Las películas más difíciles de escribir crítica no son las malas ni las buenas sino las “meh”. Esas que no componen mucho. No la odias pero tampoco te deja con algo. No encuentro ni como comenzar esta reseña para decirles “empieza bien pero termina frustrante”. Hey, ya lo hice.
El director y guionista John Lee Hancock continúa su guerra contra el insomnio en The Little Things, una película que por encima se ve “bien brutal” sin nada impresionante por dentro. Hancock ha hecho una carrera de ese tipo de filmes: The Blind Side, Saving Mr. Banks, The Founder, y la insoportable The Highway Man. Cine donde un personaje mirando serio a otro es considerado fascinante drama.
Y hablando de personajes mirándose seriamente sin nada más que aportar, The Little Things es Hancock tratando de ser David Fincher pero, quedándose corto por la milla extra. La película empieza bien pero entre durar demasiado y un estúpido tercer acto, termina siendo más frustrante que otra cosa.
Esta es una de esas producciones donde una parte de la audiencia dirá “que películas más buena” y otra (probablemente la mayoría) dirá “que porquería más aburrida”.
En 1990, Joe “Deke” Deacon (Denzel Washington) es un agente de la oficina del sheriff en un pequeño pueblo rural, enviado a Los Ángeles para recoger evidencia de un caso pendiente. Es un regreso a casa para Deke, quien fue un respetado detective hasta renunciar luego de una mala experiencia durante una investigación. Aparte reencontrarse con antiguos compañeros, Deke conoce el detective Jim Baxter (Rami Malek), la nueva “estrella en ascenso” de la unidad, a quien varios comparan con Deke en sus anteriores tiempos.
Varias mujeres han aparecido asesinadas en horribles circunstancias. No hay sospechoso, y la policía tiene pocas pistas. La presión pública y política para encontrar el responsable aumenta mientras más tiempo pasa, cayendo en los hombros de Baxter. Contra su propio juicio, Deke comienza a envolverse en el asunto, en parte por instinto policial, en parte porque estos crímenes son incómodamente parecidos al último caso que trabajó años atrás.
Como podrán imaginar, la mayor fortaleza en The Little Things es Washington. A pesar de tantos trabajos, siempre encuentra alguna forma de destacar su Deke de incontables otros personajes interpretados. Deke es un tipo con una garma emocional encima reflejándose en cada molécula de su ser; desde su caminar cansado hasta su voz pesada, como si cada palabra pasara factura.
El resto del elenco hace lo mejor que puede con lo que tiene; Malik es adecuado como un agente genuinamente decidido a resolver el caso pero frustrado con el poco adelanto.
La nota discordante es Jared Leto como Albert Sparma. El también vocalista intenta darle un tenebroso tono a Sparma y ese es el problema; lo intenta demasiado y su interpretación me dio más risa que miedo porque sencillamente se veía tratando de verse tétrico. Como un tipo diciéndote “soy bien peligroso, cuidado conmigo, ¿sabe?”
Pero el peor problema en The Little Things ocurre hacia el final, cuando uno de los personajes toma, no una sino dos, de las decisiones más estúpidas que he visto en la historia del cine, tan moronica que sencillamente me sacó de tiempo. Si el giro de Gone Girl te dejó con la quijada en el piso, y la última escena de S7ven todavía te afecta, prepárate para que los últimos 20 minutos de The Little Things te hagan rodar los ojos tan duro que por poco te salgan por la nuca.
Podcastero, comediante, crítico de cine y TV miembro de la Critics Choice Association, crítico certificado en Rotten Tomatoes, y padre de gatos. Una vez cuando niño entré a un cine, y en cierta forma nunca salí.
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