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Crítica de Uncharted

Solía ser que los videojuegos eran entretenimiento sencillo: brinca aquí, corre para la derecha, dispara allá, salva la princesa, en cuarenta minutos terminamos. Adaptarlos a película era un reto, porque rara vez tenían alguna trama que contar, mucho menos justificar 90 minutos o más de contenido. En un irónico brinco del destino, gracias a los avances tecnológicos, aumento de presupuesto y competencia cada vez más dura, los videojuegos fueron volviéndose fuentes de historias más elaboradas, rivalizando el séptimo arte, al punto que adaptar un videojuego se volvió complicado por haber demasiado de donde sacar. Que mejor evidencia que algunas de las mejores adaptaciones estén en pantalla pequeña, donde creativos han podido substraer las crónicas para darnos excelentes series como Castlevania, Arcane, y DOTA: Dragon’s Blood.

Pero el cine no se rinde y esta semana llega Uncharted, una adaptación que, tomó tanto tiempo, Mark Wahlberg pasó de interpretar el protagonista a ser el mentor de apoyo. Afortunadamente eso significó que el arrojado explorador sea encarnado por el carismático Tom Holland, fresquecito de su monumental éxito en Spider-Man: No Way Home.

Uncharted está perfectamente ok. Nada revolucionario, nada rompe curva, simplemente un buen rato en el cine, para disfrutar las interacciones entre Holland y Walhberg, las secuencias de acción, persecución, y decente humor. No me aburrí en ningún momento, aunque una gran razón es la familiaridad con el material de origen (yo he jugado todos los juegos de la franquicia, excepto los títulos de PS Vita), y el uso de clichés del género –algunos quizás demasiado- como constantes traiciones y cambios de bando. Es el equivalente cinemático de ir a un restaurante de comidas rápidas; conocido, nada nutritivo, pero se consume tan fácil y veloz como se olvida.

Holland es Nathan Drake, un cantinero aprovechando su trabajo en un restaurante lujoso para robarles a clientes millonarios, mientras busca su hermano perdido hace más de 10 años. Cuando un ladrón profesional llamado Sully (Wahlberg) lo recluta para un trabajo, descubre que su hermano estaba buscando el tesoro de Francisco de Magallanes que tanto discutían cuando niños, y ahora Sully también persigue, en competencia con otros ladrones, como Braddock (Tati Gabrielle), quien trabaja para Santiago Moncada (Antonio Banderas, cobrando un cheque sin mucho esfuerzo). También se les une Chloe Frazer (Sophia Ali), otra exploradora queriendo el tesoro para si misma.

Al igual que los juegos, la aventura llevará el elenco a través de distintas partes del mundo, aunque no tantas localidades como esperaba, y sorpresivamente más cerradas de las que hemos visto en los siete títulos de la franquicia. Para ser una historia fuertemente inspirada en Indiana Jones, Uncharted nunca logra fascinarnos como lo hicieron las travesías de Indy, ni repetir la sensación de ansiedad durante las persecuciones, quedándose en lo dolorosamente genérico.

El estilo direccional de Ruben Fleischer (Venom, Zombieland) es lo suficiente dinámico para mantener la trama moviéndose, con algunos momentos destacándose, como un escape desde un avión, y la alocada secuencia final. En realidad sales mejor jugando cualquiera de los títulos (el mejor obviamente siendo Uncharted: Among Thieves) pero tampoco pierdes entrando a verla en pantalla grande, pues Uncharted es un decente rato en el cine que me entretuvo de principio a fin.

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