no llega al nivel de Henry Cavill, pero tampoco lo hace horrible. Es un asunto mas bien de acostumbrarse. De todos modos, el mejor interprete de Geralt es Doug Cockle, el actor de voz en ingles de los videojuegos que dejó una marca tan fuerte, tanto Cavill como Hemsworth tuvieron que imitarlo. Breguen con eso.
Hace tanto tiempo que salió la tercera temporada que tuve que buscar un video repasando lo que había pasado, así que les dejo este:
La cuarta temporada comienza algunas semanas después de los catastróficos eventos de la tercera. El trio principal está separado, con Yennefer (Anya Chalotra) queriendo reclutar hasta el panadero para combatir a Vilgefortz (Mahesh Jadu), y vengar la destrucción de su antiguo hogar Aretuza, y la muerte de su mentora Tissaia (MyAnna Buring). Por su lado, Geralt quedó permanentemente lastimado de su batalla contra Vilgefortz, lo cual no le permite ser el guerrero que siempre ha sido, añadiendo a la frustración de las consecuencias de no haber elegido a Ciri (Freya Allan) cuando descubrió que es su “hija del destino”. Mientras tanto, Ciri asumió la nueva identidad de Falka, nuevo miembro de la ganga de “las Ratas”, quienes no sospechan que la joven percudida que encontraron secuestrada es realmente hija del emperador Emhryr Var Emreis (Bart Edwards), princesa heredera de Nilfgaard, el reino invadiendo el norte, en una guerra que ha devastado el Continente.
Esta temporada el tema principal es sobre las decisiones que tomamos.
Tanto las actuales, como pasadas y futuras; Yennefer decide asumir el manto de nueva líder matriarca de su hermandad de brujas, Geralt decide dejar atrás la neutralidad obligada como “Witcher”, y Ciri decide dejar de ser quien todos quieren que sea, sino lo que ella quiera ser, desechando toda expectativa con la que ha cargado su vida entera. Esto llevándola a explorar su lado oscuro, aceptando sus peores instintos, y peligrosas formas de usar sus habilidades, afiladas por una hechicera y un Witcher.
La historia de Yennefer fue mi favorita de las tres, por ver el desarrollo de la poderosa bruja en una líder para su gente, intentando balancear su deber con la rabia de desquitarse contra Vilgefortz.
Sin embargo, es Ciri quien tiene el mejor elemento de la temporada y probablemente la serie entera: Leo Bonhart, el villano mas hijo de la gran puta desde Ramsey Bolton. Leo es interpretado espectacularmente por Sharlto Copley, quien le da un aura de maldad que genuinamente da asco y miedo, escrito de la manera necesaria para hacerlo una verdadera amenaza, con consecuencias letales y dolorosas.
The Witcher comenzó con tropezones gracias a dos iniciales temporadas encontrando la mejor manera de contar su historia, sin necesariamente poner la comida en la boquita de la audiencia, pero llenando el plato de lugares, personajes y situaciones que no parecían tener fin. La tercera consiguió nivelar la estrategia, pero en la cuarta se fueron al otro extremo, explicando hasta las hojas cayendo de los árboles.
El resultado es una primera mitad pesada, con esos cuatro episodios dándonos varios buenos momentos de acción y drama, pero arrastrando demasiada exposición. En la segunda mitad, recordó ser una historia de acción y fantasía, llevándonos a las mejores secuencias, donde realmente me quedé pegado a la pantalla, deseoso de más.
Si puedes dejar la lloraera de que ya no es Henry Cavill, la cuarta temporada de The Witcher cumple con lo básico de entretener, un tremendo villano, y buenas escenas de acción y batallas mágicas. Monstruosamente recomendada.
Podcastero, comediante, crítico de cine y TV miembro de la Critics Choice Association, crítico certificado en Rotten Tomatoes, y padre de gatos. Una vez cuando niño entré a un cine, y en cierta forma nunca salí.
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