Nadie hace ver “psicópata” tan “cool” como David Fincher. Nadie. Por supuesto que ser psicópata no es nada para admirar. Me refiero a la habilidad de Fincher de mostrarnos la humanidad debajo de las capas de cinismo y suciedad. Y debajo de esa humanidad, más cinismo y suciedad; a Fincher nunca le ha gustado la gente, el mismo lo ha dicho (más o menos). En Gone Girl, nos explica por qué.
“Amy Dunn” (Rosamund Pike) está desaparecida. En el día del quinto aniversario de boda, su esposo “Nick” (Ben Affleck) llama a la policía para reportar que algo malo podría haber pasado. Al principio “Nick” recibe la simpatía de todos pero, a medida que la policía investiga, se dan cuenta que hay cosas que no cuadran y rápidamente “Nick” se convierte en persona de interés. “Amy” es una mujer joven, bonita, blanca y proviene de clase alta, por lo que el caso se convierte en interés nacional, especialmente cuando “Nick” no se ve afectado, al menos no lo socialmente aceptable. De hecho, parece estar más preocupado por mantener detalles de su vida fuera del asunto. No pasa mucho tiempo antes de que todos decidan pensar que definitivamente “Nick” tiene algo que ver.
Si les suena familiar es porque “Amy” y “Nick” son Nicole Brown y O. J. Simpson. Laci Rocha y Scott Peterson. Caylee y Casey Anthony. En Puerto Rico, “Amy” y “Nick” son Carmen Paredes y Pablo Casellas. No me refiero a que sean culpables o no, si lo hicieron o no, sino a la forma en que las cosas se presentan en el ojo público y como la mentalidad colectiva puede ser espeluznantemente manipulable. Antes de ni siquiera ser acusado, “Nick” ya ha sido declarado culpable por la opinión pública, y solo queda esperar la inevitable sentencia. Cualquier otro director se hubiera conformado con presentar ese espejo de la sociedad en frente de nuestras caras. No David Fincher. Oh no, el necesita agarrarnos por el cuello, estrellarnos contra dicho espejo y después estrujarnos contra los pedazos en el piso mientras se ríe de nosotros porque solo vimos lo que queríamos ver.
Nadie acusaría a Affleck de ser un gran actor sin embargo, aquí está perfecto. Su “Nick” es un tipo que se ha desplazado por la vida descansando en el poder de su carisma y su físico, y su mayor logro es que “Amy” se haya casado con él. Ahora, en la mitad de su vida se encuentra con una situación donde su sonrisa y su actitud relajada ante la vida, sus mejores herramientas para conseguir lo que quiere, son su peor enemigo. Por su lado, Rosamund Pike como “Amy” prueba que ha sido una de las actrices más pasadas por alto de su generación y espero que con esta película eso cambie. Cuando Pike mira a la cámara despliega una energía con igual partes irresistibles como incómoda. Esto no se trata de buenos y malos, hasta “Margo” (Carrie Coon), la hermana gemela de “Nick”, a quien él le llama su “compás moral”, toma decisiones que podrían ser consideradas anti-éticas como mínimo.
La verdadera brillantez de esta película es que mil personas la verán y mil personas sacarán algo distinto. Este es el tipo de película que provoca discusiones porque todos estarán en lo correcto y todos se equivocarán. Incluyéndome. Lo que pasa en Gone Girl se quedó conmigo, todavía lo está. Es aterrorizante. Hace unos días entendí porque una de las primeras imágenes de promoción fue Ben Affleck abrazando el cadaver de Rosamund Pike y me provocó escalofríos.
Sin embargo, Fincher no tiene problema con tocar terrenos absurdos. El mismo director que tanto disfruta de usar metáforas y símbolos, nos presenta a “Ellen Abbot” (Missi Pyle), una obvia representación de Nancy Grace, una “periodista” estadounidense tan mediocre, sensacionalista e irresponsable como lo fue Kobbo Santarrosa con su muñeca. Mejor aún, en los momentos más tensos e incomodos, el excelente libreto de Gillian Flynn -quien tambien escribió la novela en que se basa la pelicula- no tiene problemas con hacernos reír. El mismo director, conocido por su obsesión con los detalles, permite huecos en la historia a propósito. Porque el punto de Gone Girl no es contarnos una verdad, sino cómo se construye lo que queremos que otros consideren como verdad.
Después de todo lo que he dicho, Gone Girl es una película de suspenso, de drama y de horror pero sobre todo, es una película sobre el amor y sobre el matrimonio. Claro, en la forma tan cruda como solo David Fincher puede hacerlo. Más que director, Fincher es un cirujano mostrándonos que construye una relación. Parte por parte, nervio a nervio, músculos, órganos, y vísceras, sin endulzamientos triviales y con esa frialdad mecánica que tanto amamos. Si estás pensando casarte, esta es la película que debes ver antes. De hecho, si estás planeando tener amigos, o relacionarte con cualquier otro ser humano, Gone Girl te hará perder la fe en la humanidad por un rato. Solo un ratito. Enferma, malvada, y traviesamente divertida.
Gone Girl es mi película favorita de Fincher desde Fight Club y entró automáticamente a mi lista de “películas que todos deben ver al menos una vez en sus vidas”. ¡Criminalmente recomendada!
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Podcastero, comediante, crítico de cine y TV miembro de la Critics Choice Association, crítico certificado en Rotten Tomatoes, y padre de gatos. Una vez cuando niño entré a un cine, y en cierta forma nunca salí.
1 Comment
No me gusto que esta película la pintan como drama y realmente no es. Es mas bien como comedia negra. Me decepcionó mucho.