Todavía no lo puedo creer. No quiero que sea verdad. Cuando vi el primer tuit al respecto, no quería que fuera verdad. Esperaba que fuera una de esas jodidas bromas de mal gusto que pasan a cada rato, donde gente sin talento para ser originales y con esa obsesión enfermiza de ser notados, publican noticias de muertes de famosos. ¿Cómo va a ser? ¿Cómo va a ser que Robin Williams, el gran Robin, Popeye, Jumanji, Peter Pan, Patch Adams, Jakob, el genio de Aladino, como es posible que ya no este? ¿Por qué? Si hay tanta gente mala maldita sea, tanta gente que merece morir. Si puñeta, hay gente que merece estar muerta, que se joda si les esta malo, si les molesta…es la maldita verdad. Hay gente que no compone un carajo en el mundo y están por ahí más sanos que yo y usted.
Siempre están los que joden con la misma estúpida canción de siempre “lloran por un famoso que ni los conocía pero no lloran por los de Siria/Irak/Palestina/blah, blah, blah,” todos esos sitios que mencionarlos los hace sentir tan superiores, tan mucho más inteligentes que nosotros los ridículos.
No hay forma, no hay ninguna forma de que alguien que no ame el cine pueda entender, alguien que no ame lo que Robin hacía, le quepa en la cabeza lo mierda que me siento. Lo inmensamente triste que estamos muchos ahora mismo. Claro que lo conocí. No como amigo, ni como pana, lo conocí como artista. Robin nos hizo reír, nos hizo pensar, algunas veces nos hizo llorar y hasta nos llegó a asustar. Cuando una persona tiene ese efecto en ti, pues claro que se vuelve parte de tu vida. Alguien en Twitter muy ciertamente dijo “si tienes mas de 20 años, ese tipo te crío”. ¡Qué verdad resulta eso en muchos de nosotros!
Y por si no lo sabían, Robin Williams era uno de nosotros, era un geek. Era tan fanático de The Legend of Zelda, que precisamente ese fue el nombre que le puso a su hija, Zelda Williams. Robin quiso con muchas ganas estar en una película de Harry Potter, hasta el punto de audicionar (si, audicionar) para “Hagrid”.
Robin Williams empezó su carrera, literalmente, en la calle, haciendo pantomima y chistes en las aceras y plazas de donde vivía. Esos eran los tiempos cuando no había “reality shows”, ni muchísimo menos redes sociales ni YouTube, cuando tenías que joderte de verdad para darte a conocer. El mundo lo conoció como el extraterrestre “Mork” en la ultra popular serie “Happy Days” y por supuesto que lo hizo tan bien que tuvo su propio programa y de ahí en adelante fue un camino seguro hacia la inmortalidad donde reside ahora.
No pienso hacer listas ni poner clips de sus “mejores momentos”, eso lo estaremos viendo hasta el cansancio durante los próximos días en todos lados, lo que sí quiero compartir con ustedes son algunas de las razones por las cuales lo admiraba tanto.
Robin nunca fallaba en hacerme reír. Cuando era pre-adolescente pase muchas noches solo por razones que no vienen al caso. Es una de las razones por las cuales amo el cine y la televisión; pertenezco a esa generación que fue criado por la “cajita satánica” como algunos le llaman, entre las aventuras de He-Man y los Thundercats. Pero todas las noches, a las 7pm, era hora de películas. Aparte de Mr. Miyagi, y otras figuras paternas, Robin fue quien primero me enseñó a encontrarle el chiste a la vida. Así fuera en un sitio tan horrible como Vietnam, o en una aburrida escuela, o en una película tan mierda como Popeye, Robin sabía dónde estaba lo gracioso. Y después vino Mrs. Doubtfire, Hook, Jumanji, Alladin, The Birdcage. Wow!, o sea. WOW!
Más tarde vinieron las más serias, cuando mis gustos comenzaban a desarrollarse, y pude ver Dead Poet’s Society, Good Morning Vietnam con otros ojos, con ese mensaje de que “hay que aprovechar nuestros días”. Entonces llegaron What Dreams May Come, y especialmente Good Will Hunting, justo cuando más necesitaba alguien que me dijera que la vida no es justa ni fácil pero, vale la pena seguir. Que el pasado no nos define y quedarnos en el solo sirve para estancarnos. Robin nos recordó que no “era nuestra culpa”.
Podríamos decir que se trata de libretos pero, ustedes y yo sabemos más que eso. Hemos visto suficientes malos actores para saber que Robin ponía una parte de él en cada dialogo y al final, quizás fue una de las cosas que más caro le costó. Robin estaba enfermo, era adicto y padecía de depresión, dos poderosas y crueles condiciones que nunca, o muy rara vez, abandonan a sus víctimas. Que todos los días arrancan un pedazo emocional, pequeño o grande de estas.
Una de mis escenas favoritas de una película de Robin Williams (y en general) también tiene a otro actor que se fue demasiado pronto: Phillip Seymour Hoffman. En Patch Adams, estos dos interpretaron personajes en conflicto pero, cuando la paciente de Philip no quería comer, este dio un conmovedor monólogo por el cual Robin decidió poner su propia tristeza a un lado para ayudarlos. Ahora que lo pienso, suena como una metáfora de la vida de Robin.
Mi historia favorita de Robin no es de sus películas sino de la vida real:
En 1995, el actor Christopher Reeves, conocido por su excelente e incomparable interpretación de Superman, sufrió un accidente que lo dejo cuadraplejico. Christopher y Robin fueron compañeros de cuarto y estudios en la universidad de Jilliard desde 1973. Cuando Christopher se enteró que nunca más podría caminar, contempló el suicidio y así se lo dejó saber a su esposa.
La noche en que le harían una difícil y complicada operación, Robin Williams visitó a su gran amigo pero, lo hizo disfrazado de doctor y hablando con acento ruso, para supuestamente hacerle un examen rectal. Fue la primera vez que Reeves reía desde su accidente. En el peor momento de su vida, su amigo Robin lo hizo reír.
Me duele tanto pensar que Robin no tuvo a nadie que hiciera eso por él, alguien que lo hiciera reír, que lo convenciera de no quitarse la vida como aparentemente pasó. Alguien que hiciera por él lo que él hizo por tantos de nosotros tantas veces: alegrarnos el día. Quisiera poder decirles que ahora voy a ver una de las películas que tengo de Robin pero, no. Honestamente no puedo.
Gracias Robin, gracias por siempre…Ojalá pudieras saber lo mucho que te queremos, lo mucho que te vamos a extrañar.
| Nota: Si estás pasando por un mal momento y estas considerando hacerte daño, por favor, POR FAVOR, busca ayuda, llama a alguien, lo que sea pero, date una oportunidad, dale una oportunidad a alguien de ayudarte.
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Podcastero, comediante, crítico de cine y TV miembro de la Critics Choice Association, crítico certificado en Rotten Tomatoes, y padre de gatos. Una vez cuando niño entré a un cine, y en cierta forma nunca salí.
1 Comment
“…justo cuando más necesitaba alguien que me dijera que la vida no es justa ni fácil pero, vale la pena seguir.” Que lástima que Robin nos pueda decir eso y ayudarnos a seguir adelante, pero su depresión no le permitió hacerlo consigo mismo. Yo también perdí a un ser querido ayer y como tú, tampoco quería que fuese cierta la noticia. Si quieres escuchar la otra cara de Robin Williams, escucha la entrevista que le hizo Marc Maron en su podcast (WTF) Podcast) el 2010. http://www.wtfpod.com/podcast/episodes/remembering_robin_williams Lo que si no entiendo es como pueden recordar a Robin Williams por su rol como el genio de Aladino, pero no como Ramón y Lovelace en Happy Feet. Si no hubiese sido por Lovelace, Happy Feet hubiese sido una mierda de película.