Muchos, muchísimos están hablando de Stranger Things, la nueva genialidad de Netflix que está cautivando a los más nostálgicos con su ochentosa propuesta y enamorando a las generaciones más jóvenes. No es para menos. Esta joya de ocho episodios es una oda al cine, televisión, literatura y cultura de la década de los 80. Si creciste viendo películas como The Goonies, E.T. y las series o novelas de terror de Stephen King, entre otras, sabes a lo que me refiero. Y es un banquete muy bien constuido que detallo a continuación.
Nostalgia es el primer elemento que nos engancha. Sin embargo, muchas otras series y películas lo han intentado en el pasado y no ha resultado, o al menos no como esperábamos. Stranger Things es nostalgia pura por donde se mire: su historia, la “pandilla” de pequeños en bicicletas y linternas saliendo a hacer de investigadores, hasta la música encabezada por “The Clash” y su fotografía. Hacer cine o series de TV con aire ochentoso en los 80 era fácil. Obvio. Hacerlo 3 décadas después y parecer que pudo haber sido estrenada en el 83, no es simple, y Stranger Things lo logra a la perfección.
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Su sinopsis es simple, quizá al punto de parecer aburrida; un niño (Will) desaparece repentinamente en el pueblito de Hawkins en Indiana. Su “pandilla” de amigos geeks, muy al estilo Goonies, su madre, hermano mayor y la policía comienzan a buscarlo día y noche pero a medida que se adentran más en la búsqueda descubren un misterio sobrenatural que involucra a una agencia del gobierno que experimenta con una extraña niña.
El elenco está repleto de caras nuevas, con excepción de Winona Ryder y Matthew Modine. Encabezado por un grupo de niños muy creíbles en sus personajes y con los cuáles será muy difícil no encariñarse. La química en escena entre estos, es de lo mejor que tiene la serie. Nos importa lo que les suceda. Logran que queramos ser parte de su cerrado grupito para salir a buscar a su cuarto mosquetero perdido, Will. El resto de las actuaciones está bien. En el grupo de adolescentes, quienes también tienen un rol importante en la serie, encontramos un poco de todo, aunque en general logran mantener un balance para no decir que hay acutaliciones malas.
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Winona Ryder es uno de los personajes que más destaca. No es para menos. Es la madre del pequeño desaparecido y su papel es todo un drama que roza entre la locura y la desesperación. Matthew Modine es el malo de turno, quien tiene un papel más limitado que el de Ryder, pero que sabe cómo trabajarlo para balancearse en la fina línea entre el tipo que sabemos debe ser el malo, pero solo por referencias. Referencias de la extraña niña.
Mención aparte para Millie Brown, “El” — diminutivo de Eleven — como la llama el grupo de niños. Es la extraña niña. Su papel es sumamente complicado lleno de elementos que nos erizan la piel, hacen reír, sentir su inocencia y sufrir con ella. Eleven aparece por primera vez cuando el grupo de amigos sale una noche a buscar a Will. De ahí en adelante, nos atrapa de una manera que no nos suelta hasta el último episodio.
La serie creada y dirigida en su gran mayoría por los hermanos Duffer es casi perfecta. Tiene sus fallas, pero al no desentonar no nos afectan en lo absoluto. Quizá algunos encuentren que su trama es demasiado simple y, hasta cierto punto, líneal, pero su propuesta es precisamente así. No busca seguir el estilo de historias a las que nos tienen acostumbrado hoy día, y en su lugar está pensado para ser simple. El problema es que lo hacen espectacularmente bien. Personalmente desde el tercer episodio en adelante ya no pude soltarla y me la tiré en maratón hasta el final.
Founder & Commander-in-Chiief de QiiBO.com. Tras más de una década como publicista decidí seguir mi propio camino profesional. Ahora sigo el consejo de un genio, hago el trabajo que me gusta.
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