Empiezo esta reseña con el aviso de que a pesar de ser un clásico de Semana Santa, nunca he visto Ben Hur (1959) con Charlton Heston ni ninguna de sus iteraciones previas. Pero si estoy consciente que la película fue muy laureada y se ganó 11 Oscares, lo que estoy bien segura que lo que vi anoche no logrará.
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Para los que como yo no la han visto nunca o se la perdieron en marzo pasado, Ben-Hur es la historia de Judah Ben-Hur (Jack Huston), un principe judío que quiere mantener el status-quo de una Jerusalén ocupada por Roma (es la definición del %1, pero con corazón). Su hermano adoptivo Messala (Tobby Kebbell) se va a pelear por Roma para quitarse la pajita del hombro y poder regresar por Tirsa (hermana de Judah). Luego de tres años, Messala regresa solo con un pedido para Judah, que le ayude a que el prefecto Poncio Pilato pase por la ciudad sin problemas. Obviamente esto no pasa y a Judah se lo llevan como esclavo.
Esta nueva versión de Ben-Hur es dirigida por Timur Bekmambetov (Abraham Lincoln: Vampire Hunter) y me da la impresión de que solo la dirigió para poder actualizar las escenas de acción en la era del CGI. Todo se ve más grande, más ruidoso y más verano 2016, desde Judah como esclavo de un barco de guerra romano hasta la famosa carrera de carruajes.
Sus tratamientos de los personajes y qué los motivas son superficiales. Keith Clarke y John Ridley nunca se adentran realmente en los personajes para poder darle carne a la historia. Todo se siente bien acelerado para poder brincar a las escenas de acción que realmente tampoco son muchas.
Aún después que logra su cometido en esas escenas con un CGI cuestionable, no se toma el tiempo de cerrar la historia que si bien ya está escrita, puede florecer con la visión de un director y libretista que en realidad les interesen cómo se comporta la gente. Quien único sobresale es Morgan Freeman en su papel como Sheik Ilderim, pues porque es Morgan Freeman aún cuando es tratado solo como una manera de mover la trama (y descubrí quién era el personaje gracias a Google, la película nunca lo dice). El resto del libreto es “by the numbers” y los actores igual de blandos.
Si se preguntan por qué esta historia la dan mayormente en Semana Santa, es porque la acción se desarrolla en el tiempo de Jesús y en el fondo es una historia sobre el perdón ya que corre en paralelo con la historia de la crucifixión. O sea, que Jesús (Rodrigo Santoro) tiene unos cameos, pero se sienten tan naturales y son tan largos como los del Joker en Suicide Squad. Aún cuando una parte importante de la película es el perdón, se trata superficialmente. Me hubiese gustado mucho más ver el conflicto interno y honesto de estas personas frente a sus circunstancias que es donde todas estas películas cristianas caen. El “struggle” para llegar al perdón de cosas terribles no es tan fácil como ésta y otras películas lo abordan, pero eso es harina de otro costal.
Ben-Hur es una película que no se toma ningún riesgo y por eso no tiene grandes recompensas. ¿Entretenida? Sí. ¿Nuevo clásico? No.
Fanática del cine, fashion y Real Madrid. Amiga de merengues y 2 o 3 culés que se han colado. Se ríe bien duro, ha ganado múltiples galardones en Rock Band, odia hablar de ella en tercera persona y hacer biografías.
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