“No hay nada más peligroso que una persona diciéndote exactamente lo que quieres escuchar”. No recuerdo donde leí eso alguna vez pero, es básicamente el núcleo retorico de Nightmare Alley, la tenebrosamente hermosa nueva producción del director Guillermo del Toro (El Laberinto del Fauno, La Forma del Agua), protagonizada por Bradley Cooper dando uno de sus mejores trabajos, junto a Rooney Mara y la gran Cate Blanchett.
La segunda adaptación del libro homónimo de William Leslie Graham, del Toro se lanza de pecho con su propia versión, luego que la película del 1947 se ha convertido en objeto de culto (no fue bien recibida por critica ni taquilla en su estreno) por amantes del cine “noir”, probablemente esperando que más de medio siglo entre ambas sea suficiente para darle espacio a menos comparaciones por la audiencia. Conmigo acertó pues nunca vi la hecha por Edmund Goulding.
Cooper interpreta a Stan Carlisle, cuya primera escena vemos escondiendo un cuerpo que procede quemar. Con esa movida, del Toro inmediatamente nos deja saber que clase de persona es Carlisle, lo que de por si es fascinante, con un director diciéndonos del principio “no confíen en el protagonista”. De ahí lo vemos uniéndose a un carnaval repleto de actos, incluyendo el “adicto”. Se trata de un hombre a quien llevaron tan al borde de la locura, vive dispuesto arrancar cabezas a gallinas frente a gente. Carlisle comienza trabajando como mano de obra pero, eventualmente consigue la atención de Zeena Krumbein (Toni Collette, tan genial como siempre), una lectora del tarot, y su esposo Pete Krumbein (David Strathairn), quien fuera uno de los actos más exitosos del carnaval como “lector de mentes”, ahora retirado, conservado en alcohol.
Es con ellos que Carlisle encuentra lo que ha buscado desesperadamente toda su vida: algo en que es realmente bueno. Pete comienza enseñarle algunos de los trucos que usaba junto a Zeena para aparentar sus habilidades, embaucando los demás, un acto más fácil de lo que parece porque, como asegura Peter, “la gente está desesperada por decirte quienes son, desesperados por ser notados”. Carlisle descubre ser perfecto para continuar el engaño, eventualmente yéndose del carnaval junto a Molly Cahill (Mara), para usar su nueva habilidad, terminando en un lujoso hotel.
Es ahí donde conoce la doctora Lilith Ritter (Blanchett), una psicóloga con pacientes de alta clase, lo que la hace poseedora de importantes secretos. Carlisle la convence de unir fuerzas para sacarle dinero a esos valiosos clientes usando la información que posee Ritter.
Guillermo del Toro se ha dado a conocer por su fascinación con monstruos, mayormente mostrando otra versión de ellos, encontrando belleza donde otros ven horror. En Nightmare Alley del Toro vira la moneda mostrando lo contrario; Cooper, Blanchett y Mara siendo hermosas personas capaces de actos horríficos en búsqueda de su propio beneficio. Todo envuelto en la magistral cinematografía de Dan Lautsen, siendo parte de la narrativa pues esta es una película sobre los peores instintos del ser humano. Cooper encarna a Carlisle como un hombre consiente del efecto de su presencia en los demás, una representación del deseo interno de ascender a toda costa, con Rooney sirviendo como su consciencia, a pesar de ser convencida de seguir sus pasos.
Por otro lado, tuve problemas con el ritmo de Nightmare Alley, agravado por su larga duración, aunque comprendo la intención de del Toro para incluir una mayor explicación del camino y decisiones de Carlisle, hasta su enigmático final.
Podrán decir lo que quieran sobre Guillermo del Toro pero, es uno de esos pocos directores cuyos filmes son instantáneamente reconocibles, casi siendo su propio género y Nightmare Alley, con todas sus fortalezas y defectos, cumple cabalmente siendo una de sus tenebrosas historias, específicamente una acerca de los peores rincones del alma humana, donde residen los más bajos deseos y la voluntad de cumplirlos.
Podcastero, comediante, crítico de cine y TV miembro de la Critics Choice Association, crítico certificado en Rotten Tomatoes, y padre de gatos. Una vez cuando niño entré a un cine, y en cierta forma nunca salí.
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