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Crítica de Blue Beetle

Esto ha sido un camino pedregoso y difícil pero llegamos. Luego de controversias, cambios tras cambios, y pandemia, el nuevo Universo Cinemático de DC comienza con Blue Beetle. Aunque técnicamente es producto del antiguo régimen, la película dirigida por el puertorriqueño Ángel Manuel Soto estrena esta semana en cines trayendo consigo una mirada refrescantemente latina al mundo de superhéroes.

Blue Beetle es una divertida, entretenida aventura que utiliza varios elementos ya conocidos. Una película de origen como ya hemos visto mil veces, con algunos ingredientes adicionales, mayormente la integración familiar y la personalidad hispánica. Mientras que, en la mayoría de historias de héroes, la familia funciona como ente externo, aquí es tan parte de la historia como el mismo Jaime Reyes (Xolo Mariduena). A eso se añade la conversación sobre la lucha de clases desde una perspectiva de inmigrantes, y la constante batalla por movilidad social que enfrentan las minorías en países desarrollados.

Dato curioso: El Blue Beetle original, Dan Garret, fue la inspiración de Nite Owl II en la novela grafica Watchmen escrita por Alan Moore, luego que DC Comics no le permitiera usar los personajes de la antigua Charlton Comics que habían comprado en 1983.

Este Blue Beetle está basado en la tercera encarnación del personaje, Jaime Reyes, creado en el 2006 por Keith Giffen, John Rogers y Cully Hammer. En aquel momento, DC Comics estaba renovando su línea añadiendo más diversidad con nuevos personajes de distintos géneros y razas. Aunque su historia fue más o menos revisada para la “Nueva 52”, la película se basa mayormente en la versión de Giffen, Rogers y Hammer.

En el nuevo DCU, Jaime es un recién graduado de la universidad –el primero de la familia- pero su regreso a casa tiene todo menos alegría y cosa buena; su padre Alberto (Damián Alcázar) sufrió un ataque al corazón, y están a punto de perder la casa debido a la Corporación Kord queriendo comprar todo el vecindario para expandirse. “Solíamos tener el otro lado de los rieles, pero ahora quieren eso también”, dice su tío Rudy (George López), un ingenioso inventor desconfiando de toda figura de poder y autoridad.

Con grandes sueños y metas pero ante la crítica situación, Jaime no tiene más remedio que trabajar de conserje junto a su hermana Milagros (Belissa Escobedo) en la misma empresa queriendo quitarle su hogar. Por una de esas casualidades cósmicas, Jaime se encuentra con Jenny Kord (Bruna Marquezine), hija del misteriosamente desaparecido Ted Kord, fundador y anterior director de la compañía. Jenny lleva consigo un extraño escarabajo azul, que su padre nunca pudo descifrar, y que ahora su tía Victoria Kord (la gran Susan Sarandon) intenta utilizar para construir poderosas armaduras mecánicas. Jenny le pide a Jaime esconder el escarabajo, quien lo lleva a su casa, donde el extraño amuleto resulta ser un aparato extraterrestre que lo ha escogido…fusionando con su espina dorsal.

El escarabajo tiene mente propia; se llama Khaji-Da (voz en ingles de Becky G) y entre varios poderes, incluye una armadura azul de cuerpo completa repleta de habilidades como rayos, brazos adicionales y cualquier otra cosa que necesite el guion.

Al igual que en los comics, este Blue Beetle Jaime Reyes intenta darnos la versión Spider-Man de DC, siendo un inteligente joven de una familia de clase media trabajadora, consiguiendo poderes de una fuerza externa. Pero mientras en los universos arácnidos el pobre Tío Ben –o la Tía May o Gwen Stacy o quien sea- siempre muere para empujar la motivación de Peter Parker, aquí la familia es parte de la aventura. Porque no es la armadura quien le da su poder, es su gente. Nuestra gente.

Desde el primer momento, Ángel Manuel Soto establece firmemente que Blue Beetle es uno de nosotros, ya sea con música, chistes o constantes referencias a la cultura latina, pero más importante que nada: que la familia es nuestra fuerza mayor. Toretto estaría orgulloso.

El único problema mayor de Blue Beetle es la antagonista. Susan Sarandon hace tan buen trabajo como siempre, pero su Victoria apenas tiene razón de existir más allá de “soy la mala y hago cosas malas para conseguir cosas malas”. Eso no es un impedimento para disfrutar de Blue Beetle, más bien una oportunidad para mejorar en futuras (cruzando los dedos que así sea) aventuras. Además, no es la primera buena película de superhéroes con un débil villano (¿alguien recuerda el nombre del malo en la primera Iron Man?).

Blue Beetle no reinventa la rueda del género pero le mete corazón, emoción y energía latina sin pedir perdón a nadie, ni disculparse por lo maravillosa que es nuestra cultura, que tiene tantas diferencias pero nos une las ganas de gozar la vida y proteger los nuestros. Inmensamente recomendada.

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