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Crítica de The Haunting of Bly Manor: Más Tristeza que Miedo - QiiBO
Crítica de The Haunting of Bly Manor: Más Tristeza que Miedo - QiiBO QiiBO

Crítica de The Haunting of Bly Manor: Más Tristeza que Miedo

En el 2018 estrenó en Netflix The Haunting of Hill House, una de las mejores series originales que ha lanzado el servicio de transmisión digital. Fue una sorpresa pues los avances habían ocultado la mayor parte de la historia, así que la promoción principal vino de voz a voz, a medida que la audiencia descubría la excelente producción combinando horror con dramas familiares envueltos en analogías y metáforas sobre adición, depresión, culpa y rencores, entre otras.

Fue una exquisita revelación encantando críticos y amantes del horror (como yo) por igual, alzando la barra de calidad con la que otras producciones deben medirse. Incluyendo el mismo Flanagan.

Dos años después Flanagan regresa con The Haunting of Bly Manor, una historia distinta con algunos actores de Hill House interpretando otros personajes, basada en ‘The Turn of the Screw’, novela gótica de Henry James ocurriendo en 1898.

Vamos a salir de esto rápido: Bly Manor no es tan buena como Hill House. No hay elaboradas secuencias como en el episodio de “Las Dos Tormentas”, no hay momentos emocionalmente devastadores como la revelación de la “Mujer con el cuello doblado”, ni aterrorizantes sorpresas como la del episodio 8, que me hizo brincar tan duro, todavía quedan pelos en el techo de mi casa.

Pero no significa que sea mala, solo diferente. Mientras Hill House usaba fantasmas como referencia a terrores reales de la vida, Bly Manor es una historia de amor, tanto propio como a los demás, donde los espectros son viejas culpas persiguiendo (o quizás siendo arrastradas por) los personajes.

En la década de los 80’s, Dani Clayton (Victoria Pedretti) es una joven estadounidense viviendo en Londres, cuando descubre un curioso anuncio en el periódico solicitando maestra privada para dos pre-adolescentes. El solicitante es Henry Wingrave (Henry Thomas), un millonario ejecutivo a cargo de sus dos sobrinos viviendo en la Mansion Bly, a tres horas de distancia en el campo. Henry se ha encargado de que no les falte nada material a los niños luego de la trágica muerte de sus padres, excepto alguna muestra de cariño o ni siquiera su presencia.

Dani está sumamente preparada para la posición aunque le parece raro que el trabajo es más atractivo de lo normal, con buena paga, transportación, renta y comida incluida. La desconfianza es mutua; ¿Por qué una estadounidense tan joven quisiera irse al medio de la nada en Inglaterra? De todos modos se completa el acuerdo y Dani se lanza a hacerse parte de la vida de los Wingrave.

Y esa vida es, a primer indicio, relativamente fácil. Los chicos son Flora (Amelia Bea Smith), una dulce niña feliz de tener maestra nueva, mientras Miles (Benjamin Evan Ainsworth) se ve adecuadamente respetuoso, a pesar de haber sido expulsado de su escuela por extraños motivos. Con ellos viven la ama de llaves Hannah Grose (T’Nia Miller), la jardinera Jamie (Amelia Eve) y el cocinero Owen (Rahul Kohli).

Pero esto no es The Brady Bunch, y Dani rápidamente comienza a notar sucesos extraños que desafían lógica, razón y cordura, sin estar completamente segura de haber encontrado algo…o si ella misma lo trajo.

Con The Haunting of Bly Manor, Flanagan nuevamente demuestra ser uno de los gurús modernos del horror, no solo estableciendo atmosferas inquietantes usando cada pulgada de sus composiciones de cámara, incluyendo todos los planos (“¿eso es una figura humana al fondo o me confundí?”). Pero más allá de  hacernos brincar, Flanagan usa el género como espejo de las dificultades humanas y Bly Manor es su trabajo más emocional hasta el momento.

The Haunting of Bly Manor no es una serie de horror, sino una historia de amor, nostalgia y tristeza. No es que no tenga momentos de miedo, los hay de vez en cuando pero, si estás esperando replicar la experiencia de The Haunting of Hill House, aquí no es. Pero no te decepciones, porque Bly Manor tiene su propio encanto.

Hay que darle crédito a Flanagan por evitar la tentación de repetirse, buscando formas de separar las series pero manteniendo el espíritu dentro del género, contándonos una hermosa historia de amor; el amor emocional, el sentimental, el platónico, pero también es una crónica de nostalgia, culpa, arrepentimiento, y sacrificio.

Una crónica donde el amor es una temible fuerza arrolladora, capaz de elevar tanto como destruir, y las memorias del pasado pueden ser un laberinto del cual nunca escapamos, arrastrando culpa.

A través de ocho episodios, Bly Manor nos lleva por un viaje de memorias y apariciones escudriñando pasillos del ayer, ¿o quizás es el ahora? ¿Realmente dejamos el pasado si seguimos viviendo en los momentos que lamentamos?

Sin embargo, Flanagan sorpresivamente tropieza en lo que generalmente es su mejor fortaleza: la narrativa. The Haunting of Bly Manor tarda más de lo normal en comenzar y cuando finalmente lo hace, no me agarró tan fuerte como en Hill House. Quizás porque la historia no fue tan intrigante, o porque los personajes no logran la misma atracción que la familia Crain. Bly Manor se toma mayor tiempo de lo que estamos acostumbrados estableciendo su (de por si complicada) premisa, y es hasta la segunda mitad (los últimos cuatro episodios) que se aclara lo que está sucediendo, solo para caer en otra peligrosa trampa: sobre-explicación.

Bly Manor subestima la inteligencia de su audiencia, llevándonos de la mano con demasiada exposición, quizás porque pensó que durante los primeros cuatro episodios nos lanza tanta información que intenta corregirse tomando tiempo para explicarnos lo que vemos en el tercer acto.

Esos defectos se balancean con la fortaleza de su elenco. Especialmente Pedretti, quien domina el arte de mostrar vulnerabilidad, miedo y fuerza en una misma escena. Mientras en Hill House su Nell fue la catalizador de la trama, manteniéndose como una sombra (a veces figurativa, a veces literalmente) encima de su familia, en Bly Manor es víctima, salvadora, humana.

Sin olvidar el perfectamente espléndido trabajo de los niños, especialmente el novato Benjamin cuya interpretación está repleta de capas que no puedo explicar por riesgo a arruinar detalles de la trama, y a Amelia encarnando esta encantadora, curiosa… extraña chiquilla, con todavía más raras costumbres. Junto a ellos T’Nia Miller quien debe ir comprando pomada para pulir Emmys gracias a su impresionante trabajo como la cuidadora Hannah, con una fascinante secuencia que toma casi todo uno de los episodios –el segundo mejor de la temporada.

The Haunting of Bly Manor no alcanza los niveles de su predecesora, especialmente a la hora de asustar, y quizás una parte de la audiencia se frustre ante el lento ritmo o la complicada trama de los primeros episodios pero, aquellos que se mantengan hasta el final serán recompensados con una bella historia de amor, perdón, y reconciliación.

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