“Tienes que saber vender. No importa lo que hagas en tu vida, tienes que venderlo”. Con esa frase Arnold Schwarzenegger explica su filosofía sobre promover sus películas, sus proyectos, su carrera y, especialmente, su marca personal. Así también se puede describir Arnold, el documental de tres partes estrenando exclusivamente en Netflix, sobre la asombrosa historia del inmigrante que se convirtió en campeón, el campeón que se convirtió en estrella, la estrella que se convirtió en gobernador.
De cualquier manera que lo veas, Arnold es el ejemplo claro del llamado “sueño americano”, de subir de la nada, con trabajo duro y determinación. O al menos esa es la saga que nos ha vendido siempre, y continúa con este documental. Cada episodio se concentra en una etapa especifica; el primero presenta su carrera como fisiculturista –indudablemente el mejor que ha existido- desde su niñez en Austria, con un estricto padre estimulando la competencia constante entre Arnold y su hermano, y las compulsiones de su madre.
En el segundo vemos su ascenso como uno de los actores más exitosos de la historia, especialmente durante los 80’s y principios de los 90’s. El tercer episodio se enfoca en su carrera política, y finalmente su caída estrepitosa luego de escándalos públicos y personales, incluyendo la revelación de un hijo fuera del matrimonio, y su divorcio.
Como fanático de Arnold, me encantó conocer más de su crónica convirtiéndose en gran campeón de fisiculturismo, desde el choque cultural con su familia, hasta la anhelada llegada a Estados Unidos, donde descubrió que tener los músculos más grandes no era suficiente. También disfruté repasar su mejor momento fílmico, donde añadieron testimonios de otras figuras, como James Cameron, Linda Hamilton, y Danny DeVito.
La dirección firme de Leslie Scott mantiene Arnold en un constante ritmo de información, combinando material de archivo, entrevistas y algunas representaciones dramáticas, con el mismo Arnold como narrador. Aunque eso último le añade sensación de intimidad al proceso, la realidad es que el documental es básicamente un proyecto de relaciones públicas.
Aun en los momentos tocando temas incomodos o negativos para Schwarzenegger, nunca profundiza más allá de decir “esto fue malo, lo hice mal” y Arnold, siendo un carismático, astuto vendedor, busca la manera de suavizar sus fallos, sin mucha resistencia por el equipo detrás de la cámara, dejando perder la oportunidad de hacer Arnold un estudio más interesante de personalidad.
Como quiera, sigue siendo fascinante ver en Arnold el tipo de persona con la voluntad para buscar lo deseado, y con la capacidad de conseguir tantos éxitos en una sola vida, cuando tantos otros no llegan ni a la mitad de una sola cosa. Al final del día, terminé comprando lo que Arnold vende en su documental.
Podcastero, comediante, crítico de cine y TV miembro de la Critics Choice Association, crítico certificado en Rotten Tomatoes, y padre de gatos. Una vez cuando niño entré a un cine, y en cierta forma nunca salí.
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