And here we go again! Regresamos al mundo de Game of Thrones con un capítulo repleto de brincos entre historias y personajes que sirvió para ir atando cabos. Cersei se reencuentra con familia, Jon conversa con reyes, y Daenerys visita a sus hijos.
Como siempre, este resumen contiene “spoilers” del capítulo.
Game of Thrones: The Wars to Come
Luego de un largo recuento, incluyendo escenas de la primera temporada, Game of Thrones comienza humillándonos al mostrar en el intro a un Winterfell recuperado en el mapa…pero bajo los colores y el símbolo de los Bolton. ¿Lo notaron?
Por primera vez Juego de Tronos muestra un (bastante creepy) “flashback”, y es sorprendente que no lo hubieran hecho hasta ahora. Los libros contienen tanta historia pasada que bien podrían hacer otra serie entera. Anyway, vemos a una joven Cersei recibir tres profecías de una bruja: se casará con el Rey (cumplida), tendrá tres hijos y los tres morirán (un tercio cumplida), será la reina hasta que llegue una más joven y bonita a quitarle todo lo que ama (¿en camino?). En el presente, Cersei llega al Septo para despedirse de su padre y sacarle a Jaime en cara haber ayudado a Tyrion. Ambos están de acuerdo en que, sin Tywin, el mundo entero tratará de destruir la dinastía Lannister.
Cersei está tan aborrecida y odiosa como siempre pero, al menos tenemos una idea del porqué. Toda su vida ha tenido las palabras de la bruja en mente y ya ha visto como se han ido haciendo realidad. Eso significa que a Margaery le esperan muchos malos ratos en su misión de conquistar a Tommen… mucho peores que encontrar a su hermano desnudo metiendo mano.
¿Recuerdan a Lancel Lannister? ¿El primo flaco de ellos con el que Cersei, “tos, tos”, trabajaba hasta altas horas de la noche? El mismo que fue escudero del Rey Robert Baratheon y le metió vino de más hasta que murió cazando jabalí. No lo habíamos visto desde que cogió un flechazo durante la batalla de Blackwater en la segunda temporada. Resulta que el tipo ahora se metió a ultra religioso —a lo Tom Cruise y Cienciología— y está completamente arrepentido de haber jugado a las cambias con Cersei y conspirar para que Robert muriera. Cersei se le ríe en la cara porque, pues… es Cersei.
Daenerys está lidiando con un nuevo enemigo en Meereen: “Los Hijos de la Arpía”, como se hacen llamar el grupo de personas asesinando a sus Unsullied en la noche con aparente ayuda de prostitutas nalgonas que cantan mal. Mientras tanto, el gobierno que tiene ahora Yunkai acepta sus condiciones pero, exigen que Dany permita reabrir las peleas a muerte. Hizdahr zo Loraq, el noble que viajó a Yunkai junto a Daario Naharis para esas negociaciones, insiste que sería un buen gesto de su parte pero, Dany es inflexible.
Ya que la temporada pasada despidió a “Ser Frindzone Jorah Mormont”, Dany esta corta de un buen consejero y está escuchando a todo el mundo, no solo Zo Loraq, sino a un ex-esclavo, y hasta Daario. Claro, Daario tiene su oído más cerca que ninguno de ellos y con las nalgas al aire pero, le explica que su vida como peleador lo llevo a conocerla. Además, su verdadera fuerza no es el ejercito de Unsullied, sino en su dragones; “una reina dragón sin dragones no es reina”.
El pequeño detalle es que no se sabe donde vuela Drogon, y cuando Dany entra a las catacumbas para visitar a Viserion y Rhaegal están más grandes, más salvajes y mucho más agresivos que nunca. Lo suficiente como para que Dany salga corriendo asustada. ¿Quién hubiera dicho que encerrar y encadenar dragones fuera una mala idea? Imagínense si hubiera que bañarlos. Olvídate, que apesten.
Tyrion está donde lo vimos la última vez: en una caja. Cuando Varys finalmente lo saca, están en la casa de Illyrio Mopatis. ¿Lo recuerdan? Es el magistrado que ayudó a que Daenerys se casara con Khal Drogo en el primer capítulo. De todos modos, no importa, no aparece en el capítulo. La cuestión es que Varys quiere continuar su conspiración para devolver a los Targaryen al trono y convence a Tyrion de que viajen a Meereen para encontrarse con Dany (Road trip!). Con todo y que está barbudo, derrotado, deprimido y aborrecido, Tyrion no nos falla al darnos la mejor línea de la noche: “El futuro es mie**a. Igual que el pasado”. Aparte de eso, Tyrion saca su “universitario en las Justas” a pasear cuando se mete un trago justo después de vomitar el que se había bebido antes. Oh Tyrion, nunca cambies. Solo báñate y aféitate.
A Sansa y Littlefinger no los vimos mucho esta semana, solo que recibieron una noticia —probablemente sobre la muerte de Tywin— y dejaron a Robin Arryn en las manos de Lord Royce cogiendo pela en sus clases medievales de educación física para irse a una misión secreta. Hay que mencionar que Sansa, o mejor dicho Alyane, su nueva identidad, se ve más al estilo “Tully” de su madre que antes. Esperemos que no haya heredado su magnetismo por las malas decisiones.
Por fastidiarnos, la presentan pasando cerca de Brienne limpiando su espada y tratando de convencer a Podrick de que no lo necesita y que se vaya por su lado. Pod argumenta que todavía pueden encontrar a Sansa. Opps!.
Estos últimos dos casos, son los más que me preocupan de esta temporada pues ambos ya contaron su respectivas historias de los libros y no los hicieron tomar un descanso como a Brann y compañía, por lo que no sabemos si lo que viene es inventado para la serie o adelantando lo que pasará en los últimos dos libros de “Una Canción de Hielo y fuego”.
Jon trata de continuar su vida como antes en los Night’s Watch pero, muchas cosas han cambiado. La primera es que Stannis Baratheon sigue con ellos después de salvarlos la temporada pasada. Él es como ese primo que te ayuda a pintar la casa pero, después se queda tres meses viviendo en la sala y diciéndote donde debes mover los muebles. Melisandre busca a Jon para que tenga una audiencia con Stannis y durante la subida, revela que tiene más magia de la que pensábamos pues solo tiene su capa de sacerdotisa y no siente frio, todo lo contrario: despide calor. De hecho le toma la mano a Jon y se la pasa por la cara. Ese huevo quiere sal.
Melisandre: “¿Eres virgen?”
Jon: “No.”
Melisandre: “Muy bien.”
Sabemos lo que pasó la última vez que Melisandre le preguntó a eso a otro: Gendry todavía sigue remando por quién sabe dónde.
Resulta que Stannis quiere que los salvajes se unan a su ejército para marchar hacia Winterfell y rescatarlo de las garras de los Bolton (¡una bulla pa Stannis!). Para lograrlo, necesita que Mance Rayder se rinda formalmente arrodillándose ante él, algo que Jon sabe no pasará pero, Stannis como quiera le pide que intente convencerlo. Stannis le asegura que los que se le unan, serán convertidos en ciudadanos del reino y tendrán sus propias tierras.
Jon sabe el resultado de esa conversación pero, como quiera intenta explicarle a Mance que es mejor aceptar la oferta de Stannis pues la alternativa es convertirse en BBQ humano, algo que a los seguidores de R’Hallor les provoca una inmensa erección, sean hombres o mujeres. Pregúntenle a Selyse Baratheon. Tal como se esperaba, Mance se niega rotundamente a humillarse ante nadie y acepta su destino aunque preferiría un final donde sus seguidores no lo escucharan gritar mientras muere.
Los soldados de Stannis llevan a Mance a la pira mientras Melisandre comienza su misa recordándoles a todos que Stannis es el único y verdadero Rey al igual que R’hllor es el único y verdadero dios. ¿Dónde habré escuchado eso antes? Es genuinamente conmovedor ver a Mance sufriendo y tratando de no gritar, y justo cuando está a punto de hacerlo, recibe un flechazo en el pecho. Todos se viran a ver de dónde salió. Jon Snow está parado con su arco y sus huevos norteños mirando desafiante a la multitud. Mance era su enemigo pero, había respeto mutuo. Y además, morir quemado es inmensamente inhumano, solo gente como Melisandre permitirían una ejecución así.
Estoy seguro que esta no será la última vez que Stannis ponga a Jon, o quizás la Orden completa de los Centinelas, en tres y dos sobre el tema de los salvajes, o su conquista de Westeros.
Al igual que las dos anteriores, no sentí el primer capítulo de la temporada como impresionante pero, es que fue más bien una hora de ver “dónde están y qué están haciendo cada cual”. Como quiera no fue suficiente pues, ni vimos a Arya, ni nos llevaron a Dorne. El episodio hizo un par de referencias a su título, “Las Guerras que se avecinan”, y definitivamente se ven en el panorama. Ya sea a nivel personal como con Cersei y Margaery, o Jon y Stannis, o el conflicto entre Daenerys y “los Hijos de la Arpía”. Sin olvidar la marcha de los “White Walkers” hacia la muralla.
De igual forma estuvo muy bueno, y es una pena que ya no veremos a Ciaran Hinds como Mance Rayder. El simple hecho de tener tantas historias corriendo al mismo tiempo en solo 10 episodios, unido a las decisiones de los productores sobre qué presentar, impidieron que disfrutáramos más del inmenso talento de este actor como el rebelde Rey más allá de La Muralla.
¿Qué les pareció The Wars to Come?
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Podcastero, comediante, crítico de cine y TV miembro de la Critics Choice Association, crítico certificado en Rotten Tomatoes, y padre de gatos. Una vez cuando niño entré a un cine, y en cierta forma nunca salí.
1 Comment
Seguro que no veremos más a Mance? Chan, chan, chaaaaaan!