Escrita por Alexandra Bellido
Las Chicas del Cable regresan a Netflix en su segunda temporada y esta vez con un giro aún más interesante. Si a principios de año te sentaste a ver Las Chicas del Cable y te quedaste pegado hasta que terminaste los 8 episodios, esta temporada te pasará igual. Ya estando encariñada con algunos de los personajes de la serie, el primer episodio de esta nueva temporada me hizo regocijarme de la fortuna de algunos de ellos. Si eres como yo, y te hastiaba en la primera temporada el triángulo amoroso entre Carlos, Francisco y Lidia, esperabas conocer más sobre otras historias y ansiabas un giro inesperado, la segunda temporada no te defraudará. No me malinterpretes, la situación amorosa continúa, pero no es el enfoque principal. Esta temporada le dedica más tiempo a convertirse en una serie mucho más intensa, a desarrollar nuevos aspectos de los personajes y a introducir otros (Algunos que amaremos y otros que odiaremos). También se podría decir que esta temporada tiene aspectos detectivescos que te mantienen en tensión, aunque los personajes te digan que todo está bajo control.
Esta temporada me pareció similar a la serie de HBO “Big Little Lies”; claro, la versión española en los años 20. Ambas series son protagonizadas por un grupo de mujeres con conflictos personales. Las Chicas del Cable, aunque sea de época, presenta problemas contemporáneos y se enfoca claramente en mostrar una imagen de la mujer fuerte, trabajadora e independiente, pero a la vez vulnerable ante la imagen de la sociedad. No quiero adentrarme en lo que encontrarás en esta temporada, pero si aún no has visto la primera y el “hype” te está llamando la atención, deberías ir y verla ahora mismo. Al principio puede que te rías de ti y pienses “Estoy viendo una novela bien cheesy y no quiero ver esto”, pero luego te darás cuenta que estás viendo mucho más que eso. Las Chicas del Cable, para mí es un ejemplo de women power en su máximo esplendor y si Carlota no te convence de eso, nada lo hará.
En aspectos técnicos hay varias cosas que me molestan, por ejemplo, el uso de la música. Entiendo el estilo de usar música contemporánea en una serie de época, y en ocasiones está bien; pero esta temporada utiliza la música de manera muy inusual, hace cambios bruscos entre canciones y a veces pone una canción forzada por unos tres segundos solo para hacer una transición de escena. Esto se ve demasiado novela y siento que hay veces que hubiera preferido el silencio. La cinematografía y el diseño de producción siguen siendo uno de los mejores aspectos de la serie, aunque muchas veces encajonan demasiado las tomas y esto me hace sentir que estamos en un set y no es España de verdad. En cuestión de actuación Blanca Suárez, y sus compañeras Maggie Civantos, Ana Fernández y Nadia de Santiago, siguen siendo unas diosas en la pantalla. En esta temporada una de las actuaciones más impresionantes la dio Maggie Cintavos (Ángeles), poco a poco va dejando atrás el personaje vulnerable y sumiso que fue en la primera temporada, te sorprenderás.
Al igual que en la primera temporada, una de las historias que menos me importa es la de Lidia con Carlos y Francisco, como mencioné antes, no soy fanática de sus berrinches amorosos. Pero si eres un o una hopeless romantic te aseguro que habrá momentos que te harán suspirar.
Ahora dejaré de escribir para que puedas marcharte a ver Las Chicas del Cable. Es un must si estás en busca de algo interesante, romántico, entretenido y easy to watch. Sé que cuando la termines no podrás esperar por la próxima temporada, que, por cierto, ya está anunciada para el 2018. Esperemos que esta estrene pronto.
Vivo en el cine.
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