“Hasta que la muerte los separe”, es la frase con la que casi todas las ceremonias matrimoniales terminan. Normalmente es una declaración de amor – o una advertencia, dependiendo cuan seguro estas de casarte – pero en la tercera temporada de Santa Clarita Diet se convierte en un reto para Sheila y Joel Hammond (Drew Barrymore y Timothy Olyphant).
En su tercera serie de episodios, Santa Clarita Diet expande su mundo llevando los Hammond y su tribu a nuevas aventuras con nuevos personajes y retos sin perder su filoso sentido del humor. Aunque no fue tan ingeniosa como las primeras dos temporadas, debe gustar a los que la han seguido hasta el momento pero no convencerá a aquellos que no les interese a estas alturas.
Después de ser descubiertos en el desierto por Anne (Natalie Morales, excelente como siempre), con la cabeza re-animada de Gary (Nathan Fillion), Sheila y Joel pensaron que su vida como la conocían terminó. Excepto que Anne piensa que Sheila es una enviada de dios, y ahora le toca ayudar los Hammond cumplir su misión en la Tierra…cualquiera que sea.
La mala noticia es que Anne quiere regar “la palabra” de Sheila por el mundo, lo que eventualmente la convierte en otro problema para Sheila y Joel, quienes han tratado todo lo posible por mantener la “condición” de Sheila como zomb…perdón, como “no-muerta”, en secreto.
Por su lado, Abby y Eric (Liv Hewson y Skyler Gisondo), descubren que no es tan fácil salirse con la suya luego de explotar la refinería de gas natural que se establecería en su pueblo. Cuando el FBI entra en la investigación, los chicos tendrán que lidiar con las consecuencias de sus actos, mientras Abby trabaja en mejorar la relación con sus padres y definir la suya con Eric. Aunque siguen siendo lo menos interesante del programa, no fueron tan insoportable como las primeras dos.
A pesar de estar un poco molesto con Netflix estos días (¡Salven One Day at a Time!) continúan demostrando ser el espacio para dejar correr la creatividad. En otros lugares probablemente hubieran hecho de SCD una de esas series con “un problema a la semana”, mientras que aquí su creador y manejador Victor Fresco lleva la historia por nuevos senderos de sangrienta locura.
Nuevos enemigos, nuevos amigos e inesperados giros, Santa Clarita Diet es cualquier cosa menos aburrida. De hecho, esta fue la temporada que más rápido corrió, y cuando vine a ver ya estaba en el último episodio.
En el corazón de todo, la relación entre Sheila y Joel sigue siendo el motor de la historia. La química entre Barrymore y Olyphant llega a su mejor momento con los Hammond encontrando formas distintas de lidiar con su peculiar situación. Olyphant es el mejor marido televisivo desde… no, no se me ocurre otro esposo tan dedicado a ocultar cuerpos medios comidos por su esposa. Quizás Phil en Modern Family.
Por su lado, en mayor control de sí misma, Sheila ahora descubre que ser una “no-muerta” tiene otra consecuencia: es inmortal (a menos que le destruyan el cerebro, como cualquier fan que se respete sabe). Esto lleva los Hammond a debatir su futuro como pareja y familia, junto con la decisión de si le permiten o no a su hija participar de sus andadas.
Después de todo, la familia que mata gente mala para mantener el hambre caníbal de la madre controlada unida se mantiene unida. O quizás no. Eso fue parte de la diversión.
Santa Clarita Diet es una extraña mezcla de humor bien negro y tonto simultáneamente que, sin embargo, funciona principalmente gracias a su elenco y constantes participaciones especiales, y a que nunca uno sabe a donde te llevarán en la próxima escena.
Es una de esas series que disfruto pero no las recomiendo a menudo pues requieren de ciertos gustos (y estomago) fuera de lo común. La tercera temporada la mantiene igual. Para los que ya la vean, la disfrutarán. Los que no, no se preocupen, hay más contenido que buscar.
Podcastero, comediante, crítico de cine y TV miembro de la Critics Choice Association, crítico certificado en Rotten Tomatoes, y padre de gatos. Una vez cuando niño entré a un cine, y en cierta forma nunca salí.
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