Cuando dejamos a Katniss y Peeta la vez pasada, eran los niños lindos de Panem. Una historia de “amor” que trascendió los sádicos juegos y conquistó el corazón de todo el público. En The Hunger Games: Catching Fire los vemos bajo otras luces. Aunque aún son adorados, alrededor de ellos se están caldeando los ánimos y es que inadvertidamente (o maybe not) Peeta y Katniss le dieron esperanza al pueblo: “No es obligatorio morir, si permanecemos juntos podemos vencer”. Esto claramente no cae bien en Capitol, principalmente a President Snow, y aquí es donde empieza a encenderse el fuego.
Durante el Victors Tour nos damos cuenta que la realidad en Panem es diferente. Hay más opresión en respuesta al mayor desafío que representan los constituyentes que en realidad al final del día son más. Katniss todavía está traumatizada por todo lo que tuvo que hacer en los juegos al igual que Peeta y esto sin contar con que una maniobra de Presidente Snow y Plutarch Heavensbee, nuevo planificador de juego (quien sustituye a Seneca Crane quien “decidió dejar de respirar”), los pone nuevamente en la arena para pelear contra pasados ganadores de los Juegos en el especial del 75to aniversario de la caída de la revolución.
Pero más allá de una pelea en una arena, Katniss se enfrenta en toda la pelea a un mundo que le teme y por lo tanto constantemente trata de destruirla. Un juego de ataques constantes para romper su confianza y debilitarla al punto de aniquilarla. La arena ya no es solo una creada, su día a día es un Hunger Games. Una movida brillante en contra de alguien a quien consideras como un enemigo realmente peligroso. Aún así, no todo es sombrío para ella quien cuenta con nuevas caras como Finnick (Sam Claflin) y Johanna, una chica sin pelos en la lengua ni filtro interpretada excelentemente por Jena Malone (siempre me ha parecido una bad ass). Johanna es la representación de todo lo que adolece a los distritos, pero a diferencia de ellos, ella tiene el foro para expresarse.
Catching Fire no se queda corta en tratar temas sociales como el consumo desmesurado de reality shows y cómo el “entretenimiento” desvía nuestra atención de cosas que son realmente importantes como la desigualdad y hambruna. El público que está en la burbuja de Capitol se pierde entre los trajes glamorosos y los dientes de caballo de Stanley Tucci mientras tras bastidores los distritos más pobres empiezan una lucha en la que Katniss es su heroína. Peor todavía, los juegos son en naturaleza un “cautionary tale”, pero de momento eso no parece importarle mucho a nadie en el Capitol.
La película pone las piezas en su sitio para lo que debería ser un gran final. Se toma su tiempo -dos horas y media para ser exactos- en desarrollar mucho más los personajes y la acción que llevará a la conclusión de la serie. Admito que no he leído los libros, esta película me llamó la atención mucho más que la primera y aparentemente por la reacción de las chicas en mi sala, debería tener escogido ya si soy #TeamGale o #TeamPeeta ( Team Gale) aunque me parece un triángulo amoroso súper forzado que fue escrito para adquirir lectoras.
De todas formas, les recomiendo que la vayan a ver porque es muy divertida y porque quisiera que Cinna me vistiera todos los días de mi vida. Sobre eso, ¿cómo es que te puedes llevar tu estilista a los Hunger Games? ¿Quién les hace esas trenzas a las chicas? Volviendo a la reseña, el nombre muy apto para la secuela, aquí es donde todo se enciende en candela.
Fanática del cine, fashion y Real Madrid. Amiga de merengues y 2 o 3 culés que se han colado. Se ríe bien duro, ha ganado múltiples galardones en Rock Band, odia hablar de ella en tercera persona y hacer biografías.
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