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Crítica de True Spirit

Cada vez que leo “basada en vida real”, me gusta buscar información solamente por el mezquino placer de poder ver cuanto nos mintieron en la película. De vez en cuando lo hago con tristeza porque me gustó la historia, y afortunadamente True Spirit es una de esas ocasiones que los cambios ayudan la trama sin afectar lo importante.

Más importante todavía, porque la historia real es suficientemente impresionante. El 15 de mayo del 2010, Jessica Watson (Teagan Croft) se convirtió en la persona más joven del mundo en circunnavegar el planeta sola, sin asistencia ni detenerse en ningún puerto, navegando sobre 19mil millas náuticas. True Spirit presenta la increíble proeza, combinada con algunas retrospectivas de su niñez, cuando se enamoró del mar y decidió comenzar a preparase para un viaje que fácilmente podría haber significado su muerte.

True Spirit nos presenta retos que Jessica tuvo que enfrentar, desde antes de comenzar su aventura, incluyendo presión pública, pues la idea de una adolescente viajando el mundo sola era, para muchos, equivalente a negligencia y maltrato infantil, mientras sus padres debatían entre el terror de perder su hija, contra la fortaleza de apoyar su sueño. Una vez en el mar, vemos una variedad de tropiezos, no menos importante el impacto mental de pasar siete meses sola, a merced de la naturaleza tanto en sus momentos calmados como rabiosos, ambos representando distintas maneras de peligro.

Una de esas películas que, sabiendo que me están manipulando emocionalmente, lo permito porque genuinamente fui capturado por la voluntad férrea de Jessica para cumplir su sueño. True Spirit incluye sub-trama de conflictos entre Jessica y Ben (Cliff Curtis), su entrenador, y la angustia de su familia, especialmente su padre Josh (Roger Lawson), y su madre Julie (Anna Paquin) siguiendo su travesía desde su hogar en Australia.

No voy a venderles True Spirit como la última Coca-Cola del desierto, pero, me gustó más de lo que esperaba, es una película “chulita”, y los momentos finales me atraparon con mucha emoción, haciéndome aplaudir como idiota en la sala de mi casa ante la vergüenza de mis gatos.

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