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Crítica de Joker: Folie à Deux – el peor chiste que hemos visto

No puedo creer que tengo que decir esto, honestamente no me da ningún placer, pero no hay remedio. Quizás es una gran broma, quizás el mayor y mejor chiste del guionista y director Todd Phillips es hacer una secuela horrible para burlarse de nosotros, porque no puedo entender como es posible que Joker: Folie à Deux sea tan mala.

Por un lado, aprecio que Phillips quiso hacer algo distinto a la primera, tratando fuertemente de no repetirse; eso es admirable, pero es como decirme que, en vez de un apretón de manos o un abrazo, me vas a saludar con una patada en la ingle. Que algo sea diferente, no significa que sea bueno.

Lo peor de todo es que se desperdició otro gran trabajo actoral de Joaquin Phoenix, que se le ve que lo dio todo, regresando como Arthur Fleck, el papel que le consiguió un Oscar en el 2020. Aunque, si a el no le importó hacerlo para este desastre, pues yo no perderé el sueño por el amigo.

Hay tantas cosas que Joker: Folie à Deux pudo darnos, desde hacer referencia al desastroso sistema de salud estadounidense, o quizás el desbalanceado sistema judicial. o un estudio de la obsesión humana y mediática con criminales.

Y si no querían pasar trabajo con nada de eso pues, amigos, por lo menos hacerla entretenida, no la aburrida, pretenciosa e incoherente mescolanza de trama, canciones fuera de sentido, y secuencias repetidas.

Años (y una mala película de televisión basada en sus crímenes) después de la primera película, Arthur Fleck está a punto de enfrentar juicio, con su abogada Maryanne (Catherine Keener) intentando la defensa de locura. El fiscal Harvey Dent (Harry Lawtey) quiere la pena de muerte, mientras en las afueras de la institución mental, se dividen sus partidarios y sus opositores. Una de las primeras es Harleen “Lee” Quinzel (Lady Gaga), una interna en la población civil que comienza una amistad con Arthur, asegurando que su historia de hombre llevado al borde, por la sociedad, es la misma que ella, abandonada por su familia.

El que Joker: Folie à Deux sea un musical ocurriendo en una cárcel, intercalando entre la realidad y la fantasía del protagonista, tampoco es original; Chicago lo hizo excelentemente en el 2002, excepto con simpatía, talento y carisma.

Lady Gaga hace un trabajo aceptable como Quinzel, nada del otro mundo ni añade nada especial a la mitología del personaje, y probablemente lo más significativo que resulte es que se convierta en uno de esos datos triviales que se hablan de personajes, como “¿sabías que la cantante Lady Gaga interpretó una vez a Harley Quinn?”, o algo así.

Joker: Folie à Deux parece hecha por gente que nunca habían visto una película. No es que solamente sea mala, es que parece que quiere ser mala. Quizás ese es el punto, reflejar la naturaleza caótica del Guasón en pantalla, expresado en un matojo de arcos dramáticos sin completar, secuencias musicales sin chispa, y un romance sin pizca de química. Quizás ese sea el chiste y el problema soy yo que no lo entendí. En ese caso, buen trabajo, supongo.

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