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Crítica: Ex Machina

La relación entre humanidad y ciencia ha fascinado mentes creativas desde el momento en que inventamos la forma de engranar máquinas y hacerlas funcionar por si solas. El cine no ha sido la excepción, dándonos Metropolis hace 90 años, o Blade Runner, The Terminator y The Matrix por dar ejemplos más recientes. La mayoría de los filmes que exploran esa relación tienden a ser oscuros, con una perspectiva negativa del futuro entre nuestra inteligencia y la artificial. Ex Machina continúa esa tendencia aunque explorando aspectos morales, éticos y espirituales de lo que significaría crear una consciencia genuinamente real.

La pregunta que Alex Garland (28 Days Later, Dredd), guionista y novato director, establece es clara: Si lográramos  producir una inteligencia artificial completamente verdadera, ¿Qué serian? ¿Nuestros sirvientes? ¿Esclavos? ¿Nos deberían pleitesía? ¿Absoluta obediencia y lealtad? ¿Qué tan dispuestos estaríamos a aceptar la independencia de criterio y el derecho a su libertad?

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En cierto modo es espeluznante porque nos fuerza  a reflexionar lo que significa ser consciente en lo más básico. Una maquina pude decir “te amo” porque está programada para hacerlo con un complicado algoritmo que le permite simular esos sentimientos junto a los comportamientos que incluye ese sentimiento pero, ¿no es eso lo que hacemos nosotros? ¿No estamos programados, en cierto modo, mental y emocionalmente por una predisposición social que nos inculca desde pequeños como debe comportarse una persona que diga estar enamorada?

Ex Machina

“Caleb” (Domhall Gleeson) es empleado de “Bluebook” una compañía tecnología a lo Google, que gana una lotería interna para pasar una semana con “Nathan” (Oscar Isaac), el fundador y director. “Nathan” es un imbécil arrogante. Peor aún, es el peor tipo de imbécil arrogante: es el tipo de imbécil arrogante que tiene razón para serlo. Después de todo, es joven, multimillonario, genio y con buen físico. No me sorprendería si la descripción de su personaje en el guion es “Dan Bilzerian, Steve Jobs y Mark Zuckerberg combinados en una sola persona”. “Caleb” descubre rápidamente que el verdadero “premio” no es tiempo con su jefe sino ser parte de un experimento para su nueva invención: AVA (Alicia Vikander).

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El heroico genio Alan Turing propuso en 1950 una prueba para poder demostrar que tan real la inteligencia artificial de una maquina podría llegar a ser (Esa es mi explicación en arroz y habichuela, obviamente es mucho más complicado que eso). AVA es el adelanto tecnológico más significativo en nuestra historia; una máquina capaz de sentir, pensar, desear, amar… bueno, quizás. Eso es lo que “Nathan” necesita, que “Caleb” le ayude a comprobar. Pero para complicar las cosas aún más, AVA tiene el rostro de una hermosa joven mujer.

Crítica Ex Machina

Ex Machina se mueve a fuego lento, juntando sus componentes para llevarnos por el camino soltándolos de la mano poco a poco. Al igual que “Caleb”, la audiencia es parte del experimento pues la mayor parte de AVA son sus partes robóticas al descubierto. Aun cuando se viste con ropa humana, su cuello brillante nos continúa recordando que internamente es una máquina. Por otro lado, aparte de sus cara y sus manos, el área del pecho, caderas, y nalgas están cubiertas en una materia gris que recuerda la sensualidad plástica de las muñecas. La prueba principal del experimento es saber si AVA es lo suficientemente real para que “Caleb” le llegue a importar sus sentimientos. Lo mismo aplica a nosotros.

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Garland debuta como director dándonos una historia en la que el camino recorrido es la recompensa no el final. Vayan preparados para una película que se mueve lenta pero con ambiciosa precisión. Sin olvidar el espectacular trabajo de su elenco. Tanto Domhall Gleeson como Oscar Isaac demuestran porque son dos de los talentos en ascenso más buscados del momento al interpretar sus personajes sin tapujos. Isaac no se inhibida en encarnar un antipático “Nathan” con delirios de grandeza al nivel de dios mientras que Gleeson deja que su “Caleb” se demuestre intimidado, frustrado y en momentos derrotado a medida que el antagonismo continua en aumento.

Con todo eso, la verdadera estrella es Vikander como AVA. Con una mezcla de vulnerabilidad, ingenio, y astucia, Vikander domina sus escenas mientras que pone a prueba la emoción de “Caleb” y su audiencia. En más de un momento me sorprendí sintiéndome mal, tierno y hasta atraído por una criatura que obviamente no es humana. Si el filme entero es “la Prueba Turín”, AVA la pasó conmigo y sospecho que con la mayoría de los que vean esta obra de arte.

¿Es la inteligencia artificial la próxima gran evolución? Si es así, ¿es una verdadera evolución? ¿Estaríamos creando a nuestros propios reemplazos? Ex Machina sigue metida en mi mente días después de verla como debe hacer una buena historia de ciencia ficción. Inmensamente recomendada, vayan a verla antes que nuestros futuros líderes robóticos nos prohíban el cine.

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