Cuando se trata de zombis, no hay forma de ganar completamente. A algunos les gusta que las historias sean serias como Dawn of the Dead, otros prefieren comedias como Zombieland o Shaun of the Dead. A mí me gustan todas las anteriores. Por eso me mantuve fiel a The Walking Dead hasta que la mediocridad pudo más que mi voluntad.
Con Black Summer, su más reciente producción original, Netflix se va por el primer camino; esto vino a subirte la presión y dejarte pegado en la pantalla. Aunque lejos de ser lo mejor del género, Black Summer es la serie del apocalipsis zombi que más he disfrutado desde la primera temporada de The Walking Dead.
Técnicamente se trata de una precuela de Z Nation (The CW), excepto que no tiene ni un segundo del humor absurdo que separaba ese programa de otros. De hecho, uno de los problemas de Black Summer es que intenta demostrar influencias de trabajos superiores, sin realmente encontrar su propia personalidad. Los muertos vivientes son al estilo de 28 Days Later (Si, sé que no es exactamente una película de zombis pero, trabajen conmigo); en vez de las criaturas lentas de TWD, estos corren a toda velocidad, trepan obstáculos y gritan sin parar, recordándome también los monstruos del video-juego The Last of Us.
Lo que hace muy bien: no pierde tiempo. La mayoría de los episodios llegan a los 40 minutos (con algunos menos de 30) pero nunca sentí el tiempo pasar pues Black Summer apenas desperdicia su tiempo. Cierto que eso provoca que nunca realmente conozcamos los personajes –honestamente solo recuerdo cuatro nombres- pero aquí no esperen esos largas secuencias de aburridos melodramas que plagaron TWD. Así que, cuanto te guste Black Summer, depende que prefieras de estas historias. Aquí no hay Maggies ni Ricks ni Darryls de quien encariñarte; lo que hay es mucho suspenso y tensión de principio a fin en cada capítulo.
Eso sí, hay gente tomando decisiones bien estúpidas en los peores momentos posibles. Eso no puede faltar en una producción de horror que se respete a sí misma. Solamente faltó alguien en ropa interior saliendo de noche a investigar un ruido extraño.
Durante los primeros días de la crisis, Rose (Jaime King) intenta evacuar su pueblo con la ayuda del ejército, junto a su esposo e hija. Cuando un incidente los separa, Rose tendrá que llegar al estadio de football donde espera reencontrar su familia para seguir sobreviviendo el fin de los tiempos tanto como puedan.
En el transcurso de 8 episodios (o al menos los siete disponibles para la prensa), Black Summer presenta las crónicas de otros personajes que eventualmente se cruzan con Rose. Cada episodio es también divididos en capítulos con lo que los creadores y manejadores de Black Summer intentan manifestar estilos de mejores creativos usando técnicas como la cámara agitándose, secuencias interrumpidas repentinamente, y distintas perspectivas de la misma situación, entre otros. En algunos momentos resultan ser más frustrantes que efectivo –especialmente cuando lo hacen demasiado corrido pero, el ritmo constante de la acción siempre me tuvo intrigado de lo que sucedía en pantalla.
Si algo bueno hizo The Walking Dead en sus primeros años fue provocar conversación sobre la capacidad de adaptarse y evolucionar física y emocionalmente ante extremas circunstancias. Debido al poco tiempo que otorga al desarrollo de sus personajes, Black Summer nunca promete algo parecido excepto algunos momentos con Rose en los últimos episodios de la temporada.
Al fin y al cabo uno busca cosas que lo entretengan en Netflix, y Black Summer cumplió completamente conmigo, dejándome con ganas de más.
Podcastero, comediante, crítico de cine y TV miembro de la Critics Choice Association, crítico certificado en Rotten Tomatoes, y padre de gatos. Una vez cuando niño entré a un cine, y en cierta forma nunca salí.
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