Quiero volver al pasado para decirle a mí yo de 13 años que la vida no será fácil; habrá momentos duros, fuertes retos que enfrentar, pero vale la pena seguir aguantando porque algún día vera Spider-Man: No Way Home. También le dejaré saber que se quedará calvo pero eso es otra historia. La nueva entrega de Sony/Marvel Studios es una fantástica, emocional aventura recordándonos porque Peter Parker es uno de los mejores personajes jamás creado, gracias especialmente al más sobresaliente trabajo de Tom Holland desde que se puso el leotardo.
Con eso no digo que Spider-Man: No Way Home es perfecta; si la fuera juzgar clínicamente esta reseña sería diferente, pero no puedo evitar dejar que mi corazón escriba por mí. Amo a Spider-Man desde aquellas mañanas viendo la vieja caricatura, preparándome para la escuela. Desde todos esos paquines donde Peter Parker me enseñaba que ser diferente estaba bien. Mientras Christopher Reeves detenía helicópteros en su capa de Superman, Peter aguantaba abusos en la escuela para después salvar gente. Ese Peter Parker está más presente que nunca en No Way Home.
El guion de Chris McKenna y Erik Summers entiende perfectamente lo que hace a Spider-Man especial. Que su verdadera fuerza no está en los músculos, sino en su voluntad para proteger los suyos, y los demás. Que no son las telarañas sino su compasión, su humanidad, elevándolo sobre otros. Que con gran poder…ustedes saben el resto.
No quiero revelar nada que no esté en tráileres porque quiero proteger tu experiencia como protegí la mía, así que solo hablaré lo que ya se ha presentado en adelantos. Spider-Man: No Way Home comienza donde terminó Far From Home, con Peter Parker (Holland) viviendo en un mundo conociendo su identidad, sufriendo como esta revelación afecta su familia y amistades. Cuando decide pedirle ayuda al Doctor Strange (Benedict Cumberbatch), la solución resulta peor que la enfermedad pues el encantamiento rompe las barreras de realidad, atrayendo villanos de otros mundos al suyo.
Uno de los problemas que ha tenido Holland es que nunca había tenido la oportunidad de desarrollar su Spider-Man por sí mismo, pues ser parte del Universo Cinemático de Marvel significa compartir su espacio con otros héroes, incluyendo los filmes anteriores. Irónicamente, en la película donde mayor cantidad de personajes aparecen, es donde más me gustó su trabajo, finalmente convenciéndome de ser la persona idónea para encarnar el arácnido con sus fortalezas, y defectos. Por otro lado, eso le quita tiempo a los villanos, por lo que el guion espera que la familiaridad de la audiencia sea suficiente.
Normalmente no funcionaría pero, tener actores del calibre de Alfred Molina, y Jamie Foxx consigue llenar esos huecos (no tanto con los generados por computadora, que existen apenas para hacer cantidad), aparte de la simpatía impartida por Jacob Batalon como Ned, Marisa Tomei como la Tia May, y Zendaya como MJ, siendo los anclas humanos dándole gravitas al Parker de Holland.
Y Willem Dafoe, ¡WOW! Su Norman Osborn no solamente sigue siendo el villano más trágico en siete películas, nos demuestra también ser el más aterrador. No en balde es uno de los mejores actores vivos hoy día, usando su increíble rostro sin necesidad de efectos especiales ni maquillaje. Un simple gesto, un movimiento de la boca o cambio de mirada es suficiente para espeluznar la piel mas valiente.
Vi Spider-Man: No Way Home como fanático de Spidey, y así mismo escribo esta reseña, recordando cuanto grité, lloré, y aplaudí de la emoción durante dos horas y media que no sentí pasar. En un futuro quizás pueda verla con ojos más objetivos pero, por ahora solo me queda decirles, ¡INMENSAMENTE RECOMENDADA!
Podcastero, comediante, crítico de cine y TV miembro de la Critics Choice Association, crítico certificado en Rotten Tomatoes, y padre de gatos. Una vez cuando niño entré a un cine, y en cierta forma nunca salí.
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