En Grecia miles han salido a protestar por todo el país luego que la economía colapsara y el gobierno le pasara la factura al pueblo; en Puerto Rico, nada. En Egipto la voluntad de millones de personas ha logrado deponer a dos gobiernos consecutivos por abuso de poder; en Puerto Rico, nada. En Brasil, sexta economía del planeta, miles se han lanzado a la calle al ver cómo el gobierno se hace de la vista larga ante las principales necesidades del pueblo y la corrupción desmedida; en Puerto Rico, nada.
Dejando establecido el escenario mundial actual no dudo que muchos, al igual que yo, se pregunten una y otra vez si en Puerto Rico vivimos en un planeta alterno al real. La primavera mundial florece en cada rincón del planeta ya sea para un lado o para el otro, pero en el archipiélago todo sigue igual. La fama de ser “buena gente” ya raya en lo ridículo y el tiempo nos está pasando factura rápidamente. ¡Y a qué precio mi gente! El bolsillo boricua, que lleva varios años en crisis, se ha roto por completo. Ya solo estamos exprimiendo la poca tela que nos queda.
Si su percepción general sobre nuestra actitud como pueblo es parecida a la mía sepa que nos hemos equivocado. Me explico. El griego, el egipcio y el brasileño se tiran a la calle en respuesta automática ante cualquier abuso que sienta por parte de su gobierno, pero el puertorriqueño tiene una forma más elegante e igual de efectiva para protestar. Hasta en eso mostramos un poquito de nuestro orgullo.
Con una Ciudadanía Americana heredada por el llamado “Commonwealth”, Colonia en buen español aunque el término suene a blasfemia para dos o tres, y que es atesorada por la gran mayoría de nosotros y despreciada por una minoría que solo la ven como un salvavidas efectivo en momentos de crisis, es sencillo comenzar una revuelta silenciosa. Entra a la página web de su línea aérea preferida, compra par de pasajes y alza vuelo en busca de una mejor calidad de vida. Sencillo, ¿no? “Que Dios reparta suerte” es la consigna del viajero revolucionario. Es en ese proceso que comienza la Primavera Boricua, la Revolución Aérea. La tragicomedia borincana comienza con un simple “click” en el teclado de una computadora. Para qué perder nuestro tiempo cogiendo sol, agua y sereno gritándole a un grupo de políticos que a duras penas se escuchan y se prestan atención entre ellos mismos cuando la mejor protesta la podemos llevar a cabo en la comodidad de un avión.
No necesitamos gastar en comprar una cartulina para escribir algún mensaje de protesta porque hasta en eso somos más radicales, nos tiramos una foto con nuestro celular dentro del mismo avión, preferiblemente pegado a la ventana para que se aprecie Puerto Rico desde el aire, la subimos a Facebook o Twitter y le ponemos como nota al calce: “@ Huyendo de Macondo…”. En cuestión de segundos los “like” estarán a montón por chavo y no faltara el casi repetido comentario: “¡Éxito! Yo te seguiré los pasos pronto”. Ojo, para nada tomen a chiste mi descripción, nos guste o no es nuestra cruda y triste realidad.
Los números y las estadísticas no mienten. La revolución aérea se ha dejado sentir fuertemente y ya pocos ignoran sus devastadores efectos a la economía. La fuga de talento joven, en sectores tan importantes y vitales como lo es la salud se complica cada vez más. 40% con títulos universitarios ya han emigrado según informado por El Nuevo Día en enero de 2013. Ya no es tan fácil conseguir médicos especializados como lo era hace 10 años atrás. Como si todo lo anterior no bastara, los numeritos del último Censo se encargaron de explotar la burbuja en la que trataban de seguir manteniéndonos. En la última década más de 500,000 puertorriqueños decidieron llevar su protesta a los aires según informado por el Instituto de Estadísticas. Esto ha representado una pérdida de $3,000 millones anuales para nuestra ya debilitada economía. Incluso a este momento hay más boricuas en los Estados Unidos que en Puerto Rico, y las proyecciones futuras no son nada alentadoras.
¡Se nos vacía el archipiélago!
Mientras vemos en progreso la aún no reconocida, por los medios internacionales, revolución aérea boricua los políticos siguen siendo políticos, y todo lo que eso implica que ya sabemos de sobra, y el pueblo sigue buscando desesperadamente una salida a los males que nos aquejan. La única diferencia al resto del mundo es que aquí hemos implantado un nuevo concepto en cuanto a levantamientos ante las injusticias y atropellos del gobierno sin derramar sangre ni con muertos a quienes llorar. Somos mucho más civilizados y siempre manteniendo en lo alto nuestro caché para estas cosas. A final de cuentas es lo que mejor y efectivamente podemos evitar que los gobiernos nos hagan perder.
PD. Buen viaje y éxito al que esté leyendo esta columna en la comodidad de un avión por medio de nuestro siempre inseparable y fiel amigo, Mr. Internet. No se avergüence de la decisión que tomó. Usted y su familia merecen algo mucho mejor. Yo llevo un tiempo coqueteando con la misma idea, solo que aún me niego a aceptar que todo está perdido. Aún podemos aspirar a mucho más. Un mejor Puerto Rico es posible.
Foto: WLIW New York
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