Tengo que admitir algo: a mi me gustan todas las películas de Terminator. Si, hasta las malas. No se que tiene esta franquicia en específico, pero a todas les encuentro algo para disfrutar, aun sabiendo sus problemas. Claro está, The Terminator, y T2: Judgment Day son las joyas indiscutibles de la corona, las cocorotas, las duras, las únicas dos que existen en la sagrada línea del tiempo.
Las demás, me entretienen. Quizás por el aprecio que le tengo a Arnold Schw…ustedes saben. Al menos todas tiene uno que otro momento decente de acción y, por mas tonta que pueda ser la historia (¿Un John Connor Terminator? ¿Un Terminator decorador?), siempre termino complacido, no le exijo mucho a esta propiedad.
El cariño acaba en televisión. Con todo y las queridas Lena Headey, y Summer Glau, no pude pasar del segundo episodio de “Las Crónicas de Sarah Connor”, y ahora Terminator Zero llegó para probar que la animación no siempre es la solución a la pregunta de “¿Qué rayos hacemos con esta franquicia?”
Terminator Zero es ejemplo perfecto que buenas ideas necesitan igual ejecución. En teoría, un anime es perfecto ambiente para florecer este mundo. La animación como tal es hermosa, como se puede esperar del prestigioso estudio “Production I.G.”, bajo la dirección de Masashi Kudo (Bleach), combinando animación tradicional con efectos en computadora. Nada particularmente revolucionario, pero más que adecuado, repleto de violencia y sangre, si eso es lo tuyo.
El problema ciertamente es el guion. El creador, productor y director de la serie, Mattson Tomlin, mejor conocido por su trabajo en The Batman, demuestra nuevamente que necesita mas tiempo de lo normal para contar una historia, confundiendo lentitud con profundidad. Mattson toma ocho episodios de aproximadamente media hora cada uno para una historia que bien pudo funcionar en cuatro o cinco, y cuidado si bien pudo ser una película de 90 minutos.
Les diría que intentó algo nuevo, pero realmente fue ponerle capota y pintura a la misma crónica de siempre, con una que otra variación que mas bien sirvió para alargar innecesariamente esta pesada oferta. Peor aún, intenta recalibrar los conceptos que los mejores momentos de Terminator logra captar, como “¿es el destino inevitable?”, “¿podemos cambiar el futuro?”, sin ofrecer nada mejor a cambio.
Recuerden: hacer referencia constante a producciones superiores como Evangelion, y Ghost in the Shell -aparte de las películas originales- no significa que tu producto vaya a quedar igual de bien, si no entendiste, o no tienes el talento para desarrollar los mismos temas o relacionados.
En 1997, Malcom Lee es un científico considerando la opción de activar Kokoro, una inteligencia artificial creada específicamente para defender la humanidad de Skynet, la cual, Malcom sabe, intentara destruir la humanidad a segundos de volverse autoconsciente. Mientras tanto en el 2022, Eiko acepta la misión de volver al pasado para intentar evitar la catástrofe, aunque los parámetros de dicha misión no están suficientemente claros, ¿debe salvar a Malcom o sus hijos? ¿O detenerlos?
Por supuesto, Skynet también envió uno de sus T-800, para una misión que tampoco está completamente clara, porque, ¿para que ser directos cuando podemos perder el tiempo de la audiencia por casi cuatro horas?
Como me gusta sufrir de vez en cuando, decidí ver los ocho episodios completos para ver si el pago por mi sacrificio merecía la pena, pero bueno que me pase. Hay algunas sorpresas y giros, algunas las deducirás desde el primer episodio, otras te harán preguntarte “¿para esto perdí mi tiempo?”
Como todo producto, Terminator Zero podría resultar ser lo mejor que has visto en tu vida, sin importar mi opinión, pero prefiero decirles que mejor vean las primeras dos películas, Ghost in the Shell y las series de Evangelion, sea la original o las reconstrucciones en Amazon Prime Video. Esta reseña ha sido terminada.
Podcastero, comediante, crítico de cine y TV miembro de la Critics Choice Association, crítico certificado en Rotten Tomatoes, y padre de gatos. Una vez cuando niño entré a un cine, y en cierta forma nunca salí.
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