Hace unos meses atrás, escribiendo la reseña de Capitán América: Un Nuevo Mundo, me pregunté cuando Marvel Studios había perdido la habilidad de balancear acción con humor y una buena historia en sus películas. O caían demasiado en comedia (Thor: Love & Thunder) o demasiado serias (The Eternals). Así que me encanta poder decir que no solamente lo recordaron, aprendieron nuevos trucos en el camino.
La misma película reconoce lo que ha estado pasando en el MCU, cuando comienza con una escena de pelea entre Yelena (Florence Pugh) y algunos guardias anónimos, con la exasesina rusa bostezando entre golpes y brincos quejándose de estar aburrida.
Afortunadamente, tanto Yelena como nosotros conseguimos razón de mas para gozar el resto del camino.
¡Me encantó Thunderbolts! Salí contento y emocionado. Una producción con vibra de la Fase 1, combinando acción, humor, drama y enfoque en sus personajes, con un villano genuinamente amenazante y un desenlace emocional usando más que disparos y patadas, pues Thunderbolts entra en temas sorprendentemente densos para este tipo de filme, como depresión, soledad, y síndrome postraumático.
El director Jake Schreier no es un James Gunn de la vida, pero utiliza la formula de Guardians of the Galaxy para darnos otro equipo de desajustados encontrando propósito y sentido de pertenencia entre ellos. Gente rota, tratando de hacer lo mejor que pueden, fallando constantemente, pero intentándolo.
Cuando el congreso de los Estados Unidos comienza un proceso de desaforar a Valentina Allegra de Fontaine (Julia Louis-Dreyfus) de su posición como directora de la CIA, Yelena es enviada a una de tantas instalaciones supersecretas para destruir toda la evidencia en contra de Valentina, pero resulta que ella misma es parte de lo que hay que quemar, junto a otros agentes escondidos. La lógica de Valentina es que ellos terminaran eliminándose entre sí, incapaces de trabajar juntos.
Quizás hubiera tenido razón si no fuera por Bob (Lewis Pullman), un extraño joven que aceptó ser parte de un experimento que ahora esta dando resultados, aunque ni el ni mucho menos el grupo de problemáticos que encontró, saben lo que está pasando.
La clave definitivamente es el elenco compuesto. No todos consiguen algún momento, la Ghost de Hannah John-Kamen se queda sin mucho que hacer, al igual que Olga Kurylenko como Taskmaster, pero el resto aprovecha lo que les dan. Sea John Walker lidiando con los efectos emocionales del suero de super-soldado, Bucky Barnes (Sebastian Stan) intentando salvar el mundo desde una oficina del congreso, o el Red Guardian Alexei Shostakov (David Harbour) incapaz de superar sus años gloriosos, el éxito de Thunderbolts recae en la interacción del grupo, rebotando insultos, bromas y peleas entre sí.
El guion aprovecha tener a Florence Pugh, una de las mejores actrices de su edad, para darle una profundidad a Yelena que nunca se le dio a la Natasha de Scarlett Johansson. Mas que frustrada con su vida, Yelena vive cargando los pecados del pasado, queriendo seguir los pasos de su hermana, intentando redimirse, buscando propósito más allá de misiones clandestinas alrededor del mundo. Los momentos emocionales de Thunderbolts ocurren gracias a las interacciones de Yelena con Alexei, y con Bob.
Thunderbolts* nunca se burla de los temas serios que trabaja, pero tampoco se toma demasiado en serio, la formula adecuada para recordarnos porque el MCU sigue siendo relevante y exitoso, con todo y sus tropiezos de años recientes. Marvel is back, Inmensamente recomendada.
Podcastero, comediante, crítico de cine y TV miembro de la Critics Choice Association, crítico certificado en Rotten Tomatoes, y padre de gatos. Una vez cuando niño entré a un cine, y en cierta forma nunca salí.
Comments are closed here.