Crítica de Poor Things: Emma Stone descubre el mundo con risas y erotismo - QiiBO QiiBO

Crítica de Poor Things: Emma Stone descubre el mundo con risas y erotismo

Hay directores que sencillamente rehúsan hacer las cosas de cualquier forma excepto la suya, y Yorgos Lanthimos esta alto en la lista; sus dramas son crueles, sus comedias románticas son acidas y sus horrores son divertidos. Con Poor Things, su película sobre crecimiento personal es todas las anteriores, asistido por una genial interpretación de Emma Stone como una mujer literalmente criándose ante nuestros ojos, descubriendo el placer de la libertad.

Basada en la clamada novela de Alasdair Gray, que a su vez se inspiró en la clásica Frankenstein de Mary Shelley, adaptada a un guion por Tony McNamara (La Favorita), Poor Things es una divertida, traviesa, y extremadamente erótica (por no decir bellaca) historia sobre las absurdas contradicciones sociales que simultáneamente alaban pero restringen el libre albedrío, especialmente cuando se trata de sexualidad humana.

Ocurriendo durante la era victoriana, finales del siglo 19, aunque con varios anacronismos, incluyendo algunos aspectos de ciencia ficción y realismo mágico, Poor Things comienza con una mujer (Stone) lanzándose desde un puente sin explicación ni contexto. Acto seguido, la vemos en la mesa del comedor del Doctor Godwin Baxter (Willem Dafoe), un hombre repleto de cicatrices, conectado a una extraña máquina. La mujer se llama Bella Baxter pero el apellido no viene por ser su hija de sangre, sino de creación. Bella es una mujer adulta con el cerebro de un recién nacido, por tanto explicando su torpe caminar y poca capacidad vocal.

Lanthimos juega con la percepción de la audiencia a fuerza de lentes distorsionados, secuencias en blanco y negro, y ángulos incomodos que van cambiando a medida que Bella va evolucionando. El mismo Godwin es producto de experimentos de su padre, lo cual lo ha llevado a una visión depresiva de la humanidad, hundiéndolo en su trabajo e investigación. Godwin recluta su estudiante Max McCandles (Ramy Youssef) para estudiar el progreso de Bella, eventualmente ofreciéndosela en matrimonio. Aunque Bella acepta, su mundo cambia al descubrir la sexualidad en su propio cuerpo, que la lleva a desear explorar más, pero enfrentando las restricciones sociales de la época.

La puerta al mundo abre para Bella con la llegada del soberbio abogado Duncan Wedderburn (Mark Ruffalo), más que dispuesto a darle toda la experiencia sexual que Bella quiera, hasta el punto de invitarla a un viaje por el mundo. Este viaje, aparte de incluir una masiva cantidad de “brincos furiosos”, como Bella llama al acto sexual, se convierte en una transición emocional de Bella cuando descubre la naturaleza humana en sus peores momentos.

Emma Stone es contundentemente el ancla, motor y combustible de Poor Things, con una interpretación en varios niveles, mostrando el desarrollo gradual de Bella de principio a fin. La transformación de mujer-bebe a simplemente mujer funciona organica y honestamente, de manera que podemos conectar ambas versiones sin problemas, testimonio de su complicado, intrínseco trabajo actoral.

Aunque la influencia de Frankestein es clara, casi podría decir que Poor Things funciona como una re imaginación del mito de la creación; no solamente por la poca sutil referencia a Godwin Baxter como dios creador, pues Bella lo llama por su apodo “God” (“Dios”), o por una alocada escena con una fruta literalmente “prohibida”, sino por el proceso de Bella huyendo del “jardín del paraíso” que es su primera casa, para cruzar los siete pecados capitales, hasta su regreso, armada con aprendizaje, experiencia y voluntad de hierro.

Poor Things nunca se disculpa por lo que quiere decir ni ser, y jamás le perdonaría a Lanthimos lo contrario; definitivamente no es para todos los gustos, pero aquellos que agarren su vibra, pasarán tremendo rato con Bella y su travesía, ¡INMENSAMENTE RECOMENDADA!

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