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Crítica de Unicorn Store: Un buen comienzo

Porque no era suficiente con ser una de las actrices más cotizadas del momento y posible futura cara del Universo Cinemático de Marvel, Brie Larson debuta como directora en este filme exclusivo de Netflix. Aunque su labor detrás de la cámara no se acerca a su habilidad al frente de esta, definitivamente muestra señales de buenos instintos para el futuro.

La forma más clara que se me ocurre para describir Unicorn Store es como una mezcla de Being John Malkovich, The Office, Office Space y Cartoon Network, envuelto en un paquete de arcoíris, confeti, y colores pasteles. Con este curioso guion, Samantha McIntyre (Married) intenta manifestar su versión de Charlie Kuffman desde una perspectiva pro-artística y femenina, tratando de lanzar varios mensajes al mismo tiempo sin realmente conectar completamente alguno aunque, esto es uno de esos casos en que la jornada es mejor que llegar a la meta.

Kit (Larson) es una joven artista regresando a vivir con sus complacientes padres, Gladys (Joan Cusack) y Gene (Bradley Whitford), luego de fracasar en su clase de arte. A pesar de ser comprensivos, la empujan a buscar un trabajo tradicional pues están preocupados de verla descender en el abismo de la depresión.

Contra su naturaleza, Kit consigue trabajo temporero en una firma de publicidad, donde su extraño jefe Gary (Hamish Linklater) es el peor tipo de hostigador; ese que se hace pasar por aliado mientras huele su cabello y la persigue a todos lados.

Cuando recibe una invitación dirigida especialmente a ella, Kit llega a “La Tienda”, un establecimiento decorado como si los osito cariñosos le hubieran vomitado encima. En esta, el Vendedor, interpretado por Samuel L. Jackson en un traje rosa y oropel en el pelo, le ofrece algo que Kit ha querido desde niña: un unicornio. El único pago que Kit debe dar es demostrar que puede cuidar adecuadamente de la criatura mitológica.

Así que Kit se da a la tarea de construir un establo “feliz”, comida apropiada y ambiente saludable para poder ganar su unicornio. Durante todo ese proceso, Kit también tendrá que lidiar con sus relaciones, sean sus padres, su cuasi interés amoroso, su carrera y (obviamente, duh!) con ella misma.

Unicorn Store tiene varios momentos que me hicieron reír a carcajadas, seguidos por largas secuencias que me pusieron a poner pausa para ver cuanto le quedaba de tiempo. Para ser justo, no creo ser el objetivo demográfico para quien está hecha. El problema es que no estoy seguro que Larson tampoco sepa muy bien para quien la hizo. A veces es muy infantil para adultos, y otras veces muy seria para niños. Aprecio el intento de mezclar varios estilos pero, hubiera sido más efectiva si se mantuviera en una sola fila.

Con este filme Brie Larson también aprovecha mostrar una versión más liviana de su trabajo, luego de darse a conocer con personajes bien pesados en Short Term 12, ROOM, y  The Glass House (Aunque seguidores de la serie Community ya la han visto en ese nivel).

El mensaje principal es claro; nunca debemos dejar perder la creatividad, las ganas de soñar y jugar. También nos habla sobre ser fieles a uno mismo, aceptar las diferencias entre nosotros y los demás, criticar la cultura corporativa, siempre buscar mejorarnos, no temerle a las aventuras ni lo desconocido, y como cinco o diez cosas más.

Quizás el problema soy yo, ahora, en esta era de mi vida. Estoy bastante seguro que hubiera disfrutado más de Unicorn Store en mis 20’s, cuando el cinismo de la vida real todavía no me había consumido.

A lo mejor Unicorn Store se convierta en el filme símbolo de jóvenes artistas, decididos a pintar (figurativa y literalmente) el mundo con colores, positivismo y esperanza, y nunca dejar de buscar su unicornio…. O quizás lo desprecien como un simplismo de la lucha moderna contra una sociedad que insiste en despreciar sus problemas, con estúpidas noticias demagogas sobre tostadas de aguacate, y quejas acerca de viejos programas de televisión.

Cualquiera de las dos posibilidades, Unicorn Store merece que le den un vistazo, aunque sea por curiosidad. Larson demuestra que ha aprendido bastante de los directores con los que ha trabajado, mas tiene su propio brillo, y me deja esperando ver su próximo proyecto directorial.

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