Es un placer decirles que la segunda temporada de The Witcher es absolutamente mejor que la primera en todos los sentidos. Adiós a las confusas líneas mezcladas de tiempo, y los brincos repentinos de localidades sin referencias, parece que los escritores entendieron lo que la gente gustó y no gustó del debut en Netflix porque nos dan más de lo primero, eliminando casi todo de lo segundo.
Y no se preocupen, que Jaskier (Joey Batey) regresa con otro temazo.
En el centro de todo sigue Henry Cavill como Geralt de Rivia, el más amado por las mujeres, y por los hombres heterosexuales. Ahora cómodo en su papel, Cavill le añade niveles al cazador mágico en un rol para el que nunca tuvo ninguna preparación: padre adoptivo. Finalmente encontrado con la Princesa Cirilla de Cintra (Freya Allen), Geralt decide protegerla llevándola a Kaer Morhen, el castillo donde fue convertido en Witcher, y donde todos los cazadores de su clan descansan durante invierno. Esto le da una perspectiva distinta a la serie, pues conocemos más del trasfondo de esta profesión, y el mundo en que viven, aparte de otra mirada a Geralt como personaje. Ya me imagino todos los memes de “Daddy Geralt” causados por esta temporada.
Entre los nuevos personajes destaca Vizimir, maestro, mentor y padre subrogado de Geralt, perfectamente interpretado por Kim Bodnia. Mientras tanto, Yennefer de Vengerberg enfrenta las consecuencias de sus acciones durante la batalla en Sodden, al final de la primera temporada, encontrándose en manos de sus enemigos, buscando la manera de recuperar su estatus.
Sabemos bien que Netflix quiere que The Witcher sea su versión de Game of Thrones, por lo que la intriga política sigue siendo intensa parte de las tramas principales y secundarias ocurriendo en “El Continente”. Desafortunadamente esto continúa siendo el punto débil de la serie, principalmente por la inmensa cantidad de información siendo lanzada hacia la audiencia constantemente, cuando el principal interés es ver a Geralt, Ciri y Yennefer, quien se mantiene separada de los otros dos por la mayoría de los seis episodios presentados a la prensa, aunque eso parecía cambiar en el sexto.
Pero eso no es necesariamente malo, pues la temporada aprovecha para desarrollar la relación familiar entre Geralt y Ciri, simultáneamente dándole más que hacer a la exiliada princesa. Al igual que tantas otras historias de fantasía, magia y espada, The Witcher lidia con mucha mitología interna incluyendo las dichosas profecías sobre el fin del mundo. Una de estas relevante a Ciri, quien decide escoger su propio destino entrenando para ser la primera mujer Witcher, ante la resistencia inicial de Geralt, quien considera su condición una maldición con la que aprendió a vivir. Por su lado, Yennefer tiene sus propias aventuras, mágica y humanas, envolviendo a Jaskier en algunos de los mejores momentos de la serie.
Al final del día uno ve estos programas para entretenerse con gente bonita peleando con monstruos, enamorándose –u odiándose- entre ellos, y escoger que lado de la batalla apoyar, y la segunda temporada de The Witcher nos todo eso y mucho más, coronado con Henry Cavill siendo papasi…ehh perdón, papá, Yennefer disfrutando su astucia, Ciri rebelándose contra el destino, y Jaskier dándonos nueva canción para karaoke. Lo que pude ver de la segunda temporada de The Witcher me gustó de principio a fin, ¡Mágicamente recomendada!
Podcastero, comediante, crítico de cine y TV miembro de la Critics Choice Association, crítico certificado en Rotten Tomatoes, y padre de gatos. Una vez cuando niño entré a un cine, y en cierta forma nunca salí.
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