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Crítica de Extremely Wicked, Shockingly Evil and Vile - QiiBO
Crítica de Extremely Wicked, Shockingly Evil and Vile - QiiBO QiiBO

Crítica de Extremely Wicked, Shockingly Evil and Vile

En el interminable morbo que permea la siquis humana sobre crímenes violentos, Ted Bundy ocupa un alto  lugar que, a 30 años de su ejecución por silla eléctrica, continua atrayendo creativos y audiencia.

En enero de este mismo año Netflix publicó Conversaciones con un Asesino: Las Grabaciones de Ted Bundy, un documental de cuatro episodios usando material de archivo y los audios de la entrevista que los periodistas Stephen Michaud y Hugh Aynesworth le hicieron a Bundy, asesino convicto por las horripilantes muertes, agresiones y violaciones de sobre 30 víctimas – posiblemente más.

Su director Joe Berlinger decidió también dirigir Extremely Wicked, Schokingly Evil, and Vile, el nuevo filme exclusivo de Netflix que intenta presentar otro lado de la historia…excepto que termina convirtiéndose en otra seducción adicional de Bundy.

Verán; este filme es basado en El Príncipe Fantasma: Mi Vida con Ted Bundy, escrito por Elizabeth Kendall – novia de Bundy cuando fue atrapado – por lo que se supone sea desde su perspectiva.

El problema es que tanto el guion de Michael Werwie como la dirección de Berlinger se rinden ante su fascinación por Bundy, convirtiéndolo en la figura principal. Con la excepción de su tenebroso final, Berlinger cae en la misma trampa del carismático criminal como tantas otras víctimas.

Es una pena porque Zac Efron nació para interpretar a Bundy, y este es su mejor trabajo hasta el momento. En las manos de mejores creativos hubiera sido un experimento fascinante. Los momentos cuando Berlinger pone la audiencia directo entre los glaciares ojos muertos son una corta muestra de lo que pudo ser si un David Fincher hubiera dirigido.

A estas alturas todos sabemos que Bundy gozó de inmenso privilegio durante su tiempo como sospechoso, acusado y enjuiciado. Una mejor perspectiva hubiera sido tratar de entender porque. ¿Por qué esa insistencia en aquel momento –y aun hoy día – de decir que Ted Bundy “no pareció un asesino capaz de cometer esos crímenes”? ¿Fue porque era blanco, hombre, y se veía tan normal? Bundy no era excepcionalmente atractivo, definitivamente no como Efron así que la única explicación que se me ocurre es que la sociedad estadounidense no quería admitir que un tipo que se veía como ellos mismos fuera capaz de ser tal bestia.

Queremos nuestros monstruos agresivos, aterradores – enmascarados como Jason o desfigurados como Freddy – no parecido a la persona que vemos en el espejo todos los días o que duerma bajo el mismo techo. Los monstruos gruñen y miran con odio, no nos hacen reír con buenos chistes ni hacen sonrojar las mujeres.

Si ya vieron el documental mencionado al principio, reconocerán varios momentos, especialmente durante el segundo acto cuando Bundy es juzgado en Florida. Junto a Efron, el resto del elenco es lo más acertado; Lily Collins hace lo mejor que puede con su personaje (que, recuerden se supone sea la principal) como una joven madre soltera descubriendo que el posible amor de su vida es un horrible monstruo y combatiendo su propia fascinación combinada con culpa. John Malkovich aprovecha su propia inquietante presencia para interpretar el juez Edward D. Cowart, autor de la infame declaración de aprecio por Bundy al final de juicio, de la cual sale el título de la película.

Por otro lado comprendo lo que Berlinger intenta hacer; Elizabeth misma no quiere aceptar la verdad por lo que EWSEAV no presenta a Bundy cometiendo sus crímenes para ponernos en la piel dudosa de la mujer, lo que funciona relativamente durante los primeros 30 minutos. Lamentablemente Berlinger cae en su propia trampa al no poder evitar que Bundy se convierta en la pieza central, mostrando lo que ya sabemos ni buscar nada nuevo.

Extremely Wicked, Schokingly Evil, and Vile no es una mala película, más bien frustrante, especialmente para los que entiendan la intención original. El trabajo de Efron como Bundy bien vale la pena darle una oportunidad, aunque sea uno de esos domingos que no encuentran nada más que ver.

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