No soy fan de los musicales pero, hago par de excepciones: Hairspray, The Producers, Chicago. Ese último es mi favorito y fue dirigida por Rob Marshall, quien regresa a su fuerte con Into the Woods, la nueva oferta musical de Disney que intenta mostrarnos lo que viene después del “…y vivieron felices para siempre”.
El “panadero” del pueblo (James Corden) y su esposa (Emily Blunt) descubren que la razón por la cual no han podido tener un hijo es debido a una maldición que le impuso la bruja que vive en la casa de al lado cuando era un bebé (Meryl Streep). La hechicera les ofrece levantar la maldición a cambio de que ellos consigan cuatro objetos antes de la próxima luna llena. Esto enviará al panadero y su esposa en una aventura dentro del bosque (wink, wink) que los enfrentará con famosos personajes de cuentos de hadas.
Rápidamente, lo mejor de Into the Woods es su carismático elenco; desde mi futura exesposa la multi talentosa Ana Kendrick, Emily Blunt (o Emilia Porro como me gusta decirle), la siempre bienvenida Christine Baranski, la legendaria Tracey Ulman, hasta la única, incomparable y diosa innegable del cine Meryl Streep, los personajes son interpretados a pura capacidad emocional y llenos de energía. Sin olvidar a los más jóvenes; Daniel Huttlestone, quien por poco se roba el show en Les Misérables, casi lo vuelve a hacer como “Jack”, al igual que la simpática Lilla Crawford como la obstinada y rebelde “Caperucita Roja”. Pero, ¿la mayor sorpresa de Into the Woods? Que la mejor secuencia le pertenece a Chris Pine como “Prince Charming” en un dueto junto a Billy Magnusen.
Por cierto, después de verla en Mamma Mia tratando de destruir la audición de todos, muchos pensamos que al final habíamos encontrado algo que Meryl Streep no pudiera hacer bien. Sin embargo, de alguna forma, ya sea por efectos, entrenamiento o magia negra, ahora resultó ser de las mejores que canta en Into the Woods. Entiendan que la vida no es justa.
Into the Woods es una divertida escena musical una tras otra durante su primer y segundo acto, que entretiene y mantiene un casi perfecto ritmo, combinado con espectacular vestuario, edición de sonido, y una escenografía que crea la sensación estar en un mundo mágico mientras rinde tributo a su origen teatral, al mantener varias tomas desde el punto de vista y tiros de cámaras que me hicieron recordar el efecto de estar viendo una obra de teatro. Puntos especiales por eso para Marshall y el director de fotografía Dion Beebe.
El problema de Into the Woods llega en un tercer acto, en el que parece que Marshall se contagió con el virus de “Peter Jackson no sabe cuándo acabar su películas” que esta corriendo por ahí últimamente y hay un cambio de tono y ritmo tan drástico que casi se siente como si estuviéramos viendo otra película por completo. Es como si alguien hubiera leído el guion y decidido que había que hacer sufrir a los personajes –y la audiencia– de alguna forma. No he visto la obra así que desconozco cuan fiel resultó la adaptación pero, entre personajes que cambian su personalidad de una escena a la otra, y giros de la trama sin sentido, Into the Woods se convierte de un divertido musical a un drama semi-depresivo en menos de lo que puedes decir “¿Cómo diablos Meryl aprendió a cantar tan bien?”
Aun así, Into the Woods vale la pena verse en el cine, especialmente por el buen trabajo que hace su elenco y los detalles técnicos, sin olvidar sus entretenidas canciones. Así que digamos que, de las dos horas que aproximadamente dura Into the Woods, les recomiendo unos 100 minutos. Hey, eso es mucho más que Mamma Mia.
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Podcastero, comediante, crítico de cine y TV miembro de la Critics Choice Association, crítico certificado en Rotten Tomatoes, y padre de gatos. Una vez cuando niño entré a un cine, y en cierta forma nunca salí.
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