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Crítica de The 15:17 to Paris – Mejor espera el próximo tren

Clint Eastwood dirigió su primer filme, Play Misty for Me, cuando tenía 41 años de edad. En aquel momento Eastwood era una de las estrellas más grandes en el planeta; habiendo protagonizado la serie televisiva Rawhide, siendo el hombre sin nombre en la trilogía del dolar de Sergio Leone y estando a punto de estrenar lo que fácilmente se volvería su franquicia más reconocible, Dirty Harry. Durante los primeros veinte años de su carrera como director, Eastwood se dedicó a realizar películas de acción y westerns que fortalecieran su posición en el Olimpo de las estrellas del cine. Esto cambió en el 1992, cuando Eastwood dirigió Unforgiven, aquella gran desconstrucción del género del western y los anti-héroes que lo volvieron famoso y mantuvieron relevante. Hasta ese momento Eastwood era un director completamente funcional de películas de género, pero con Unforgiven, se convirtió en uno con voz propia. Desde entonces han pasado casi 26 años y 21 películas. Las mejores de ellas comparten una estética común y la tendencia introspectiva de reflexionar sobre las implicaciones de su trama y género. Las peores comparten la imagen que crean en mi mente, una de Eastwood aburrido en su casa, abriendo el periódico, encontrando una noticia interesante y decidiendo llamar a su agente para que compre los derechos de vida de las personas involucradas en esta. Al igual que sus dos películas anteriores, American Sniper y Sully, The 15:17 to Paris  es un intento fallido en presentar eventos y personas reales, volviendo un suceso que marcó la vida de sus protagonistas en la hora y media más aburrida que puedes pasar en el cine ahora mismo.

De American Sniper y Sully se puede decir que por lo menos tienen actores competentes. Bradley Cooper y Tom Hanks han ambos demostrado ocasión tras ocasión que, aun cuando el resto de la película no funciona como se supone, tienen el carisma y la habilidad actoral para sostener tu interés en lo que ves. Los protagonistas de The 15:17 to Paris no tienen ningún tipo de experiencia actoral previa, y se nota. Spencer Stone, Anthony Sadler y Alek Skarlatos, quienes protagonizaron los eventos reales, también protagonizan el filme, interpretándose a si mismos en un tipo de recreación de los eventos que tomaron lugar en agosto del 2015, cuando detuvieron a un hombre armado con un rifle automático quién abrió fuego en un tren encaminado a Paris. La valentía de sus actos, con los cuales previnieron una tragedia, es innegable y merecen el reconocimiento que han recibido. Pero es importante separar los eventos reales del filme que los recrea. La presencia de los tres héroes le quita a la película más de lo que contribuye. En ningún momento lucen cómodos frente cámara, siempre trincos y hablando entre dientes (y no de la manera que lo solía hacerlo Eastwood, con un cigarro entre sus dientes y el ceño fruncido).

Sus vidas, fuera del evento titular, tampoco son muy interesantes. La película se enfoca en Stone y a través de sus ojos vemos la niñez y temprana adultez de los tres. Estas escenas del pasado no le dan suficiente contexto a los personajes como para ser justificadas. Las escenas enfocadas en la niñez de los protagonistas no ayudan a construir los personajes, la única información que nos brinda es la amistad que comparten, pero esto se pudo haber establecido fácilmente una vez la verdadera trama comienza (la de su viaje por Europa) con cualquiera de las escenas que comparten, ya que si hay algo que es certero es la química entre los personajes. Una vez entramos a la adultez, el enfoque principal se convierte la insatisfacción de Stone con la dirección que lleva su vida, su frustración con sus fracasos y su expectativa de un propósito mayor. Pero todo esto está dicho tan directa y repetidamente que termina pareciendo Clint Eastwood jugando whack-a-mole con la motivación de sus personajes (probablemente manteniendo la misma expresión severa que siempre lleva consigo).

En las escenas de la niñez, los protagonistas son interpretados por tres niños actores, quienes tienen ese carisma natural que suelen tener los niños actores. Judy Greer, Jenna Fischer, Tony Hale, Thomas Lennon y Jaleel White (Greer y Fischer interpretando las madres de Stone y Skarlatos, respectivamente) son el elenco de reparto durante esta parte de la película. Todos son actores que sobresalen por su trabajo humorístico (principalmente en sitcoms), y si con The Post halagué la inclusión de actores de comedia en roles dramáticos, aquí simplemente me siento confundido. Estas escenas parecen ser parte de otra película, una que probablemente disfrutaría más, y me dan curiosidad hacia el prospecto de un coming-of-age dirigido por Clint Eastwood a sus 87 años de edad. Debo admitir que encontré sobresaliente lo bien que el tiempo trata los personajes de Greer y Fischer, quienes no envejecen ni un día en los diez años que pasan desde su primera escena hasta su última.

The 15:17 to Paris es una película aburrida, olvidable y hasta confusa en su propósito. No estoy seguro de que está tratando de decir Eastwood, fuera de “miren a estos heroes”. La cantidad de películas que ha realizado en la última década me hace pensar que quizas hacer cine es su forma de mantenerse ocupado y huirle al aburrimiento, pero me gustaría que se acabara esta fase de recrear eventos reales recientes, y le huya al aburrimiento usando mejores guiones.

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