¿Cómo cuentas la historia de uno de los más grandes iconos de la cultura popular sin enojar viejos fans, atrayendo nuevas generaciones? ¿Te enfocas en sus primeros años? ¿La cúspide de su carrera? ¿Su caída? Con Elvis, parece que Baz Luhrmann escuchó esa preguntas y contestó simplemente “Si”.
Elvis es un desborde de colores, música, e historia contada tan frenéticamente que en algunos momentos casi pido que le pusieran pausa a la presentación para tomarme un descanso. Afortunadamente eso es imposible, y así debe ser porque esta producción debe disfrutarse como está construida, dejándose envolver por la demencia de Lurhman proyectando mil imágenes de locura, desenfreno y excesos. Cualquier otra cosa es fallarle a la igualmente desaforada crónica de Presley, sin olvidar la espectacular interpretación de Austin Butler (Once Upon a Time…In Hollywood).
Tom Hanks se entierra en una montaña de prótesis y maquillaje para narrar el filme como el Coronel Tom Parker, infame manejador de Elvis, quien lo llevó a la fama mientras le robó más de la mitad de sus ganancias, y probablemente detuvo su carrera manipulándolo para mantenerse en Estados Unidos. Luhrmann nos lleva hasta el principio, con Elvis un desaliñado joven de Menfis enamorándose de la música sacra de la comunidad negra, fuertemente segregada en esa época. A través de estos, Elvis conoce más artistas negros que igualmente fueron mantenidos fuera de la radio por las asquerosas, racistas leyes “Jim Crow”. En el comienzo de su carrera, Elvis quiere aprovechar su piel blanca, ojos claros, para ser el conducto de esta música a la audiencia general pero, la llegada de Parker a su vida distorsiona su intención, pues el embaucador ve en Elvis la oportunidad de ganancia más alta de su vida sin ningún interés por expandir la exposición de otros músicos, mucho menos afroamericanos.
Elvis parece hecha con dos principales motivos: presentarlo a nuevas generaciones para que conozcan más de esta cuasi mítica figura, y de una vez revelar la consciencia social rara vez hablada de Elvis con respecto a la sociedad donde vivía. Aquí es donde se aprieta la cosa pues, la aparente segunda gran intención es finalmente declarar las influencias artísticas de Elvis. En eso Luhrmann parece pasarle la manita a Elvis con respecto a cuanto de su música, especialmente los primeros años, realmente fueron grabaciones de canciones que ya existían en la industria de artistas negros. Luhrmann se enfoca en el aprecio de Elvis a varios músicos negros, incluyendo su cantante favorita, Rosetta Tharpe (Yola), y su amigo personal B.B. King (Kelvin Harrison Jr.), mientras intenta culpar a Parker de alejarlo de estos. No puedo decir cuan real hayan sido, o no, estas secuencias, solamente que noté la intención de Luhrmann.
He leído bastante del poco parecido físico de Austin Butler a Elvis, pero eso me importa tres pepinos, ahora y especialmente viendo la película, pues Butler manifiesta el espíritu de Preseley en cada uno de sus movimientos, tono de voz, y presencia, de tal manera que en algunos momentos honestamente dude si estaba viendo el filme o pietaje original. Butler combina elegantemente la sensibilidad del cantante, con el frenético viaje de Menfis a Las Vegas, al ejército, a la eternidad. ¡Inmensamente recomendada!
Podcastero, comediante, crítico de cine y TV miembro de la Critics Choice Association, crítico certificado en Rotten Tomatoes, y padre de gatos. Una vez cuando niño entré a un cine, y en cierta forma nunca salí.
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