Un hombre recoge un deambulante ofreciéndole comida y alojo. Cuando llegan a la casa en el medio de la nada, el hombre mata el deambulante con bate de pelota, lo entra a la casa, donde lo desangra junto a una mujer. Luego llevan esa sangre en un plato para que un joven, postrado en una cama, la beba. Todo eso sucede en los primeros cinco minutos de My Heart Can’t Beat Unless You Tell It To.
Es complicado explicarles a aquellas personas que nunca han sido cuidadores de una persona encamada cuan drenante es la experiencia. En las últimas semanas de mi esposa tuve el privilegio de tener ayuda profesional con enfermeras del hospital, junto con ayuda familiar y aun así fueron días fuertes de mi vida. Lo interesante es que no se supone que diga esto. Es una especie de tabú comentar sobre el impacto encima de los cuidadores; uno no debe quejarse porque es un deber. Pero actos de amor también pueden tener un peso difícil de cargar, especialmente cuando se trata de matar personas para mantener un secreto, como le sucede a Dwight (Patrick Fugit).
Dwight vive en una casa junto a su hermana Jessie (Ingrid Sophie Schram), cuidando su hermano Thomas (Owen Campbell), quien necesita beber sangre fresca para sobrevivir, y es mortalmente alérgico al sol por lo que nunca deja la casa, ni siquiera por las noches cuando único comparten los tres. La palabra “vampiro” nunca se menciona en My Heart Can’t Beat Unless You Tell It To, y de todos modos Thomas no representa nada de lo que estamos acostumbrados a ver; es extremadamente débil, necesita apoyarse en paredes u objetos para caminar, y su mayor deseo es compartir con los chicos que escucha jugando cerca de su casa durante el día, cuando debe estar durmiendo.
En su debut como director de largometrajes, Jonathan Cuartas convierte la audiencia en otro personaje, manteniendo la cámara firme en largas tomas colocándonos más como testigos invisibles de incomodas y brutales escenas transformándonos en intrusos, especialmente en los momentos íntimos de la familia. Cuartas maneja la trama de forma orgánica, dejando que las sangrientas secuencias ocurran por decisión natural de los personajes en lugar de sentirse forzado o requerido por morbo.
My Heart Can’t Beat Unless You Tell It To nunca explica la condición de Thomas, ni porque viven en esa casa que mas bien funciona como prisión, o donde están los padres del trio. Pero nada de eso importa porque este drama de horror es una brillante metáfora de la disfunción familiar que se forma cuando hay que cuidar enfermos. Al igual que con la maternidad, el ser humano moderno perdió la red de ayuda que tuvimos por cientos de miles de años para cuidar los necesitados. Por siglos y siglos tuvimos madres, padres, tíos y tías, primos y otros miembros de la tribu ayudando mutuamente hasta que poco a poco el cambio a sociedades modernas fue eliminando esa red, suplantándolo con la economía del servicio.
Quizás estoy proyectando mi propia experiencia en My Heart Can’t Beat Unless You Tell It To, pero a veces uno no se da cuenta lo repetitivo que es el cine regular hasta que encuentra joyas como esta. Es un sobrio drama a paso lento, requiere paciencia y atención, especialmente apreciando el trabajo dramático de sus actores desarrollando la dinámica entre hermanos; Ingrid Sophie Schram es implacable como Jessie, dispuesta a todo por cuidar su hermano Thomas, quien Campbell interpreta con una inocencia casi infantil, apenas consciente de su condición y el impacto producido en sus hermanos. Mientras tanto Fugit es un manojo de emociones contradictorias, desgarrado entre abandonar el hogar por la culpa de sus acciones, y el peso de su deber hacia Thomas.
El cine independiente está sacando la cara por el horror en el 2021, no por la cantidad sino calidad, y My Heart Can’t Beat Unless You Tell It To es la mejor película de terror que he visto en lo que va del año, precisamente porque no intenta serlo. Estrena el viernes 25 de junio 2021 en cines limitados de Estados Unidos y alquiler digital, ¡Inmensamente recomendada! (A Drácula le gusta esto)
Podcastero, comediante, crítico de cine y TV miembro de la Critics Choice Association, crítico certificado en Rotten Tomatoes, y padre de gatos. Una vez cuando niño entré a un cine, y en cierta forma nunca salí.
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