“Is it better to speak or die?” (¿Es mejor hablar o morir?”) Esta es la pregunta que mejor resume temáticamente a Call Me By Your Name. Pregunta que, probablemente, nos hemos hecho muchas veces en nuestras vidas. Pregunta cuya respuesta definirá cuanto nos arrepentimos, o cuanto no nos arrepentimos, de nuestras decisiones.
Call Me By Your Name cuenta la historia de Elio, un chico de 17 años, quien a pesar de saber un poco de todo (literatura, historia, y hasta tocar varios instrumentos), no se siente cómodo en su propia piel; y de Oliver, hombre de 24 años, quien físicamente se asemeja más a las estatuas que estudia con el padre de Elio, que a un ser humano normal.
Durante el filme, Elio y Oliver van desarrollando una amistad que los lleva a los lugares más hermosos de Italia, y a las fiestas más eighties que te puedas imaginar (la película toma lugar en el 1983, así que…). El secreto que guardan los dos es la atracción mutua que hay entre ellos, algo que intentan esconder teniendo romances pasajeros con par de chicas del pueblo. A pesar de su intento, el conflicto interno de ambos es evidente. Como he dicho anteriormente, el cine es un medio primeramente visual, y Luca Guadagnino lo sabe, así que decide mostrar este conflicto interno de los personajes muchas de las veces es en los momentos de silencio que hay en el filme (sin música, sin nada, literalmente silencio y meditación), mediante la actuación.
El gran filme queer del año pasado, Moonlight, se trataba (entre otras cosas) de negar su sexualidad por completo (por diferentes razones, especialmente la raza de los personajes); Call Me By Your Name es sobre esconderla. La película se desarrolla en el 1983, una época donde ser gay no era algo muy aceptado, y menos si eres de una familia conocida y prominente como la de Elio.
En la superficie, Call Me By Your Name es un filme sobre la complejidad de amar alguien de tu mismo sexo; en un nivel más profundo es una película sobre el deseo carnal. Sobre como el deseo puede cambiar tu vida inesperadamente. Sobre como un momento de lujuria puede llevarte a amar, y sobre como amar puede destruirte emocionalmente. Call Me By Your Name es un filme de los “highs” más altos de la vida, pero también es una película de lo rápido que estos “highs” se pueden estrellar.
Timothée Chalamet da la mejor performance masculina del año (esta reseña fue escrita en 2017, así que a ese es el año al que me refiero), especialmente por su capacidad de transmitir emociones o sentimientos con su lenguaje corporal y su mirada, algo notable en el último tiro del filme. Armie Hammer es tan bueno aquí como en The Social Network, pero aún con su excelente performance, especialmente en los últimos 40 minutos del filme, siento que Hammer es uno o dos años mayor de lo que debería ser. Nunca me lo imaginé como un hombre de 24 años; siempre lo vi como alguien que tenía 30, o algo así.
Estos últimos 40 minutos es de lo mejor que ha habido en el cine este año. Creo que el guión de la película, que dura 2 horas y 20 minutos, siempre va escalando para llegar hasta esta sección del filme, donde los personajes se despojan de cualquier inhibición social, y se atreven a ser tan honestos con ellos mismos como lo es el guión con nosotros, la audiencia. El highlight del filme es el conmovedor monólogo dado por Michael Stuhlbarg (quien interpreta a Mr. Perlman, el papá de Elio) en los últimos minutos del filme.
Las canciones compuestas por Sufjan Steven para el filme, Mystery of Love y Visions of Gideon, son las mejores composiciones originales del año. Esto es evidente especialmente cuando se presentan en el filme; una en el momento más feliz de la película, la otra en el más devastador. Como debería ser, la música complementa las emociones que se están presentando en esos momentos del filme, sin tratar de obligarte a sentir algo. El resto del soundtrack del filme está compuesto por canciones italianas populares de los 80s, y piezas instrumentales de diferentes compositores, como Ryuichi Sakamoto, y John Adams.
Independientemente de cuantos premios gane, o no, Call Me By Your Name es un honesto vistazo al proceso de crecer; es una historia sobre tomar riesgos, sin miedo a perder. Es un comentario sobre la adolescencia, el amor, y la fugacidad del tiempo; un comentario de que, a pesar de todos los años que han pasado desde el 1983, ser gay sigue siendo casi igual de tabú que en esa época, y ciertamente igual de conflictivo y difícil para la persona que decide amar a otra del mismo sexo. Pero más que nada, Call Me By Your Name es buen cine, que debería verse en la pantalla más grande posible.
Vivo en el cine.
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