Dicen que el amor que sienten los niños es el más puro, porque esta libre de malicia e interés. Recordando mis propios amores, no estoy seguro que “puro” sería la palabra más adecuada para describirlos pero entiendo de dónde parte la premisa: nos enamoramos de la persona, no de su posición, de su ropa o por presión. Nos enamoramos por completo, ese sentimiento es uno que nos invade más que ninguno otro hasta ese primer momento en que sentimos esa guerra de perros rabiosos en el estómago. Lo sé, soy un romántico incorregible.
Es 1979, “Juan” está justo entrando a la adolescencia, es el hijo de dos revolucionarios en contra de la dictadura militar que había en Argentina a la cual han regresado después de años de exilio en Cuba y otros países. A Juan lo han criado admirando figuras como Fidel Castro y sobre todo el “Che” Guevara, de quien toma el primer nombre para su nueva identidad, “Ernesto”. A pesar que ama a sus padres, es su tío “Beto” con quien se siente más a gusto y relacionado. Cuando conoce a “María” en su nueva escuela, “Ernesto” descubre ese poderoso sentimiento llamado amor que lo hará rebelarse contra la clandestinidad en la que se ve obligado a vivir.
Basada en las experiencias de su director y escritor Benjamín Ávila, Infancia Clandestina es una crónica que de principio a fin se siente un relato íntimo. Ávila utiliza varias tácticas para envolvernos en su mundo y hacernos sentir los miedos, sentimientos e incertidumbre de “Ernesto” aunque algunas estrategias funcionan mejor que otras (me gustó mucho las escenas animadas al estilo paneles de cómics) es claro que todo lo que vemos y escuchamos viene del punto de vista de “Ernesto”; sabemos lo que él sabe, vemos lo que él ve y escuchamos lo que él escucha. De esa forma, Ávila logra hacernos sentir la misma frustración de “Ernesto” ante la inquebrantable resolución de sus padres de luchar contra el gobierno en lugar de vivir una vida normal, de las relaciones con los amigos de la escuela y el simple hecho de ser un niño en un mundo de adultos.
Aparentemente en Argentina a los malos actores los matan, porque el elenco de Infancia Clandestina es lo mejor del filme; Natalia Oreiro y Cesar Troncoso convencen como los padres llenos de amor por “Ernesto” pero irritablemente decididos a cumplir su misión de guerrilleros aun a costa de la vida familiar y hasta la seguridad de “Ernesto y su pequeña hermana. Teo Gutiérrez es bien eficaz transmitiendo las emociones conflictivas de “Ernesto” en cuanto a la vida que le ha tocado mientras al mismo tiempo desea vivir una vida tan normal como la de sus compañeros de escuela, y sobre todo su amada “María”. El pastel definitivamente se lo lleva Ernesto Alterio como el “Tio Beto” quien a pesar de estar tan convencido en su papel de revolucionario como su hermano y cuñada, dedica la misma energía en ser una guía para “Ernesto” y hacer lo posible por complacer su deseo de vivir algo parecido a lo normal. Alterio se vive cada línea de su papel y no dudamos nunca de su honestidad como guerrillero y el amor hacia su sobrino.
Me disfruté Infancia Clandestina aunque sentí el tercer acto moverse mas lento de lo que quisiera y hubiera cortado algunos momentos que me parecieron redundantes. Este es un relato bien personal e íntimo, sobre el amor de “Ernesto” en varias de sus formas; hacia los padres, hacia la patria y hacia “María”. Muy recomendada.
Podcastero, comediante, crítico de cine y TV miembro de la Critics Choice Association, crítico certificado en Rotten Tomatoes, y padre de gatos. Una vez cuando niño entré a un cine, y en cierta forma nunca salí.
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