Recuerdo la primera vez que vi El Laberinto del Fauno. Tenía entre once o doce años la noche que mi madre llegó, habiendo alquilado varias películas para sí misma y otra para mi y hermano. Miguel, dueño del negocio donde mi madre solía alquilar (el ya no existente Video Place, donde eventualmente tuve la oportunidad de formar y desarrollar mis conocimientos cinemáticos gracias a Miguel y su esposa Carmen), le había dicho que era parecida a Lord of the Rings, que le iba a gustar a los nenes. Para los que no la han visto, El Laberinto del Fauno solo se parece a la saga Tolkien en que ambas caen bajo el género de la fantasía. Nada me había preparado hasta ese momento para lo que estaba a punto de ver. Pero no importó, la yuxtaposición de la violencia cruda y la tragedia que viven sus personajes protagónicos con la fantasía a la que se escapaba Ofelia logró capturarme, devorarme, enamorarme. Ya han pasado alrededor de doce años desde que tuve mi primera experiencia con El Laberinto del Fauno, y de paso con el mundo mágico de Guillermo del Toro, pero eso no significa que, como cantaba B.B. King, the thrill is gone. Con The Shape of Water, del Toro consigue ampliar su repertorio fantástico con una carta de amor a la resiliencia, la empatía y al amor mismo.
Ha sido tal el efecto que El Laberinto del Fauno tuvo en mi, que se me hace imposible ver cualquier película de Guillermo del Toro de manera objetiva (hay quienes argumentan que no existe tal cosa como la objetividad, pero siempre trato de ver el cine con la menor cantidad de prejuicios y expectativas posibles). Yo soy de los que amaron el romance macabro de Crimson Peak. Hellboy y su secuela tienen un lugar especial en mi corazón, aun si Mike Mignola no parezca apreciar tanto su interpretación del personaje y su mundo. Mi favorito de sus filmes es Cronos, no porque pienso que jamas ha vuelto a las alturas de su ópera prima, si no porque siento que en los límites de escala consiguió la verdad emocional de sus personajes como pocas personas lo han hecho. Y si eres como yo, admiras su filmografía y de alguna forma rara conectas con sus creaciones esotéricas, The Shape of Water es la película para ti.
No pienso que es su mejor película, y tampoco la considero la mejor del año (para mi esa distinción le toca Phantom Thread), pero si pienso que es una obra memorable cuyas imagenes se quedarán con su audiencia por el resto de sus vidas. Al igual que si cerrases mis ojos en este momento podría equitativa e inequívocamente ver a Ofelia encontrándose con el Fauno por primera vez, o con el Hombre Pálido, o colocando la mandrágora debajo de la cama en el platillo con leche, o, la peor de todas las que se han quedado conmigo, puedo ver al Capitán Vidal cociendo su mejilla y luego bebiendo whisky; son muchísimas las imágenes surgientes de The Shape of Water que se quedarán conmigo. Pero no voy a describir ninguna, al igual que no voy a abundar en la trama, ya que me parece importante que el público vaya a verla conociendo lo menos posible. La película está llena de sorpresas narrativas, visuales y sonoras, y sería una pena que la audiencia fuese a esta con una idea clara de que es lo que les espera.
A esta altura todo el mundo debería saber que la historia se centra en una conserje muda (Sally Hawkins, quién te cautivará con su interpretación impecable) que trabaja en una facilidad militar. Aquí, la conserje se familiariza con un hombre-pez, parecido a la titular Creature from the Black Lagoon. Michael Shannon es un tipo intenso, Olivia Spencer es amiga de Sally Hawkins, Richard Jenkins dibuja y Michael Stuhlbarg es un científico. Eso es todo lo que nos dicen las promociones y es todo lo que se debería saber antes de verla. Es la clase de película con la que debes dejar el cinismo en la entrada de la sala, entregarte por completo y permitir que su fantasía te consuma sin hacer que olvides la realidad detrás de todo.
La película ya ha ganado múltiples reconocimientos, y ahora tiene numerosas nominaciones en los Premios de la Academia. La discusión de si los Oscar realmente importan o no hay que dejarla para otro día; la razón por la que los menciono es para enfatizar lo inmenso que ha sido la cautivadora red que Guillermo del Toro y su equipo de trabajo han lanzado. Quedé convencido del poder que tenía esta película cuando una amiga, quién no tiende a ver cine y ni mis trabajos audiovisuales aprecia, me llamó para decirme lo mucho que la había amado, como había llorado y que la consideraba una de sus favoritas de todos los tiempos. The Shape of Water parece tener el poder de atrapar audiencias que van desde la congregación más fiel del celuloide hasta aquellos que casi nunca le presta atención al cine.
Es importante tomar un segundo para reconocer el trabajo de Doug Jones. Jones es un actor que se especializa en personajes que conllevan maquillajes y prótesis intensos. A trabajado con del Toro desde que este hizo su debut en Hollywood con Mimic, y le ha dado vida a personajes como el Fauno y Hombre Pálido de El Laberinto del Fauno, Abe Sapien de Hellboy y su secuela, los fantasmas en Crimson Peak, el Silver Surfer en Fantastic Four: Rise of the Silver Surfer, el muerto viviente en Hocus Pocus, el alter ego de Serge Gainsbourg en Gainsbourg (Vie héroïque) —aprovecho y les digo, vean esta película— y tantos otros que sería impráctico seguir enumerándolos. En The Shape of Water, Jones hace de la criatura titular, y sin su caracterización física ni su presencia actoral, el personaje jamas hubiese funcionado lo bien que lo hace.
Se me hace difícil hablar sobre la película sin entrar demasiado en su contenido, pero realmente pienso que es importante que cada cual tenga su propia opinión. Tras salir de la función hable con varias personas, y todos teníamos cosas diferentes en las que nos estábamos enfocando, cosas diferentes que nos habían tocado, cosas diferentes sobre las que considerábamos que debíamos meditar. Lo que todos teníamos en común, es que habíamos amado la película, y todos sentíamos que se quedaría con nosotros por un buen tiempo. Vivimos en tiempos cínicos y con buena razón, pero aveces necesitamos la sinceridad que filmes como este nos ofrece para poner las cosas en perspectivas. Si The Shape of Water hubiese estrenado concurrente con El laberinto del fauno, hubiese sido parte importante de mi formación. Habiendo estrenado ahora, sin embargo, siento que se volverá parte importante de mi desarrollo.
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