No tengo idea que decirles de Zack: Enfrentamiento Mortal. ¿Es buena? ¿Es mala? No puedo contestarles porque no se ajusta a la experiencia normal. Podría salir del paso usando el cliché “es tan mala que termina siendo buena” pero no estoy seguro que también aplique. ¿Alguna vez han tenido una conversación bien al garete con una amistad? Una de esas conversaciones de horas sobre el universo, el espacio, mundos paralelos, alienígenas, la vida después de la muerte, la vida antes de la muerte, y cosas así. Si no la han tenido, pues la tendrán cuando entren a ver este nuevo filme puertorriqueño. Solamente hay dos reacciones posibles: o es lo más grande que has visto, o sales odiando el mundo.
Quiero que Zack: Enfrentamiento Mortal se convierta en un clásico de culto. Quiero funciones de medianoche con gente vestida de sus personajes, gritando, riendo y aplaudiendo los momentos más irracionales. Nunca hemos tenido algo como eso, y nos lo merecemos.
Joseph Lando escribe, dirige, protagoniza, y probablemente también hizo el catering de esta nueva entrega fílmica desafiando toda convención, rompiendo el “que-rayos-es-esto-metro” sin piedad. Algunos me han escrito diciendo que “parece una película de SyFy Channel”… no, esas producciones tienen sentido. O me dicen “entonces es The Room boricua”… tampoco, porque en ningún momento Tommy Wiseau pelea usando chacos contra una banda con caras pintadas de carabela. Respeten los rangos.
Desde el 1995 Joseph Lando tiene su marca en la cultura popular boricua con El Poder Del Shakti, una película de fantasía y artes marciales imposible de conseguir. Más fácil fue encontrar el arca del convento. Luego traumó una generación entera con Hercobulous, un especial televisivo sobre un planeta cometa que destruiría la humanidad o algo así. Ahora regresa con Zack, donde derrama todas sus ideas espirituales sobre las que ha escrito varios libros.
Todavía no encuentro las palabras para describir Zack: Enfrentamiento Mortal. Lo más cercano es un “bollywood, a lo boricua”, con todos los absurdos, exageraciones y demencia que eso incluye…y un poquito más. Este filme no sigue ninguna regla conocida, más bien establece las suyas propias, solo para terminar rompiéndolas. La pasé brutal, aunque probablemente no por las razones que Lando espera. Quiero verla nuevamente en una sala repleta de gente bajo influencias de substancias. No estoy seguro que escribir eso sea legal pero, si termino en una celda, será con una sonrisa siempre y cuando cumpla mi deseo.
Lando interpreta a Zack, un hombre caminando por las calles, lastimado, recordando solamente su nombre, y nada más, ni siquiera como llegó a la estación del tren donde se sienta. La misteriosa figura de Mortibella (Rosina Grosso, probablemente arrepentida ahora mismo) le augura una extraña noche, comenzando con el ataque de “13” (Blass “Sien” Díaz), un tenebroso hombre con la cara pintada de carabela y el número en su frente. El resto es una persecución repleta de momentos cada uno más demente que el anterior, en un festival de locura absoluta donde el Viejo San Juan es una puerta a otros universos, un dios egipcio con acento puertorriqueño preside un juicio esotérico, y coches clásicos son perseguidos por bandas demoniacas.
Esto no es una película para verla tu solo, entrando por curiosidad. Forma el grupo, ingieran lo que vayan a ingerir y despídanse de toda lógica conocida, déjense llevar, sigan la corriente, dile adiós al mundo que conociste antes de ver Zack: Enfrenamiento Mortal.
Podcastero, comediante, crítico de cine y TV miembro de la Critics Choice Association, crítico certificado en Rotten Tomatoes, y padre de gatos. Una vez cuando niño entré a un cine, y en cierta forma nunca salí.
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