En el 2007 estrenó Walk Hard: The Dewey Cox Story, una de las mejores comedias que no has visto, burlándose del gastado genero de filmes biográficos y desde entonces no he podido tomar ninguno muy en serio. No estoy diciendo que no sean buenos, simplemente que siguen una formula tan establecida, uno casi puede leer el guion en pantalla.
Pero entonces llega el director Scott Cooper con Springsteen: Deliver Me from Nowhere usando una parte de la vida de “El jefe” Bruce Springsteen para recordarnos que sin el arte, la muerte comienza desde adentro.
Deliver me from Nowehere es una emocional introspectiva sobre el poder del arte, la música y la amistad para levantarnos y darnos esperanza. Jeremy Allen Whites nos da una sincera e íntima representación de Springsteen, que no romantiza ni minimiza los rincones más oscuros de la mente.
No es que Deliver Me From Nowhere no caiga en algunos clichés de las biografías, los tiene, pero su propósito no es presentarnos el ascenso y caída de una figura, sino el complicado y muchas veces doloroso proceso creativo de un artista luchando contra su propia mente. La depresión es un monstruo de filosas, largas garras viviendo dentro de uno, que cada cierto tiempo aprieta sin piedad, y uno tiene que luchar contra no dejarse llevar. Cada cual lo hace con las herramientas que tiene, sea terapia o medicamentos, familia, amistades, comunidad, pasatiempos o estrategias mentales. Otros lo hacen también con arte.
Para Bruce Springsteen la música es su única salida, el único exorcismo posible contra sus demonios.
Es 1981, Springsteen recién termina su gira nacional junto a su E Street Band, con “Hungry Heart” pegado en la radio, preparándose para comenzar a escribir su próximo álbum. El estudio quiere que sea lo más rápido posible para provechar el impulso, con su manejador Jon Landau como enlace entre artista y disquera.
Pero Springsteen tiene otros planes, alquilando una casa en Colts Neck, Nueva Jersey, donde vive metido viendo la misma película, leyendo el mismo libro, escuchando el mismo álbum por horas, días. Entre medio continua sus presentaciones, conoce la mesera Faye (Odessa Young), y comienza a escribir las canciones que convertirán a “Nebraska” en uno de sus producciones más exitosas y recordadas.
El arte es vida pero no es milagroso, es parte de un proceso incluyendo enfrentar traumas. A Springsteen le persiguen recuerdos de niñez, mayormente con su abusivo padre Douglas (Stephen Graham), adicional del peso constante de la expectativa de un mundo listo para adorarlo. Pero Bruce no quiere hacer un álbum para convertirse en superestrella global, sino para sacarse todas las emociones posibles en la única manera que sabe hacerlo.
En una biografía regular, veríamos a Bruce superando sus oscuras manías pero a Cooper no le interesa la misma historia de siempre, sino sumergirse en la maquinación de una mente afectada.
Jeremy Allen White interpreta a Springsteen aprovechando su expresión neutral para la ansiedad. Aunque en algunos momentos vemos trazos de su Carmine en The Bear, Allen White consigue expresar la densidad emocional del jefe, especialmente en los momentos reflexivos que tanto le gusta grabar a Scott Cooper. Su Bruce camina inclinado como si los pensamientos en su cabeza le pesaran, obligando el resto del cuerpo a reaccionar.
El resto del elenco existe para complementar la historia de Springsteen, con Jeremy Strong dando otra de sus orgánicas interpretaciones como Landau, el mejor manejador de la historia, siendo tan amigo como negociante de Bruce.
Al igual que protagonista, Springsteen: Deliver Me From Nowhere se mueve al ritmo de su propio tambor, mas enfocado en presentar la historia a su manera. Al igual que Nebraska, es una película hecha para sus creadores, no para la audiencia. Aun así, Deliver Me From Nowhere de todos modos acierta en las emociones, en el corazón de quien aprecia su composición, ¡INMENSAMENTE RECOMENDADA!
Podcastero, comediante, crítico de cine y TV miembro de la Critics Choice Association, crítico certificado en Rotten Tomatoes, y padre de gatos. Una vez cuando niño entré a un cine, y en cierta forma nunca salí.
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