Hace unos meses atrás escuché la historia de Antonio Morales, un joven que a la edad de 16 años escribió la obra, Por amor en el caserío, tras la muerte repentina de su madre, usuaria de drogas, y su padre encontrarse preso por narcotráfico. La historia de Antonio, al igual que a muchos otros, me impactó enormemente, él tiene todas las excusas existentes para estar en el lado opuesto de la cancha jugando en contra de nosotros o cubierto de tierra como una víctima más de la criminalidad que nos asfixia.
Más sin embargo, no fue así.
De la película no conocía nada, salvo lo mencionado, y el pasado martes llegué a mi silla con mi mente completamente ajena a lo que iba a ver. La ocasión y el lugar no podían ser mejor, la sala repleta de personas que, en su gran mayoría, estaba compuesta por el grupo de actores que la conforma. Fue increíble. Más que ir a ver una película más al cine, me sentí privilegiado al ser parte de la realización de un sueño.
Por amor en el caserío cuenta con una historia simple, la clásica historia de Romeo y Julieta que en esta ocasión es trasladada al caserío. Sin embargo, esto no es un punto negativo pues más allá de ser una más de las miles de reinterpretaciones del clásico de Shakespeare, la cinta logra transmitir esa pasión y ese amor que sienten los protagonistas uno por el otro al público, haciéndonos olvidar, hasta cierto punto, de su duro entorno.
El caserío Luis Llorens Torres es el universo donde transcurre todo, no existe nada sin él y no hay nada más fuera de él. Angelo (Xavier Morales) es un chico que llega a vivir a casa de su tía y su primo Papote, el cual es el bichote de uno de los puntos del mencionado residencial. Del otro lado tenemos a nuestra Julieta, Anoushka Medina, en el papel de Cristal, quien es hermana del otro bichote del caserío, Alex.
El director, Luis Enrique Rodríguez, hace un buen trabajo en darle vida al eje de la película, el amor imposible entre Angelo y Cristal. La narrativa también está muy bien hecha y logra enmarcar la buena química que proyectan los protagonistas. Por amor en el caserío goza de muy buenas actuaciones —también las hay malas— pero son precisamente Xavier y Anoushka quienes logran amarrar todo, casi tan bien, que nos hace obviar el resto.
Pero mención aparte merece Anoushka, quien no solo cautiva a Angelo sino también al público con su pasión entre escena y escena hasta llegar a un sorpresivo e impactante monólogo que te desarma por completo.
Respiro.
Hay una trillada frase que solemos escuchar o decir con respecto a las cosas que se hacen aquí en el patio, en especial con nuestro cine: “apoyen lo de aquí”. Les seré sincero, nunca he pensado así, no pienso hacerlo y no lo haré porque esa estúpida frase, en muchas ocasiones, esconde la ineptitud. Se apoya lo bueno sin importar de donde venga. Lo que persigue Por amor en el caserío es admirable, es encomiable, es un trabajo hecho con mucha pasión, está bien pensado, es nuestro sueño como pueblo, un pueblo que hoy día vive una de sus peores crisis sociales. El llamado que nos hace a la reflexión es fuerte y claro, aunque con toda probabilidad se quede corta en su meta de ser ese acto de transformación social. Sin embargo, es de esas raras ocasiones en las que el solo intentarlo es tan arriesgado e iluso que vale mucho más.
Alguien a quien admiro muchísimo los llamó, the crazy ones. Mis respetos.
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Founder & Commander-in-Chiief de QiiBO.com. Tras más de una década como publicista decidí seguir mi propio camino profesional. Ahora sigo el consejo de un genio, hago el trabajo que me gusta.
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