Siempre que veo una película que me gusta, tiendo a buscar información y datos. En el caso de El Clan tuve que averiguar inmediatamente si lo que acababa de ver había pasado realmente. No solo había pasado (con uno que otro cambio) sino que en vida real fue peor. La maldad no solo existe, puede estar viviendo a tu lado.
A principios de los 80’s, el gobierno de Argentina comenzó la transición de cruel dictadura militar a democracia; el excelente actor Guillermo Freancella interpreta a Arquímedes Puccio, un hombre “middle age” que colaboró con la dictadura –también conocida como “El Proceso” – en su erradicación del comunismo, esa paranoia que arropó tantos países durante la década de los sesenta y setenta. Usando las técnicas con las que fue entrenado, Arquímedes secuestró miembros afluentes de la alta sociedad a la que quería pertenecer para exigir dinero. El Clan nos muestra como Arquimides usaba su propia familia, incluyendo a “Alejandro Puccio” (Peter Lanzani) su hijo mayor y miembro del club nacional de Rugby, para ejecutar sus planes dentro de la misma casa.
El lema de El Clan es “La Realidad supera la ficción”, tengan eso en cuenta mientras vean este sorprendente drama sobre los niveles de aceptación, negación y complicidad a los que se pueden llegar. Para todos los efectos, los Puccio son otra típica familia de clase media trabajadora argentina. El padre es estricto pero dedicado a su esposa e hijos. El chico mayor está en camino a convertirse en una estrella nacional del Rugby, sus hijas son estudiantes aplicadas con las que Arquímedes practica la tarea todas las noches, especialmente la menor. El filme hace un gran esfuerzo en presentar el contraste de esa imagen con el horrible secreto que guardan –primero en los baños, luego en el sótano de su hogar.
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Trapero gusta de sobre imponer secuencias de violencia con celebración, perspectiva por encima del hombro, largas tomas de cámara y otras técnicas de moda. El Clan me recuerda a “Prisioners”, otro filme de suspenso que cumple con todos los requisitos pero, como quiera se queda corto. En este caso la razón es que el guion le da demasiada exposición a personajes menos interesantes como “Alejandro” y su relación amorosa con “Monica” (Stefanía Koessl), (erróneamente), y menos al caso per se. Justo cuando más interesante se pone la película, es que deciden terminarla pues obviamente esto fue un tremendo escándalo en la sociedad argentina, en un momento tan delicado de su historia, y me hubiera gustado ver más del embate en esta cuando se supo la horrible verdad.
Aun así, El Clan me dejó con la quijada tirada en más de una ocasión; tanto por lo que estaba viendo como por el hecho de que fue real. Francella vuelve a demostrar que es uno de los mejores actores vivos al transformarse en un monstruo que te daba la mano, te sonreía, regañaba amorosamente sus hijos con el mismo temple con el que les mentía mientras cometía sus crímenes. Es una de esas películas que se deben ver obligadamente, una mirada cruda a la trágica realidad de los desparecidos y secuestrados, al poder con impunidad y la habilidad de contar una historia. Inmensamente recomendada.
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Podcastero, comediante, crítico de cine y TV miembro de la Critics Choice Association, crítico certificado en Rotten Tomatoes, y padre de gatos. Una vez cuando niño entré a un cine, y en cierta forma nunca salí.
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