Cuando The Post brilla a su máxima potencia, es fácil colocarlo en el panteón de lo mejor que ha hecho Steven Spielberg. Cuando da menos, es un thriller que hace excelente uso de un elenco impresionante. El problema viene de lo potente que brilla en sus primeros diez minutos, y de que al resto de la película le toca seguirle. El filme comienza con lo que básicamente es un prologo, donde nos da un poco de trasfondo sobre el origen del casi McGuffin de la película, (lo llamo un “casi” McGuffin porque la búsqueda del objeto en si no es el punto del filme). Aunque este trasfondo no es necesario para hacernos entender la importancia de este casi McGuffin, este se discute lo suficiente a través de la película, si sirve para crear la atmósfera y tensión que cargan toda la película. En este segmento de diez minutos (o quizás son siete, o quince, no andaba con un cronometro) Spielberg nos presenta una versión condensada de una historia que pudo haber sido su propia película, con la eficiencia de un veterano de casi 50 años y la agilidad de un prodigio del nuevo Hollywood. Aun cuando recurre a clichés como escenas bélicas en Vietnam con música hippie, Spielberg hace que funcione. Pero esta no es la parte de la narrativa que le importa, y mayormente sirve de obertura.
La trama de la película se desarrolla en el 1971 y su enfoque se encuentra en el equipo de periodistas investigativos trabajando para The Washington Post y sus superiores. Luego del prólogo, brincamos fría y repentinamente a Katharine Graham, interpretada por Meryl Streep, y quién junto a Tom Hanks, quien interpreta a Ben Bradlee, guían la película con sus interpretaciones magistrales. Y sí, dije magistrales, porque sus actuaciones son clases maestras en la creación de personajes multifacéticos con la capacidad de crear una conexión empática con su audiencia aun cuando ambos personajes se encuentren en desacuerdo. También fungen como un tipo de ancla, y aun cuando el elenco consiste de unos 15 personajes, todos memorable y afectantes en su propia forma, todo vuelve a las actuaciones de Streep y Hanks.
Es fácil y hasta instintivo dejar que el cinismo dicte nuestra opinión sobre el trabajo de una persona que ha recibido incontables reconocimientos por su arte, pero me parece imposible negar el dominio, control e imperatividad con los que Streep nos adentra al psiquis de su personaje. Streep logra crear un personaje que se vuelve más fuerte con sus debilidades; una mujer que a veces puede dudar de su propio liderazgo pero siempre es recta y certera. En unos de los momentos más potentes del filme, Graham conversa con cinco de sus súbditos, escucha sus opiniones y consejos, considera toda la información que ha recibido, y toma la decisión dificil. Esta decisión la toma sin validar las quejas de su mayor crítico y sin tornarse agresiva hacia este. La decisión se le hace dificil, pero aun así la toma; porque puede que no esté segura de sus propias capabilidades, pero no le cabe duda de que es lo correcto.
Hanks, por su parte, es pura seguridad. La imponencia de su personaje es tal que en manos de un actor menos capaz se hubiese vuelto arrogancia. Pero Hanks, con su carisma característico, hace que este elemento vuelva su personaje aún más agradable. Su conflicto interno no se trata de inseguridad, como el de Streep, sino de la potencia de su convicción. Su lucha es externa, Ben Bradlee debe convencer a aquellos que lo rodean de que su causa es justa y necesaria, o al menos debe conseguir la manera de superar a aquellos que se le opongan.
El elenco de reparto realmente brilla, la mayoría teniendo poco material para sobresalir, pero aun así dejando su huella. Bob Odenkirk (quien interpreta a Ben Bagdikian, uno de los periodistas investigativos) es a quién se le concede la mayor cantidad de tiempo en escena y líneas de diálogos, y es fácil entender el porqué. Admito que no he visto Better Call Saul por lo que no estoy familiarizado con su trabajo en la serie, pero aun conociendo su trabajo en Breaking Bad, la imagen que tengo en mi mente de Odenkirk es la de un comediante vuelto actor. Esto cambió al ver The Post. El rol de Bagdikian le cae como anillo al dedo. La intensidad que Odenkirk consigue transmitir a través de sus ojos de seguro le hará bien en los grandes papeles que aún están por venir.
Además de Odenkirk, en el equipo periodístico sobresalen Carrie Coon, quien el año pasado dominó la pantalla chica con sus interpretaciones en The Leftovers y la tercera temporada de Fargo, y ahora parece estar lista para dominar la pantalla grande; y David Cross, cuya cara me distraía siempre que salía. Lo siento, a Odenkirk me lo puedo creer como actor serio, pero cuando le pones al lado a David Cross se me hace imposible no pensar en Mr. Show y W/ Bob & David. Además de que la cara de David Cross simplemente es cómica. Google-eala y dime que no.
El también dramaturgo Tracy Letts interpreta al confidente más leal de Streep, mientras Bradley Whitford es su oponente más severo. Ambos son completamente adecuados para sus papeles. Jesse Plemons y Zach Woods interpretan dos abogados intentando lidiar con el caos. A diferencia de Cross, ambos actores logran dejar atrás su trayectoria humorística. Alison Brie también consigue adaptarse al material dramático, aunque quizas debería decir re-adaptarse, ya que su interpretación es bastante parecida a la que proveyó en Mad Men, pero esto no le quita a su rol, ya que es lo suficientemente pequeño como para hacer su interpretación adecuada sin la necesidad de tomar riesgos. Sarah Paulson se eleva de entre todos los que he mencionado en este párrafo con su trabajo como Antoinette “Tony” Pinchot Bradlee (esposa del personaje de Hanks), el cual no es extenso pero sí sobresaliente. Michael Stuhlbarg tiene un rol igualmente corto pero destacado, el cual parece haber sido su destino este año. Esperemos que pronto vuelva a tener un rol protagónico como el de A Serious Man. Y finalmente, Matthew Rhys hace de Daniel Ellsberg, quien filtra los papeles confidenciales que mueven la trama, con un silencio tan poderoso que guía el prólogo. Estos papeles son comisionados por Robert McNamara, quién es interpretado por un Bruce Greenwood avergonzado pero no arrepentido.
Tomo el tiempo y espacio para mencionar a todos estos actores y sus roles porque, durante la mayoría de la película, sobre ellos cae el peso narrativo. De ellos depende que las grandes actuaciones de Streep y Hank no se pierdan en el vacío. Si Streep y Hank son un ancla, el elenco de reparto es el suelo marino en el que ellos están incrustados. Gracias a ellos, Streep y Hank son Puig en la cancha compitiendo contra Kerber y no Jack Torrance lanzando la bola de tenis contra las paredes del Overlook. Aun aquellos que no logran llegar a los niveles de Odenkirk, Paulson, Stuhlbarg o Rhys tienen el poder de pararse frente leyendas vivientes demostrando que todavía están en su mejor momento y dejar claro que se merecen ser sus compañeros de escena.
Spielberg es un maestro, de eso no cabe duda. Streep y Hanks también lo son, y eso es igualmente incuestionable. Siento que no es riesgoso decir que en esta próxima década, muchos de los actores de reparto en The Post también serán considerados maestros. Y cuando eso pase, nos vamos a preguntar por qué nos tomó tanto tiempo reconocer sus magistrado.
P.D.: Me apasioné tanto hablando sobre los actores de reparto que me quedé sin espacio para mencionar uno de los mejores personajes, Richard Nixon, así que lo hago aquí. La manera en la que Spielberg presenta a Nixon es una sorpresa agradable, así que solo diré: “¡Bravo, Spielberg! ¡Bravo!”
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