En ocasiones, cuando nos damos cita a una de las salas de cine de la Isla, con el fin de ver uno de los estrenos más recientes, aunque vayamos a ver algo nuevo, vamos contentos y algo confiados, con un sentimiento de que iremos a un encuentro con gente conocida. Así me sentí cuando fui a ver Flight, el nuevo filme de Robert Zemeckis, a quien desde niña aprendí a identificar como el director de lo que hoy conocemos como grandes clásicos del cine, entre ellos las cintas de ‘Back to the Future’, ‘Forrest Gump’, ‘Contact’, ‘Cast Away’, entre tantos otros excelentes filmes que han quedado en la memoria de tantos cinéfilos.
‘Flight’ explora dramáticamente varias interrogantes, llevándonos en un viaje en el que vemos las diferentes fases que atraviesa el personaje “Whip Whitaker”, quien es genialmente interpretado por Denzel Washington. Junto a Washington, Kelly Reilly, Bruce Greenwood, Don Cheadle y John Goodman protagonizan esta cinta escrita por John Gatins (Coach Carter).
Sin mucho rodeo y sin reserva Zemeckis nos presenta al personaje principal de esta cinta, de entrada conocemos el lado salvaje de “Whitaker”, le gusta la bebida, las drogas y las mujeres. Lo vemos prepararse para subirse a pilotear un vuelo que sale de la Florida. De primera pensé “Yo con este no me monto…”, aunque más tarde “Whitaker” demuestra sus grandes habilidades como piloto y vemos que a pesar del pobre juicio en cuanto a la manera en que sucumbe a sus vicios justo antes de pilotear un vuelo con alrededor de cien personas a bordo, esto no le resta de su capacidad de tomar el control de un avión con desperfectos mecánicos. “Whitaker” salva la mayoría de los pasajeros y queda como un héroe luego de evitar una gran tragedia, la cual ha resultado en daños mínimos.
A pesar de los momentos de tensión que se viven durante las escenas con las que vemos dar comienzo a este filme, “Flight” carece de ese sentimiento de “overdrive” que caracterizan muchas de las películas en las que vemos a Denzel Washington, aunque mantiene el estilo pausado que en ocasiones hemos visto de parte de Zemeckis. Luego de conocer cuál es el mayor conflicto de esta cinta, nos encontramos viendo cómo “Whitaker” lucha contra su problema de alcoholismo, las consecuencias de sus actos y cómo un gran acto heroico no le sirve de pase para obviar sus faltas.
Poco antes de que suceda el evento que marca el rumbo de esta cinta conocemos al personaje de “Nicole” (Kelly Reilly), una adicta que a diferencia de “Whitaker”, reconoce que ha tocado fondo. Tras ser hospitalizada, “Nicole” conoce a “Whitaker” junto con otro paciente que en el poco tiempo que vemos en pantalla, nos hace disfrutar con su radiante personalidad, en lo que diría que es una de las mejores escenas de la película ya que contiene un poco de humor, sentimentalismo y vemos a los personajes un poco expuestos, tal como son, sin intentar esconderse.
‘Flight’ es interesante, aunque tiene sus altas y sus bajas en la trama ya que aunque toca un tema serio, en ocasiones se siente que nos está contando la historia superficialmente y a pesar de mantenernos interesados, no llega al punto de sumergirnos en la trama emocionalmente. Por otro lado, las actuaciones no dejan de ser excelentes, Washington demuestra, una vez más, su arte a la hora de interpretar y John Goodman, aun en los pocos momentos que logramos verlo, nos deslumbra con su explosiva personalidad, manteniendo un balance de buen humor dentro de la seriedad de la película.
Por momentos pensé que esta era otra simple historia de quien hizo la ley, hizo la trampa, pero no es así. ‘Flight’ no es la historia de un vuelo que no llega a salvo a su destino, ni tampoco sobre conflictos legales. Mas bien es la historia de un hombre y su trayecto de mentiras, con conflictos internos que no parecen resolverse y hasta dónde es capaz de llegar para darse cuenta que ya es hora de cambiar.
Desde muy niña descubrí que el cine sería una de mis más grandes pasiones y aspiro a transmitir la misma pasión a cada testigo de mis escritos. Amante del cine en toda su gloria y traiciones. Siempre busco esa obra que logre evocar grandes emociones, ya sea a través de su dirección, su historia o sus actuaciones. Cuando estas últimas se alinean en armonía todo se vuelve magia y la espera habrá valido la pena.
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