Hace unos meses alquilé Madeo [Mother de Bong Joon-ho, 2009]. Es una historia de amor poco convencional. El amor desprovisto del contenido sacarino que esperamos de las madres, ya sea en la televisión o en el cine. La película se quedó en mi psiquis, dando golpes, revoloteando. La primera y la última escena de la película encierran una producción poderosa, capaz de arrancar risas y llantos. Es la historia de una madre, dispuesta a hacer lo que sea por su hijo ‘especial’. Es un thriller salpicado de humor negro, y magistralmente actuado por Kim Hye-ja – ícono de la televisión coreana. Para muchos, es la madre de toda una generación, incluyendo la del director. Para el que se interese en la fuente primaria del texto en cuestión, considero importante hacer mención a Hitchcock y al maestro Imamura, influencias refrescantes y muy bien manejadas.
Decidí alquilar la película nuevamente para pedirle cuentas y dialogar con muchos aspectos del contenido, que para mi representan una madre: sacrificada, errada, protectora, valiente, terrible, fuerte, débil e inteligente. La madre en esta película dispone de cada uno de los adjetivos antes mencionados, pero hay dos factores afectivos que constituyen el auriga de los antes mencionados: la culpa y la desesperación.
La culpa y la desesperación han hecho de Madeo [madre en coreano] una película digna de estremecer nuestras más recónditas memorias maternales. Dicho esto, puede ser categorizada como ‘pesada’. Estrategia trillada y usada por muchos, al momento de encontrarse con manifestaciones artísticas que develan lo visceral, lo crudo. Categorizar esta película como pesada es ignorar el poder de su humor, y las actuaciones de Kim Hye-ja, que en nada tienen que envidiarle a las de Meryl Streep en “Sophie’s Choice”, o a las de Ellen Burstyn en “Requiem for a Dream”. También sería ignorar el trabajo de Bong Joon-ho, una labor de respeto y consideración por una mujer que cosidera su héroe.
En Madeo no tenemos a Gladys Rodríguez en Los García, tenemos una madre soltera, chanchullera, y criando a un hijo con serios problemas cognitivos. El director no tiene intención alguna en hacer de la relación madre-hijo convencional y ‘bonita’. El filme es un thriller con sensibilidades detectivescas. El humor negro se inserta en varios momentos claves para luego ser aniquilados e irrumpidos por eventos que te hacen sentir el sufrimiento de la madre. Es por esto que el filme oscila varias veces entre humor y tragedia. No es fácil estar sometido a dicha oscilación, pero un buen director me puede convencer a dejarme llevar, tomar la oscilación como una constante generación de catarsis psicoanalíticas, las cuales pueden ser favorables para cualquiera que tenga mommy issues. Joon me hace contemplar al cine y al psicoanálisis como dos caras de una misma moneda terapéutica.*
La película abre con una exquisita escena de la Madre bailando, al ritmo de una bella música. Sus movimientos son los de una mujer que ama, pero que también sufre. Las imágenes y la música son hipnóticas. Después de la introducción al filme, te das cuenta de que la película es potencialmente refrescante, claro esta, también esperas elementos afines a “Host” y “Memories of Murder”.
El matiz detectivesco hace posible que el tiempo también sea un personaje fundamental. El director juega con las perspectivas temporales y mantiene dicho juego en remojo, desvelando la arquitectutra temporal en su justo momento. Las perspectivas no presentes en el primer recuento de los eventos, sugieren un texto complejo, hilvanado a partir de diversas perspectivas, [ej. la del hijo, la del vagabundo, la niña del celular etc.]
Los aparentes vacíos en la narrativa adquieren una hábil resolución. Resolución en la cual el hijo, víctima ignota de las decisiones de su madre, es parte fundamental en el desenlace catártico de la película. Después de toda una desgarradora historia de sacrificio, la madre encuentra su descanso, su desenlace. Un final que nunca estuvo despegado del principio de la película. Con este trabajo, mas allá de reflexionar sobre lo que es una madre, podemos contemplar qué es el amor, a la luz de lo que es moralmente correcto, para preservar dicho amor. ¿Es este amor, que se intenta preservar, producto de consideraciones ‘genuinas’? ¿Qué hace que el amor de madre sea genuino? ¿Realmente el amor siempre tiene que estar en función de lo que es moral o bello?
Y finalmente, la pregunta más importante de todas, a raíz de la película del director coreano; ¿qué es una madre?
Nota: Esta reseña fue escrita por Miguel C. Adrover Lausell en su blog, pseudocuasipensamientos.
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