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Crítica: El sueño americano se pudre en The Penguin

Hay ideas que suenan terrible desde el principio, hasta que las ves y te golpeas la frente pensando como no lo pudiste ver antes. La nueva serie de El Pingüino en HBO es ciertamente una de esas. Todos los elementos alrededor sonaban mal; una serie en el mundo de Batman sin Batman, un drama criminal sobre un personaje secundario en la mas reciente película, y un Colin Farrell irreconocible, con su atractivo físico enterrado entre prótesis y maquillaje.

Pero Matt Reeves tuvo una visión y consigue cumplirla con esta serie, superando por mucho lo que fue The Batman, finalmente libre de ataduras creativas, pues El Pingüino es clasificada para audiencias maduras, con suficientes malas palabras, sangre y violencia justificándola.

¿Será posible una película de Batman en esas mismas circunstancias? Reeves presenta un argumento solido a su favor con ocho episodios de drama, intriga e inmoralidad sobre la decadencia del sueño americano, con un agresivo despertar sobre la capacidad humana para la violencia, y la aterrorizante noción de que muy poco nos detiene de destruirnos entre nosotros mismos, excepto un frágil contrato social, tambaleándose entre nuestras peores manías destructivas.

Ciudad Gótica está hecha pedazos, luego de los bombazos del Acertijo en The Batman. Donde muchos ven perdición, Oswald Cobb (Farrell) ve la oportunidad de finalmente elevar su posición dentro de la familia Falcone. Pero una impulsiva decisión en los primeros minutos de la serie, obliga a Oswald a cambiar drásticamente su estrategia, jugando varios bandos simultáneamente, envolviéndose con la rival familia Maron.

La situación se complica con el regreso de Sofia Falcone (Cristin Milioti), luego de pasar años internada en Arkham, acusada de ser una asesina en serie de mujeres. Sofia desea sobre todo ocupar un puesto en la familia, luego de la muerte de su padre en The Batman, pero primero tendrá que lidiar con su tío Luca y su subalterno Johnny Vitti.

La otra mala idea en The Penguin que resulta genial es que no existe verdadero héroe. Farrell interpreta a Oswald como un hombre decidido a lo que sea para conseguir lo que quiere, con la suficiente sensibilidad para no odiarlo completamente. Por un lado, Oz aprecia disfrutar ver el amanecer, y no tiene problema con demostrar ternura hacia su madre Francis (Deirdre O’Connell haciendo un papelazo). Por el otro, no le tiembla la mano disparar, apuñalear o desaparecer cualquiera en su camino.

Mientras tanto Cristin Milioti da una clase de actuación como Sofia, una mujer extremadamente traumada por los actos de su familia, y años en un hospital psiquiátrico que le robó tiempo y pedazos de su humanidad. Millioti domina el arte de ojos vacíos, de expresar un alma en pena detrás de una sonrisa, de simplemente existir provocando una sensación inexplicable de incomodidad en su presencia. Por si sola, Millioti se roba cada escena que participa, y mantiene su posición firme cuando comparte con el Oswald de Farrell.

El Pingüino intenta evocar el brillo de producciones sobre mafia y crimen como Los Sopranos, El Padrino, y Goodfellas. Por supuesto que no llega a ninguno de esos niveles, pero el esfuerzo es suficientemente bueno para dejarnos con el gusto. Criminalmente recomendada.

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