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Crítica de The Two Popes: Fe, Destino y Football - QiiBO
Crítica de The Two Popes: Fe, Destino y Football - QiiBO QiiBO

Crítica de The Two Popes: Fe, Destino y Football

Nunca es fácil escribir sobre películas relacionadas a religión porque se pueden ir de un lado a otro, por ser un sensible tema. Así que comienzo diciendo que no soy creyente, pero me encanta el buen cine y The Two Popes me complació completamente.

El nuevo filme de Netflix estrena esta semana en cines para luego moverse al servicio de streaming, probablemente buscando atención en la temporada de premios con esa movida.

Yo se la daría.

En abril del 2005 falleció Juan Pablo II, uno de los papas más populares de la era moderna. Su sucesor Benedicto 16 fue mucho menos querido, y posiblemente enfrentó algunos de los retos más difíciles para iglesia católica durante su papado. En la misma elección de Benedicto, el segundo cardenal con más votos fue Jorge Bergoglio, quien siete años más tarde se convirtió en el Papa Francisco luego de la sorpresiva renuncia de Benedicto.

The Two Popes presenta una historia ficticia de amistad entre estas dos controversiales figuras. Anthony McCarten –quien rápidamente va convirtiéndose en el guionista biográfico favorito de Hollywood luego de Darkest Hour, The Theory of Everything, y Bohemian Rhapsody- se basó en entrevistas, libros y estudio de ambos líderes religiosos para construir esta simpática crónica sobre ideologías, fe, y la incómoda realidad de que somos la suma total de todas nuestras decisiones –buena y malas – en la vida.

Bergoglio es interpretado por Jonathan Pryce (Game of Thrones) en un personaje para el cual nació, debido al increíble parecido físico entre ambos, aparte de compartir el mismo carisma bonachón. Por su lado, Anthony Hopkins Benedicto encarna a Benedicto con una mezcla de refunfuños y testarudez.

McCarten nuevamente cae en su instinto de presentar los personajes en una luz más bondadosa de la real, con algunos insulsos intentos de intercalar temas difíciles, como el fracaso de Benedicto lidiando con los incontables casos de abuso sexual, las acusaciones de corrupción y los rumores de las verdaderas razones por las cuales renunció al papado.

Por su parte, el director Fernando Meirelles (City of God) intenta todo lo posible por hacer de The Two Popes entretenida; ya sea con cortes dramáticos de cámara en escenas extensas de dialogo, o brincos constantes de tiempo.

El resultado es mixto pero mayormente efectivo gracias al trabajo y presencia de sus protagonistas. Los mejores momentos son los careos entre Bergoglio y Benedicto sobre la posición de la iglesia en el mundo moderno, y la necesidad de moverse con ellos, o la de mantenerla firme.

Bergoglio viaja a Roma a solicitar autorización para retirarse como cardenal. Benedicto rechaza la petición pues podría verse como una protesta a su estilo conservador, de parte del progresista argentino, fuerte crítico a la rigidez impuesta por el Papa resistiéndose adaptar la Iglesia a los tiempos, o envolverla en asuntos políticos, económicos y sociales del mundo.

Las inmensas diferencias entre ambos van limándose – Bergoglio le habla a Benedicto sobre football y los Beatles, mientras el ahora Papa Emérito toca música clásica en el piano.

Construyendo puentes, no muros.

Podría acusar The Two Popes de ser una carta de admiración hacia Francisco, a quien lo persiguen acusaciones de haber colaborado con la dictadura militar en Argentina durante los 70’s. Sin embargo, y para su crédito, el filme presenta estos tiempos de Bergoglio (interpretado en esas escenas por Juan Minujín) como una fuerte carga emocional, de la cual todavía intenta redimirse.

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También se siente demasiado bondadosa hacia Benedicto, quien es presentado casi como víctima de sus tiempos, con pocas menciones –o consecuencias- de su mal manejo de las controversias de su mandato. Tampoco no ayuda la agradable presencia de Hopkins, quien le da un aire casi juguetón al testarudo líder religioso.

Por otro lado, The Two Popes se atreve a sugerir que la imperfección de carácter es casi necesaria en cualquier persona que asuma el trono de San Pedro.

En una era en que se ha puesto de moda “cancelar” figuras por malas decisiones en su pasado, The Two Popes asevera que la personalidad final es un viaje constante que nunca termina; somos el resultado de cada idea, acto y pensamiento que hemos tenido y todos merecemos la oportunidad de aprender y superar nuestras deficiencias.

The Two Popes les encantará a los católicos, y agradará a los amantes de ese mundo de liturgias y secretos. Para el resto de nosotros, es una buena película sobre una improbable amistad sobre dos complicados humanos, con dos excelentes actuaciones.

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