“¿Quién vigila los vigilantes?” – Juvenal
Durante los pasados seis años he cubierto el Puerto Rico Comic Con y otros eventos donde siempre hay uno o dos haciendo “Cosplay” (Custome Play) de Nazi. La reacción regular de la gente es reírse de ellos, tomarles una foto, seguir su camino sin dedicarle cinco segundos más de pensamiento. En ocasiones alguien vestido de superhéroe los aprovecha para sacarse una foto “pegándoles”, en la cual los individuos automáticamente asumen su rol de odiados villanos derrotados.
Después de todo, los Nazi han sido usados en innumerables medios como antagonistas directos (Captain America: The First Avenger, Indiana Jones, los video-juegos de Call of Duty) o indirectos (Star Wars, The Producers).
En esos años, no se ha formado ningún partido neo-nazi local, ni nadie ha marchado en las calles con antorchas como hicieron en Estados Unidos – más evidencia de la enorme diferencia cultural que nos separa de ese país pero, eso es tema para otro día.
Este año fue distinto. Por alguna razón — posiblemente buscar pauta y esos anhelados “likes” y “shares” —una joven los acusó de “normalizar” los Nazi y exhortó sus seguidores a atacar uno de los muchachos. Hasta donde sé, la muchacha no hizo acercamiento a ninguno, ni trató de conversar con ellos, simplemente montó su estado justiciero, a pesar de tener la bandera de la Unión Soviética en su perfil —símbolo de otro régimen autoritario que mucho daño hizo a su propia gente, ni mencionar otros cosplays que pudieran ser ofensivos para otros.
En cierto modo, puedo entender porque en el 2018 le hayan dado más atención que años anteriores; los nervios colectivos están de punta desde la elección de Donald Trump, la cual le ha dado falso permiso y valor a asquerosos racistas vomitando su odio en público.
Pero, demostrando que aprendieron la lección equivocada del triunfo de Trump y sus secuaces, los críticos del muchacho han atacado sus defensores con epítetos como “apologistas”, “alt-right”, o hasta mismos nazis, porque aparentemente escuchar argumentos contrarios es pecado moderno.
¿Tan poca fe tienes en tu propia gente? ¿Honestamente piensas que por dos o tres personas haciendo cosplay de Nazis (algo que, recuerden, se lleva haciendo hace largo tiempo) repentinamente los veremos marchando en la plaza pública? ¿Tan bajo piensas de tu pueblo? Donald Trump perdió devastadoramente su primaria en Puerto Rico. Aquí no lo queremos. Ni a sus seguidores.
Cuando niño uno de mis programas favoritos era Sunshine’s Café. Recuerdo llegar todos los jueves por la mañana a comentar con mis compañeros de escuela los sketches de la noche anterior. Como toda producción vanguardista, Sunshine’s Café fue perseguido por moralistas, incluyendo la sede local de Morality in Media, una organización nacional determinada a imponer su visión en todos los demás, crean o no en su religión.
Los moralistas ganaron su batalla, logrando cerrar un taller de trabajo para artistas locales, quitándole el pan de la boca a unas cuantas familias todo en nombre de sus inmovibles ideales.
Desde entonces le tengo terror a la censura. Venga de donde venga, izquierda o derecha; nadie debe tener el poder de limitar la expresión artística de otros, mucho menos porque lastime sus sensibilidades. El arte es para educar pero también para ofender, incomodar, molestar y provocar.
Lo verdaderamente triste de todo esto es que una tontería haya desviado la atención del gran trabajo que decenas de boricuas pasan para sus cosplays. Estos eventos son una prueba del enorme talento que tenemos en este archipiélago, donde geeks de todas las edades despliegan su amor por cuanto tema existente, desde vistosos trajes de guerreros cibernéticos, hasta ingeniosas combinaciones como Spider-Man Slythering. Ellos son los protagonistas del fin de semana. Ellos merecen la pauta.
La situación puede acabar de varias formas. Quizás la gente se olvide cuando el próximo peo farandulero o político explote (ahora mismo están a punto de quitarnos derechos laborales sin nada a cambio, solo promesas vacías).
Irónicamente, en los próximos eventos habrá más gente vestidos de Nazi, algunos por defender su derecho a la expresión, otros para llamar la atención buscando su pauta.
El peor escenario, y el más probable, es que los organizadores del Comic Con y otros eventos doblen rodilla y prohíban los cosplays de esa naturaleza para sencillamente evitar artículos negativos en la prensa.
Los justicieros declararán victoria y celebrarán aunque para todos los efectos, quedaron en el mismo lado de la línea en la arena que Morality In Media. Abrieron la puerta a que otros grupos usen la misma excusa. La derecha moralista de mi niñez será ahora la izquierda regresiva de mi adultez. Ahora tambien hay que tenerles miedo porque tambien quieren controlar otros, crean en lo mismo, o no.
Censura es censura.
PS: Como digo una cosa digo otra. La primera enmienda no protege ataques ni amenazas. Así como la joven no debió exhortar a otros a atacar el chico, tampoco nadie tiene el derecho de insultarla ni agredirla. Si quieren que los traten como adultos, compórtense como adultos.
Créditos: Foto principal por Raymond Sierra.
Podcastero, comediante, crítico de cine y TV miembro de la Critics Choice Association, crítico certificado en Rotten Tomatoes, y padre de gatos. Una vez cuando niño entré a un cine, y en cierta forma nunca salí.
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