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Tapados - QiiBO
Tapados - QiiBO QiiBO

Tapados

Prácticamente un debate en sí mismo ha provocado el uso por parte de estudiantes (o no estudiantes) de máscaras, pedazos de tela o hasta camisas para tapar sus caras durantes los actos de protesta y huelga en la Universidad de Puerto Rico.

Los famosos ‘encapuchados’ han estado en el foco de los medios, pues han sido sus actos, no los de los no-encapuchados, los que han desatado las reacciones más fuertes por parte del gobierno, incluyendo la activación de la Fuerza de Choque dentro de la Universidad.

Varias interrogantes surgen cuando está uno ante un grupo de enmascarados, ¿cuál es la intención real de los estudiantes detrás de taparse las caras, permitiendo con eso, que cualquiera que se la tape pueda ser confundido con ellos?, ¿las tapan por miedo a ser reconocidos y castigados por hacer lo que hacen?, o por otro lado, ¿piensan que lo que representan, su lucha, es más importante que cada individuo, e intentan, con las máscaras, darle un rostro simbólico a la lucha? Veamos.

A través de la historia ha habido, y siguen habiendo, una grandísima cantidad de movimientos organizados que recurren a este ‘enmáscaramiento’ para llevar sus mensajes. Grupos de TODO tipo, llámese ETA, Klu Klux Klan o Ejército Zapatista de Liberación Nacional. Estos grupos piensan que un ciudadano particular no merece ser castigado por defender sus causas, que para ellos son más grandes e importantes que esas leyes de las que huyen. Entonces se enmascaran, y pierden individualidad, pero ganan fuerza en su mensaje.

En otro caso un poco alejado de lo que nos concierne pero que nos deja un buen perfil sobre la semiótica de la ‘máscaras’, están los luchadores de lucha libre profesional que en sus caracterizaciones deciden usar máscaras. La lucha libre es una novela orquestada a base de combates entre personajes. A parte del interés de ver la pelea física en sí, el factor que atrae fanáticos a este ‘deporte’, es el hecho de que los personajes que están peleándose representan algo. Lo que sea.  Masculinidad, heroísmo, locura, maldad, temeridad, o cualquier otra cosa. Dentro de este ‘mundo’ existen luchadores que deciden basar todo su simbolismo en esconder su identidad bajo una máscara. Basan toda su carrera, (algunas de décadas) en vencer oponentes para no tener que revelar su real identidad. El día que la rebelan, pierden eso que los hace ellos.

En el caso de los huelguistas y sus intenciones al enmascararse, la comparación con estos grupos (los movimientos políticos históricos o los luchadores) no resulta exacta y debe ser contextualizada. No se puede negar que dentro del movimiento estudiantil existen personas que se encapuchan. Los vemos casi a diario y usualmente liderando los piquetes (físicamente, no estratégicamente ni ante los medios). Pero también es verdad que ni son un número mayoritario, ni han formado parte del grupo reconocido de portavoces del estudiantado. Estos siempre han mostrado sus caras y cualquier persona levemente atenta a las noticias podría reconocerlos y hasta llamarlos por su nombre.

Por otro lado, es también un hecho que hemos visto encapuchados que actúan solos, lejos de las protestas ‘oficiales’ de los huelguistas. Estos encapuchados que hemos visto todos porque siempre han habido cámaras cerca, son precisamente quienes han sido protagonistas de las escenas de violencia y vandalismo que se han dado dentro de la Universidad. Empezando por romper cristales a carros de la guardia universitaria (de una manera sospechosa y que despierta suspicacia), hasta interrumpir clases utilizando bombas de humo y vandalizar el Centro de Estudiantes. Estos últimos encapuchados son los que han dividido la opinión pública, pero lamentable o afortunadamente, es preciso encerrar a todo encapuchado participando en los eventos en la UPR en el mismo grupo puesto que es imposible afirmar la diferencia entre uno u otro. ¿O no?

Hay unos que están seguros que son estudiantes. ¿Y cómo no? El movimiento estudiantil nunca los ha desautorizado ni ha solicitado el cese de la utilización de las capuchas, y seguimos viendo todos los días a encapuchados al lado (y al frente) de los estudiantes en protesta. Incluso algún que otro portavoz ha tratado de justificar la violencia física como una ideológica dentro del movimiento de protesta y lucha.

Otros, tienen grandes sospechas y dudas sobre si este grupo de encapuchados violentos es realmente parte del movimiento estudiantil. Estos piensan que el hecho de que ningún encapuchado haya sido arrestado hasta el momento, 20 de enero 2011, y que en las instancias en que han actuado lo han hecho solos y no durante las actividades regulares de los huelguistas, todo eso viniendo del gobierno que sacaría ‘a patadas’ a profesores y estudiantes de allí, genera sospecha y desconfianza. Quienes sienten la duda no olvidan que han habido en la historia de Puerto Rico instancias en las que el gobierno, a veces en conjunto con la policía, ha creado esquemas y hasta identidades falsas so propósito de conseguir un beneficio político. Cerro Maravilla y Carlos López Malavé son dos nombres que se recuerdan cuando se habla de un gobierno en Puerto Rico y el manejo de la opinión pública.

Se complica el tema entonces, cuando es difícil categorizar a los encapuchados en la UPR. Héroes detrás de una máscara representando una lucha, huelguistas que realmente buscan la desestabilización del gobierno actual, o infiltrados de la derecha, izquierda o de donde sea, que han sido activados y ordenados a actuar para generar opinión pública. ¿Qué pensar?

Ivan Chaar-López, estudiante de maestría en la UPR, en un momento participante de la huelga universitaria, y comentarista e historiador de todo el proceso mediante su blog, habló con QiiBO sobre lo que para él y desde un plano amplio constituye llevar un mensaje, sea cual sea, tras una máscara y lo que implica como imagen pública:

“El encapucharse más allá de la huelga ocurre porque en muchas instancias el proceso de enmáscararnos (o encapucharnos) permite que obtengamos mayor visibilidad. Esto constituye ciertamente una paradoja porque al taparnos nos vemos más. Pero, ¿acaso no somos más visibles con capuchas ante los medios que sin ellas? En este sentido, encapucharnos puede ayudar a que cobremos mayor visibilidad y esto abre el camino a que se nos preste atención.

Hay quienes argumentan que quien se encapucha se esconde y que su identidad queda borrada. Sin embargo, bien se podría argumentar lo contrario. Cuando, en el contexto de una protesta o un movimiento político, alguien cubre su cara, asume una identidad transgresora con la cual pretende representar su oposición a los valores individuales de la sociedad contemporánea, el fetiche del “ego” consumerista. Es mediante este proceso, que quizás se le podría llamar post-identitario, que se pretende invisibilizar los atributos únicos del “yo” (mi nombre, mis facciones particulares) para hacer visibles los atributos comunes del discomfort y de nuestro proyecto político colectivo.

Sin embargo Iván reconoce que en el caso de la huelga, los eventos requieren de un reenfoque que quizás, no debe incluir el enmáscararse:

“Andar encapuchados, por más que pueda entender la razón de seguridad detrás de la capucha, no trabaja en nuestro favor. Un acto honesto y reflexivo nos debe conducir a reconsiderar las capuchas en este momento y, como pasado “encapuchado”, reconozco este nuevo límite. Si vamos a emprender actos de desobediencia civil significa que aceptamos la responsabilidad moral y legal que conlleva el acto.” (Tomado de “UPR: sobre la incertidumbre, la fragmentación y la violencia” en 80 grados)

Es importante por tanto que el estudiantado unifique su mensaje y decida si el encapucharse seguirá siendo una estrategia para hacer su mensaje más grande, o si en este momento les conviene precisamente que se vean sus caras, caras de jóvenes estudiantes, para llevar su mensaje y su protesta más coherentemente.

Del lado de los que lo vemos de fuera, es importante contextualizar lo que vemos, y no usar esos extremos maniqueos que caracterizan todo lo que pasa en nuestro país. Encapuchados buenos o encapuchados malos. Pues no, la máscara responde a un contexto histórico particular, y nos toca determinar, a nosotros y a los estudiantes, si este es el momento y el lugar para aprobar o desaprobar un movimiento así.

Cierro con una cita que me acordó un compañero (Iván), y que resume el impacto real que puede llegar a tener un movimiento completo escondido detrás de máscaras, fue el Subcomandante Marcos cuando dijo: “Y miren lo que son las cosas porque, para que nos vieran, nos tapamos el rostro; para que nos nombraran, nos negamos el nombre; apostamos el presente para tener futuro; y para vivir… morimos.”

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