Cuando se habla de adición, llueven las opiniones acerca de como lidiar con ese problema pero rara la vez que se conversa sobre el efecto interno que produce en los
adictos; esa indescriptible sensación de euforia invadiendo el ser.
En Uncut Gems te lo estrujan contra la cara hasta sacarte cada partícula de aliento
existente en tu cuerpo.
Uncut Gems es claustrofobia emocional agarrándote por la nuca para arrastrarte por una sucia avenida de desesperación, ansiedad e inmoralidad sin freno. No es que no
quiera detenerse, es que no puede; como un tiburón que muere si para de nadar.
Los hermanos Josh y Benny Safdie nuevamente demuestran ser maestros del cine
íntimo, incómodo y crudo. Es como si no tuvieran ninguna esperanza en la ética
humana, queriendo incrustar cada nervio inquieto en una historia que no da
tregua ni cuando se toma un respiro.
Adam Sandler es perfecto para esta película sobre gente basura, tratando de salir de
la basura usando más basura.
Howard Ratner (Sandler) es un joyero en Nueva York que parece vivir con la inquietud
misma de la ciudad dentro de sus venas; adicto a las apuestas, infiel,
mentiroso, e inmensamente carismático. Su más reciente cruzada es conseguir un
millón de dólares gracias a una piedra de ópalos incrustados que recibió de una
mina ilegal en Etiopia.
Es 2012. El país recién se recupera de una devastadora recesión, pero para gente como Ratner es solo un año más de hacer lo suyo. Su joyería, al igual que toda su realidad,
está escondida, en un edificio de oficinas, protegida por alarmas, puertas y
cristales. Sus clientes son diversos, entre los cuales Ratner disfruta tener
famosos músicos, y personalidades, incluyendo a Kevin Garnett (interpretándose a
sí mismo), uno de los jugadores más exitosos de la NBA. Cuando Ratner le
muestra el ópalo, el gigante atleta queda inmediatamente convencido que la roca
está conectada de alguna forma con el.
Garnett pide el ópalo prestado por una noche, y a cambio le da su anillo de campeonato.
Ratner necesita la piedra de vuelta urgentemente el viernes de esa misma
semana. Pero cuando Garnett tiene la mejor noche de su carrera, queda
completamente seguro que es gracias por el ópalo.
Ratner comienza una desesperante carrera contra el tiempo para recuperar la gema, esquivando los incontables contrariedades que lo persiguen, todos causados por sí mismo, usando su astucia, malicia, su filosa lengua y, porque no, hasta su suerte.
Pero la suerte no dura para siempre y el fin del camino se acerca velozmente para
Ratner, a quien parece encantarle hundirse cada vez más en su propio hoyo
usando una pala en cada mano.
La cámara de los Safdie sigue a Sandler con la intensidad de necesitar saber que
pasará después, descubrir como Ratner saldrá de cada vicisitud que se mete,
convirtiendo la audiencia en otro testigo más de los sucesos, casi fingiendo
ser cine callejero, metido donde no se supone que este. Somos otro personaje más
en cada escena sin que nadie note que estamos ahí.
Sandler interpreta a Ratner con esa curiosa mezcla de niño travieso metido en cuerpo
adulto que lo ha caracterizado pero, tanto el como los Safdie saben que eso ya
no tan simpático como antes y lo aprovechan hasta el máximo, casi retando la
paciencia del espectador para ver hasta donde lo toleramos.
Su trabajo es sutil pero al mismo tiempo tragedia griega en una ópera; a Sandler
no parece importarle si su Ratner te cae bien o no, y aun así logra que te preocupes
por el. Sin aviso ni parecer intentarlo, Uncut Gems nos enfrenta con la
realidad de que, quizás en el fondo, nos gusta ver gente mala saliéndose con la
suya.
Podria seguir escribiendo mas pero temo entrar en territorio “spoiler” y Uncut Gems
debe ser disfrutada lo más puro posible, mientras menos sepas, mejor.
Solo déjenme decirles que es una de las mejores películas del año, ciertamente una
de las que me tuvo en tensión de principio a fin, y con la mejor actuación en
la carrera de Sandler.
¡Inmensamente recomendada!
Podcastero, comediante, crítico de cine y TV miembro de la Critics Choice Association, crítico certificado en Rotten Tomatoes, y padre de gatos. Una vez cuando niño entré a un cine, y en cierta forma nunca salí.
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