El amor es maravilloso, le da sentido a la vida, nos eleva todos los sentidos, le da más brillo a todo. Pero que desastroso puede ser, que rastro de devastación puede dejar en nuestras vidas, especialmente cuando se acaba. No hay manera de entenderlo hasta que experimentas ambas, y entonces queda esperar haber aprendido algo que nos ayude la próxima vez, si es que hay próxima vez.
Para Lucy (Dakota Johnson), esa lección fue aprender a tratarlo todo como una simple transición. Claro, esa es su manera de ganarse la vida, y ella es una de las mejores en eso, precisamente porque decidió ver el amor como un negocio con valores e inversionistas.
Porque, en el fondo, todos hacemos lo mismo, pero no lo decimos en voz alta.
“El tiene que ser alto”, “ella tiene que ser joven”, “no gordas”, “solamente blancos”, “inmensamente guapo”, son solamente algunos requerimientos que Lucy escucha en su carrera como “casamentera”, donde busca conectar hombres y mujeres de alta clase buscando el amor de su vida a su manera. La misma Lucy tiene una principal solicitud: “obscenamente rico”.
Con su segundo filme, la guionista y directora Celine Song vuelve a hacernos ver las relaciones humanas desde una perspectiva incómoda e irritantemente real. Aquí no hay espacio para changuerias, ni mentiras, Materialists nos tira en la cara las hipocresías y superficialidades de aquellos buscando el “amor” en sus vidas, porque por mas veces que digas que lo importante es la personalidad, admite que la prefieres envuelta en atributos físicos y económicos.
Celine Song nuevamente demuestra su genialidad, pues todos los elementos de Materialists están hechos para contrarrestar el concepto que nos han metido por ojo, boca y nariz en historias románticas, sean películas, series o cuentos. La frialdad neutral de Dakota Johnson viene como anillo al dedo a un personaje decidido a ver el amor como una transición financiera, y la falta de química con sus coprotagonistas es diseñada para confrontarnos con la idea de lo que se supone sea una relación exitosa.
A la vida de Lucy llega Harry, interpretado perfectamente por Pedro Pascal. En el universo de Lucy, Harry es un unicornio: un hombre alto, atractivo, exitoso, gentil, ridículamente rico y con la misma actitud hacia relaciones que ella; al igual que Lucy lo ve como ganancia, Harry la ve como persona apropiada con quien casarse. No por lo emocional, sino por lo práctico.
Pero la cosa se complica cuando regresa John, el exnovio con quien originalmente se mudó a Nueva York para ambos ser actores. Mientras Lucy renunció a su sueño cuando se hartó de ser pobre, John continúa teniendo la misma vida de cuando se dejaron, siendo un aspirante, viviendo en el mismo mugroso apartamento junto con los mismos desordenados compañeros. John es encarnado por Chris Evans, perfecto no solamente para el personaje sino para el mensaje que Celine Song quiere estrujarnos en la cara. En una comedia romántica normal, sabes como termina desde el primer momento, pero ese no es el punto. Song quiere enfrentarnos con nuestros propios estereotipos; si John no fuera tan lindo como Chris Evans, ¿realmente sería un conflicto?
Lo mejor de Materialists es que no hay una respuesta completa, no hay una resolución real. Incluso con su final, nos deja saber que nada realmente cambió, porque somos el resultado de nuestras decisiones, que no siempre concuerdan con nuestros ideales, especialmente los de la boca para afuera.
Ojalá hubiera más producciones tan valientes, tan directas, tan crudas, tan astutas. Materialists es una de esas películas que se queda contigo, haciéndote reflexionar en tus propias acciones, estereotipos y prejuicios, en una película que no piensa decirte lo que quieres escuchar, sino lo que crees que debes escuchar. Y ninguna es real. Inmensamente recomendada.
Podcastero, comediante, crítico de cine y TV miembro de la Critics Choice Association, crítico certificado en Rotten Tomatoes, y padre de gatos. Una vez cuando niño entré a un cine, y en cierta forma nunca salí.
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